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REPERTORIO AMERICANO 307 Quiere Ud. buena Cerveza. 99 Tome comparativamente, algo escogida y redicha; por aquella preferencia del término sabio que hace a muchos de nosotros decir: localizar a Fulano, en vez de: encontrar a Fulano; por aquella pronunciación meticulosa de las consonantes acumuladas. El mexicano tiende a decir con todas sus letras: perfecto, donde el español, tiende a decir: perfeto, y dice: exacto donde éste dice: esato. Tal parece que, mientras el castellano central va lanzado hacia el popularismo, el portugués se concentra hacia los cultismos y formas escolares. No quiero sacar conclusiones sobre si hay evolución ascendente o descendente. Unos pensarán que el popularismo es vida y el cultismb agonía; otros pensarán, al contrario, que la lengua se regenera y vitaliza por la cultura, y se pierde y borra en el abandono callejero. Tampoco quiero sacar de aquí fáciles metáforas políticas, de No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube que desconfío por lo fáciles. En rigor no quiero concluír nada. Sólo quise pasear un poco por esta frontera de las lenguas, donde como en todas las fronteras aprendemos a perdonar y a pedir perdón; es decir: a entender.
Glosas de Alfonso. Viene de la primera páginal Monterrey Sentó sus pies diplomáticos Alfonso Re.
jes en Madrid al comienzo de la Guerra Europea. Unos diez años le bastaron para informarse de nuestros clásicos y de nuestros modernos. Dejó rastro y huella de entendido en nuestro solar belicoso sin combate de armas. Aqui tiró esas gaoneras al suen Góngora del Polifemo, que ya parece va dejando de ser un mito inentendido y una banderola enarbolada por la pedantería vanguardista. Hizo libros Alfonso Reyes en los que insufló ideas y aspectos originales INDICE El libro de gran tamaño impone. Es un inmueble. No puede salir de encierro a refrescarse con el aire zunbón de la calle ni con la brisa tónica de la campiña. cuando por deber universitario o académico ha de ruar bajo el brazo del escolar o del erfudito, va recogiendo tras si la mirada con sorna y la risa burlona del ciudadano que hoy se caracteriza por leer sólo periódicos.
Ata, entorpece, empareda y marea al portador el libro grande. Respecto a su estética, es bien de notar que únicamente en la vitrina del museo, del archivo o la exposición pueden percibirse sus cualidades de belleza. Allí están en su punto en su único punto. Sacados de su escondrijo se desvanecen y anulan. con relación a su fondo, a su esencial contenido. cuántos libros grandes resisten la atenta mirada del lector desinteresado, de ese lector que solamente le guía, al doblar la página, la emoción espiritual de belleza pura y aislada?
Dice Alfonso Reyes que le confesó ValéryLarbaud el entendido amador de las letras hispanas preferir a todos los deportes el de abrir con una plegadera los libros nuevos. Tal fruición deportiva convirtiérase en carga mecanizada si, en lugar de abrir esas 200 ágiles páginas en octavo y luego otras y otras se tuviera que manejar la plegadera en un infolio desmesurado que contuviera las obras completas de cualquier autor querido. Entonces, nuestro regusto se trocaria casi en tarea de menestral de notaría, Yo acaricio en este instante con los ojos y con el tacto Calendario, de Alfonso Reyes. 180 páginas 9X13. Uno de los cien ejemplares en papel de hilo. Seis secciones.
Un dibujo de Moreno Villa. Sencilla y limvia encuadernación a la holandesa piel azulenca Fué organizado en 1923, cuando el diplomático mejicano hispanizaba en Macrid. pertenece a aquella colección, interrumpida, de Cuadernos literarios, que hacian Canedo y Moreno Villa. Yo le acaricio con cariño entre mis manos. por el inLerior, con la sonrisa fresca de mi espíritu.
en una prosa angulosa, sin recamios exteriores, pero con musicalidades internas.
Quizá demasiado hueso; acaso escasez de carne. Hueso marfilino y carne fofa. Como Quevedo y Gracián.
Si se va borrando su estela periodística es por ser España el secante de todo lo que no esté enlazado con el altavoz pueril mitinesCo. portó emociones de cultura americana: escogidas y grávidas. Ruiz de Alarcon le puso en candelero. De Europa nos importó cosecha de selección y alacridad.
Tuvo tiempo para traducir a Chesterton. Excelente cazador y catador de piezas europeas europeas en el mejor sentido, no en ese del filisteo deslumbrado Luego, Alfonso Reyes marchó a París: a ejercer su cargo, subido un escalón. Más tarde, en Rio de Janeiro.
En la bella ciudad brasileña continuó desperezando la sensibilidad el diplomático mericano: probidad y exquisitez. Un nombre de azúcar y acerolas: Rua das Laranjeiras.
In un número de la calle, el correo literario de Alfonso Reyes, con su nombre de seforio español: Monterrey. Desde sus páginas de akademos se iba rellenando en panal humanista, de un humanismo al estilo de Paul Valéry o Eugenio Ors. La ventana abierta al mundo, que es como decir al infinito El espíritu amplio, pero sometido a normas. La curiosidad electrificada. Erudición, física y metafisica. Y, sobre todo, Sa atenta vigilancia. cortesanía a la amistad literaria, lejana o cercana, que se le tiende o le busca con pureza, confianza e interés. Monterrey! Aparecía con una fruición de que en sus páginas salieran o entraran resonancias de cultura y afabilidad.
Vivió para sostener el fuego sagrado de amistosa vida intelectual. Fué el abrazo entre una luminosa bahía americana y este crustáceo europeo tan alejado de las brisas marinas que tanto orean en renovación y juventud.
Europa está sedienta de amplitud de mar! así, sin bañarse apenas en horizonte marino, agoniza en un cementerio terrestre Cruzados co Monterrey salían esos volúmenes elegantes de las prensas brasileiras cue Alfonso Reyes ordenaba con pulcritud.
Horas en Burgos, La saeta, con ilustraciones de Moreno Villa, en homenaje y recuerco a España, Recientemente, Tren de oncas, ya brisado en universalidad de temas.
Nombre de acierto, no sólo para el volumen, sino para alcanzar la obra totalitaria de Alfonso Reyes, que ella es, firmemente, eso: un tren de ondas. 50 ENTERESE y ESCOJA: Amado Nervo: Sus mejores poemas.
C4. 00 Mark Twain Bierse Anderson, Etc. El hombre que corrompió a Hadleyburgo y otros cuentos americanos 00 José Asunción Silva: Poesias (edic, definitiva. 00 Froylan Turcios: El Vampiro. Novela. 00 Ernest Henri: El plan de Hitler.
Luce Fabbri: Camisas negras. 00 Pablo Antonio Cuadra: Poemas nicaraguenses. 50 Julio Vicuña Cifuentes: Estudios de Métrica Española. 50 Muller Lehning: Estado Marxismo. 50 Camilo Berneri: El Delirio Racista. 50 Alberto Guillén: Cancionero. 50 Gregorio López y fuentes: Campamento.
Novela mexicana. 50 Pio Baroja: El Aprendiz de Conspirador.
Novela. 50 Pio Baroja: La Familia de Errotacho.
Novela. 50 Enrique Restrepo: El Tonel de Diógenes. Manual del Cinico Perfecto. 00 Manuel Prada: Bajo el Oprobio (Páginas póstumas de González Prada contra las tiranias militares en el Perú. 00 Pio Baroja: Los confidentes audaces. No3. 50 Lucien Laurat: La acumulación del Capital según Rosa Luxemburgo.
Juan José Morato: Pablo Iglesias Educador de Muchedumbres. 50 Sergio de Marcow: Como intenté salvar a la Zarina. 50 Solicitelos al Admor, del Rep. Am vela. 50 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica