REPERTORIO AMERICANO 133 Versos nuevos Por CARLOS LUIS SAENZ Colaboración. Heredia, Costa Rica, febrero de 1935.
JUEGO DELICIA DE VERDORES Salarrué Que sí, que no, el viento juega con el arbolón.
En la rama está el cantor, la rama toca en el agua, y en el agua, todo el cielo, sube en luz a su garganta.
JUEGAN CANTAN F. Amighetti Al otro lado de los árboles juegan y cantan. qué suaves vienen en el aire las voces tamizadas de los niños, alegres de sol y viento al otro lado de las verdes ramas!
De plata, de oro son, las duras hojas del higuerón. Canción. Silencio.
Silencio. Canción.
El viento juega con el arbolon.
Por un cielo solo, azul, de cristal puro y compacto, viene la luna, fragante del campo recién mojado.
Pule verdores la brisa halagadora de pájaros, y en su delantal, la luna le riega capullos blancos.
EL ARCO IRIS Las bocanadas de viento pasando bajo el arco iris: iay, viento, viento, viento!
tumba el puente del arco iris, quiébralo sobre los cerros empapados de rocío.
El viento niño, el higuerón abuelo, y todo el prado rie de su juego. CELO DE LUNA Porfirio Barba Jacob Luna, naranja boreal, que en su cáscara de hielo, se exhibe, fria, en el cielo, ante un niño de cristal.
AMANECIDA Su voz empapada en verde por los cipreses combríos, despertaba ecos dorados por el cerro amanecido.
Sus palabras, concha nácar a la orilla de la aurora, reflejaban sueños altos de estrella en nube y en ola. El sol, San Jorge de Estío, vence dragones sombrios sobre los cerros morados que empiezan a anochecer.
Viento, jinete de frondas, pasa, lancero de plata, y por las sombras redondas hinca sus espuelas claras.
Cielo de oriente en la tarde con acuáticas fragancias, para una luna, señora de cerros y de distancias.
Transparencias inocentes desnudan a la montaña que tiene el pecho morado como de violetas claras.
En el horizonte, el cielo hace el mar, lámina de agua y se resbala por ella una luz de concha nácar.
La brisa trae la carroza de la noche, claveteada y centellante, por las suaves colinas mojadas. en el cielo, que es de luna, no sube la luna blanca, luna que sería señora de cerros y de distancias.
SOMBRA DE ARBOL Isla de césped, dormida bajo la fronda amarilla.
Tres vacas de azúcar y un ternero rumian la siesta de fuego en tu paz verde de oro tierno.
En torno a ti, olea el potrero quemado por el sol rojo de enero.
CASITAS AMANECIENDO CABALLITOS DOMINGUEROS Caballitos domingueros subieron al pueblo a oír misa del santo milagrero, que una vez en el año se da por el enero.
En torno de la ermita y en el camino polvoriento, ambas manos al aire y los ojos de fuego, alardearon cabriolas en el viento. Lindos los caballitos domingueros cuando suben al pueblo a la misa que anuncian los cohetes bullangueros. Lindos los caballitos recién salidos de los potreros, con la espuma del brío aventada en los belfos!
Por la tarde, los caballitos domingueros bajan, todos manchados con sus jinetes ébrios.
CAMINO Caminito trepador de cerros tan sin gente y tan mío, que sin puentes, humilde, pasas descalzo por los ríos; yo te quiero, caminito cerrero, cuando, desde la colina última, me echas sobre la frente el borbollón de la luna, Fogones madrugadores están llamando los soles.
El humo de las cocinas se confunde con las neblinas.
LIBELULAS ¡La fiesta de las libélulas sobre las aguas trémulas!
Brillan como lavados los tejados escarchados.
Oro y verde; azul y plata; sol y sauces; cielo y agua.
Los potreritos son delantales por donde balan los recentales.
Las linternas de los corredores palidecen con los albores. los ladridos de los perros hacen huir la noche de los cerros.
Enero del 935. La fiesta de las libélulas sobre las aguas trémulas!
LOS ECOS Isaac Felipe Azofella Bosque. Grito. Los enanitos verdes salen tras de los árboles distantes. Silencio. Se ocultaron.
Grito. De nuev salen a encontrarme: Aaae. Asiré por sus barbas de bejuco al que se presentare. Ae. Corren más presurosos que el viento, por los troncos de los árboles!
DOS VACAS Sus grandes vientres redondos a un lado y otro hamacando, las pendientes del camino dos vacas vienen bajando.
Muy pocos días les faltan; van a parir en el llano. Qué esplendor pone en sus ojos el sol, que ya está rasando la polvareda amarilla en el crepúsculo largo!
Con qué ternura en el sol y en el polvo van sus pasos; el viento en sus remolinos parece irlas arrumbando con sus ramas de cristales a los potreros del llano.
Allá nacerá el ternero con su hociquito rosado y con su pelo brillante de bien lamido, lavado. Con qué ternura en el sol y en el polvo van sus pasos!
OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la lunta de Caridad.
EXTRANJERO NIÑO ¿Del niño extranjero son esos cerros?
Bueno, que lo sean.
Ojos de California o de Alemania se olvidarán, mirando la montaña. Ay, mis hijos, no hay niños extranjeros, pues a todos los niños la tierra les regala sus cerros sin banderas.
Tel. 4184 Apdo. 338 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica