REPERTORIO AMERICANO mismo. La libertad es una sucesión de carceles.
Yo no creo que se me tache metafísica esto que sólo es autobiografía; sería injusto para los filósofos y para mí. Para explicarme al lector ante Lope de Vega sólo tengo mi propia experiencia. am being my own rabbit because find no other specimen so convenient for dissection, cono le acontece al señor Wells. Estoy tratando solamente de explicar cómo he venido a amar a un poeta difícil de ser amado en su totalidad, o sea aprendido o siquiera leído totalmente. Que escribió 1440 comedias? Os desafío a que me lo demostréis. Estoy tratando de explicar cómo, poco a poco, desistiendo de lo que al principio no podía caber en mi razón, he ido pasando por sus círculos y eligiendo en ellos mis moradas. Pero enumerarlas ya hay que dejarlo para otro ocio. ya sé, ya sé, que ante esta prosa alguien va a decirme: Pero si usted no ha salido de Góngora.
El orfeón de Palmares rría, que es el número siguiente, parece que nos redimiera de esa música declamatoria con que se acompañan en cine y parece también que reivindicara lo nuestro, la razón histórica de lo que nos gusta y el sentido racial de las pocas cosas que hemos ido produciendo.
El Maestro Mora inició este coro con un pequeño grupo de seis cantantes. Se fué reforzando luego para las fiestas religiosas que se celebran en los pueblos y ahora con sus cuarenta coristas constituye el único caso de orfeón de esas proporciones que haya en Costa Rica.
Le oímos elogiar mucho el esfuerzo y la perseverancia de sus muchachos. El, por su parte, trabajando sobre la riqueza virgen de ese entusiasmo, dándole forma musical y armoniosa al material lírico de unas cuantas voces humanas, nos ha revelado que es posible hacer cantar a este pueblo nuestro tan triste, que no rie ni baila, y hacerlo olvidar cantando el pequeño problema estúpido de todos los días.
Por EMILIA PRIETO Colaboración. Costa Rica y noviembre del 35.
sencillo movimiento de estudiante como llevar el compás con la mano, y todos vienen a ser en resumen jóvenes de ánimo bien dispuesto que en lugar de cantar aisladamente se han juntado para hacerlo con más estudio y menos rusticidad. Dan una nota franca, cautivadora.
La Virgiliana de Lisímaco ChavaPaso a un huésped Por MARIANO PICON SALAS De Registro de Huéspedes. Novelas chilenas. Editorial Nacimento. Santiago de Chile. 1934 (y Véase la entrega pasada)
Cuando ya nos fatiga esa cosa horrible que es el radio, lograr oír un grupo de voces auténticas, directas, sin aparatos que medien, es algo que tiene casi el valor de una recompensa. Oir cantar este orfeón organizado en Palmares por el maestro Mora, dirigido y sustentado por su esfuerzo y el entusiasmo de los que lo integran, viene a ser un regalo insospechado que se le hace nuestra esperanza.
En las lunetas de adelante del Teatro Nacional se agrupan unos cuantos muchachos. Las niñas de traje blanco y cuello con listas rojas. Los hombres vestidos de negro. Van a cantar el Ave María de Owen a tres voces y al llegar al escenario se reparten en pequeños conjuntos. Los muchachos atrás. Adelante un grupo de sopranos, otro de tiples y hacia la derecha se juntan siete muchachitas de media corta, tal vez sea de diez años la mayor. Esto nos llama mucho la atención desde el principio. Para quien ha oído en las escuelas los coros infantiles en el salón de canto, mientras transcurren las lecciones en su rigor disciplinario, la presencia de un grupo de niñas pequeñas entre un coro numeroso de cantantes adultos nos hace sospechar que en la dirección de todo esto se ha puesto cuidadosa atención y conocimiento. Blancas llama a esas voces ingenuas la técnica con diferencia, pero más propiamente podrían llamarse celestiales.
Cantan. El dejo general es melancólico. Se alzan armonías de voces naturales, sin virtuosismo, bien entonadas, vigorosas, y en el ánimo hay para ellas un lugar que ya había preparado nuestro deseo.
Vinieron a cantar de un lugar muy lejano. Son todos muchachos formados en el campo y este conjunto da ese tono espontáneo que se oye cuando a la orilla de los ríos las mujeres dicen con un suave dejo romántico la pueril historia del amor triste mientras lavan la ropa golpeándola en las piedras, o el airecillo chocarrero del hombre que con una guitarra olvida tarareando canciones las fatigas del día.
Entre el conjunto de hondas tonalidades de armonium que dan las voces viriles el diáfano acento de las niñas suena como un golpear de cristales. las muchachas se les escapa algún Emplea el Dr. Moller gruesas ironías de alemán. Tiene el aspecto sólido de un hombre que ha carecido de toda complicación sentimental. Sigue a Eulalia, seria y militarmente, como un perro bull dog. no puede ocultar cierta satisfacción de tener un enfermo de los países cálidos. Ya le aburren las pulmonías y pleuresías neoyorquinas, las neurastenias de los hombres de negocios o las enfermedades de la vesícula biliar por el abuso del whisky que ocupan el más alto porcentaje de sus estadísticas. Hay enfermedades que sólo se encuentran remontando el curso de los grandes ríos ecuatoriales, del Niger o del Orinoco, que constituyen dentro de la Medicina tan precisa, una como comarca legendaria. Un médico francés, Bhilarz, aisló el gusanillo que produce la llamada hematuria de Egipto: enfermedad de pantanos y grandes ríos y tropicales bosques, pero ocurre rara vez que el enfermo pueda salir con sus intestinos que ya se le perforan, hasta las ciudades civilizadas. ahora el Dr. Moller estaba ante mi extraño amigo, como ante uno de esos casos que sólo se observan una vez en la vida.
La palidez de mi amigo; el sobresalto de los ojos, la fiebre, eran sintomáticos, pero no comprendía el Dr. Moller su ánimo de broma y conversación, la presencia de aquella botella de buen ron jamaicano que encontró en su pieza, con indicios de haber sido bebida. Es que en el Trópico, en nuestro campamento cauchero, no había mejor remedio que el ron dijo mi amigo. no olvide Ud. doctor, ue a nosotros, los tropicales, nos defiende la fuerza nerviosa.
Adiestramos los nervios como un veneno sutil, intenso, como el curare de los indios. Las más grandes campañas de Bolívar las realizó en sus más terribles crisis palúdicas. Si Ud. doctor, pudiera comprender la historia de esos países, yo le contaría lo que en la vida de Bolívar se llama la visión de Casacoima. Una noche que temblaba de fiebre palúdica, tendido en una hamaca, junto al río Orinoco. Estaba desbandado su ejército. Los españoles habían recuperado el país. Al lado de Bolívar estaban tres o cuatro hombres como él, pálidos, con tercianas, en mangas de camisa. fué la Luna grande, la luna que se levantaba sobre las palmas moriches tendría que explicarle doctor qué son las palmas moriches lo que tornó elocuente a Bolívar.
Se puso a describir futuras campañas: atravesar los llanos en la estación de invierno, subir las cordilleras de la Nueva Granada; a Bogotá, donde estaba el Virrey; a Pasto, junto a los grandes volcanes ecuatoriales; a Quito, a Lima, donde estaba el otro Virrey.
Todos se compadecían del delirio de Bolívar. Nuestro General está loco. Pero año y medio después ya lo había realizado. El genio de Bolívar, sin duda, pero también el impetu nervioso que se exacerba en aquellos climas. Puede ser, puede ser concedía el Dr.
EL BUFALO 50 vs. al Sur de la Cantina El Cometa. San José Ordene sus trabajos a esta ZAPATERIA donde será bien atendido.
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