REPERTORIO AMERICANO 347 PARA SUS REGALOS y trabajos a perfección, recuerde siempre La Joyería de su Confianza SCRIBA GONZALEZ Frente al Palacio Nacional ciado mayor número de escenas lúgubres y espeluznantes. Ha sido concejal, candidato a diputado, regente de una industria, médico de partido, contertulio de los tabernuchos de los puertos e intelectual de turno en las reuniones, snobistas. de la alta sociedad.
Ahora, colecciona libros raros en las ferias y baratillos. Pero aun le quedan muchos mundos por donde emigrar.
No teman pues, por Baroja los hombres del café, no teman tampoco los bulenos jóvenes suspicaces; ni el ser académico detendrá su errabunda curiosidad por lo divino y lo humano De cada nueva etapa nos dejará un libro nuevo, ileno de cosas inesperadas, sombrías y, en el fondo, encantadoras; y al cerrarlo, una y otra vez repetiremos, parodiando el título de una de sus mejores novelas: Baroja es así.
más. Ya me he quedado tranquilo.
Pero sabemos que, tranquilo del todo, no lo estará jamás. Este hombre tan bueno es el español que ha visto ajusticiar a más reos; que ha presenSalidas de Pío Baroja que sus condiciones eran sólo para pintar de memoria. los pocos días vino a pedirme dinero, pero no se lo dí. No quiero contribuir a la vanidad de los tontos.
Corte con él, porque el pintor era de esos hombres con los cuales no se puede uno entender y con quien se acaba necesariamente riñendo.
ria. Además, cuando todos nos dicen que la novela desaparece y cuando los propios novelistas, por convencimiento o por otras razones, parecen, callándose, dar la razón a la profecía, Baroja inperterrito, sigue cumpliendo su misión de novelista estricto sin infidelidades a ninguna tentación de las épocas nuevas, y, con la regularidad casi cósmica, que señaló Ortega y Gasset; dos, tres veces al año, una pura y nueva novela barojiana aparece para calmar la inquietud, casi el hábito, de sus lectores de siempre. Se empieza a sospechar que con él adquiere la Academia el último superviviente fervoroso del género. ¡Qué se le va a hacer! Cada hom bre creador, crea con su obra, sin darse cuenta, una suerte de inesperados compromisos con sus contemporáneos, y un dia en que, aquél, de buena fe, da el paso lógico que sigue al paso anterior, esos voluntarios secuaces exhiben su gratuita exigencia de la mejor buena fe y con gesto airado le piden la cuenta de su conducta. Es ésta, mortificación inexcusable de las muchas que lleva aparejadas la gloria, y su único remedio es interpretarla con filosófica mansedumbre, aun siendo, como en el caso de Baroja, particularmente injusta la acusación.
Porque, precisamente, la más alta de las virtudes de Pío Baroja es su noble persistencia en el gesto con que entró en la vida de escritor. los hombres les obligan muchas veces las púas aceradas de la realidad a cambiar, cortra su conciencia, de ideología y de postura. Yo nunca he sentido hacia éstos otra cosa que compasión. Pero aun los hombres más íntegros experimentan, conforme la vida avanza, la inevitable deformación que producen, en el pensar como en la anatomía, los golpes de fuera y los de dentro. Al llegar a cierta edad, gran parte de la personalidad nuestra está hecha, antes decíamos que de aspiraciones frustradas, y ahora añado que de rectificaciones. Lo importante no es renegar de ellas, porque son tan noble fuente de la personalidad actual como la misma fe de hoy. Pero en este vasco, de material inalterable, no así. Su repertorio ideológico podrá ser aceptado o no, pero hay que descubrirse ante su integridad. En sus últimos escritos Baroja anota, probamente, la serenidad que el tiempo, meramente el tiempo inexorable, que no los hechos de la vida, ha puesto en su corazón.
Ya he comentado su visión más clara que antaño, de los problemas españoles.
Ha poco, nos ha dicho que la tendencia un tanto puritana y sectaria de sa juventud se va transformando en indulgente jovialidad. Su instinto de aventurero frustrado se ha ido saciando en sus viajes por el mundo, a la busca de tipos extravagantes, en los suburbios de la vida normal y en el retablo de sus libros dedicados a revivir la existencia azarosa de cabecillas y conspiradores. Ya sé, exclama melancólicamente, que detrás de esa montaña pasa lo mismo que pasa aquí y no tengo deseo de ver En la novela Crónica Escandalosa, penúltima de la serie: MEMORIAS DE UN HOMBRE DE ACCÓN, editada por Espasa Calpe, Madrid, 1935: El tal Pérez no era mal artífice; pero él se creía un genio y pensaba que todo el mundo le perseguía y que tenía que vivir por necesidad huído. Pintaba abanicos románticos y otros de estilo Imperio con elegancia; tenía una fantasía limitada, muy propia para su arte; pero él la creía, sin duda, importantísına y grandiosa. No podía comprender que la producción de sus pequeñas obras artísticas no era suficiente para que nadie le persiguiera.
Yo, que he tenido alguna afición a la pintura, le hice algunas observaciones sobre su técnica y me contestó estúpidamente que sus obras producían la rabia de los envidiosos.
Tenía la pretensión de pintar retratos del natural y yo le dije que se veía Decían que el cura era muy elocuente en el púlpito. Se mostraba furioso al verse postergado de una manera sistemática.
Yo le convencí de que en la Iglesia y en el Estado no se posterga a nadie deliberadamente. los hombres se les considera por su lado útil y como instrumentos de los intereses de las instituciones. Además, se adora el éxito. los primeros éxitos que tuviera el abate, la actitud de los conocidos cangbiaría para él; los indiferentes se Más de es 25 AÑOS DE LABORATORIO con más de 300. 000 EXAMENES son la mejor garantía del LABORATORIO del Licenciado CARLOS VIQUEZ Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica