EDITOR: REPERTORIO AMERICANO García Monge Correos: Letra Suscrición mensual: 62 00 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Desde que Garrison fundó su Liberator no hubo paz en la Unión: cómo crecen las ideas en la tierral José Marn.
Ropresentante en Hispanoamérica: Alfredo Piñeyro Téllez EXTERIOR. El Semestre, 50 El año, 00 o. am.
Giro bancario sobre Nueva York.
El Cristo semítico de Jacobo Epstein Por LUIS CALVO De Diario de Madrid. 28 de marzo de 1935 Ecce Homo. No hay término medio con Jacobo Epstein. se le pregona de genio de los cinceles o se le rebaja a los infiernos eternos del odio y la execración El lector apreciará en la fotografía sus merecimientos, amenguados, claro es, por la cámara. Se trata de una interpretación escultórica de aquel hombre nacido en Bethlehem de Judea en los días del Rey Herodes, y llamado Jesús, el Cristo, hijo de José, marido de María Epstein, el escultor, judío de raza, como el esculpido, está muy hecho a las tentpestades. Cada una de sus Exposiciones las ha provocado tantas y tan ruidosas como las que Jesús provocaba por el Tiberiades, y no só.
lo en Londres, donde algunos estudiantes apedrearon hace años sus impresionantes alegorías del Día y la Noche. que adornan el edificio del Metro, sino en París, en cuyo cementerio del Pere Lachaise emplazó el mo.
numento a Oscar Wilde, que encolerizaba a la gente de orden, y en Nueva York, donde libraron amigos y enemigos batallas campales con el pretexto de un bronce titulado La Virgen el Niño. Jacobo Epstein es el escultor más discutido, admirado y aborrecido del mundo, y acaso el que más dinero extrae de su arte.
Su estatua de Jesuscristo lleva el nombre de Ecce Homo. Behold the man en inglés. Tiene más de tres metros de altura (once pies exactamente. pesa tres toneladas y su valor en moneda inglesa es de 000 guineas, que vienen a ser de 125 a 130. 000 pesetas. Epstein se ha negado a explicar la significación de su obra. Yo veo a Jesucristo así. ha dicho, sin más.
Jesucristo, con la corona de espinas, tal como debió de aparecerse al pueblo judío, giganteo, heroico en su obstinación, impasible al sufrimiento, fanático de la herejía, cuando Pilatos se lo entrega para que lo crucifiquen, si quieren, en virtud de su ley. Jesús Nazareno había herido el corazón de sus creencias, arrogándose el papel de Mesías e hijo de Dios. Si Epstein ha los juicios artísticos y religiosos sobre la escultura están muy divididos, incluso entre la gente de iglesia, acostumbrada a venerar a un Cristo angelical. El deán de la catedral de San Pablo ha dicho: Me produce una impresión de gran fuerza, y yo creo que está bien. Es muy distinto a la representación de Cristo, débil y sentimental, a que estamos acostumbrados. En su expresión veo un gran poder, como si Cristo, temporalmente vencido por los obstáculos, estuviera seguro de que iba a la postre a dominarlos. Es la interpretación del hombre que no puede ser vencido. No es la única opinión religiosa favorable. Pero abundan imperan las hostiles. Las que no pueden sufrir la injuria inferida al Cristo tradicional. Las que consideran que la estatua es un ídolo para tribus salvajes. Algunos periódicos se han negado a publicar la fotografía y a hacer comentarios. Otros. y tan populares y ortodoxos como el Daily Express. pretenden remover la conciencia artística abotagada. de los ingleses para hacerles comulgar en la honda emoción artistica y humana que late en la obra. Al Parlamento mismo han llegado las protestas. El diputado Sir Cooper Rawson, en una pregunta al secretario del Interior, ha pedido que se retire la estatua de la Sala de Exposiciones de Leicester Square, pues no sólo atenta contra los sentimientos religiosos y da decencia pública, sino que es una amenaza contra la paz y puede dar origen a disturbios. estas palabras se sumaron otros diputados, y el secretario del Interior limitose a consignar que no habían llegado a él informaciones que aconsejaran la adopción de medida alguna.
Se avecina, sin embargo, una campaña parlamentaria contra la estatua de Epstein. Hay muchos diputados tercos en el empeño de provocar un gran debate que destierre, finalmente, de la vista de los ingleses la monstruosa concepción semítica y negroide del famoso escultor judío. Por Jacobo Epstein)
ce pretendido dar una interpretación de Jesús a través de los ojos de los judíos que clamaban venganza contra el apóstata y el usurpador, su escultura ciclópea tiene, por lo menos, un alcance racional. La gran calamidad del pueblo judío no ha sido la expulsión de Egipto, ni la destrucción del templo, ni siquiera el advenimiento de los nazis.
La gran calamidad para los judíos ha sido el nacimiento, la vida y la crucifixión de Jesús de Nazareth. Desde haveinte siglos, los hijos de Israel, con el Antiguo Testamento en el tabernáculo, tienen a este hombre nacido en Bethlehem e hijo de carpintero por el enemigo, obstinado, heroico, mártir acaso, pero irreconciliable, de su religión. Ni al pueblo judío, que esperaba ante el pretorio, ni a una imaginación sincera de israelita moderno y escéptico puede aparecerse el rostro de Cristo, como a nosotros, bañado dulzura, bondad y serenidad. nosotros, a primera vista, se nos antoja, no ya blasfematorio, como opuesto a la concepción plástica que se nos ha impreso desde niños en el entendimiento, sino bárbaro y antiestético. Pero, cuando la gente oriental dice que Epstein ha esculpido al Cristo que los orientales tienen en la imaginación, uno enpieza a pensar que, independientemente del sentido y la educación religiosa, alguna belleza plástica y evocadora debe de encerrarse en las facciones judías de ese hombre, Resulta, además, que en Dr. Tijerino LA CONCHITA Frente a la Segunda Sección de Policia Fábrica de CACAO de Superior Calidad.
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