REPERTORIO AMERICANO 365 En memoria de Félix Lorenzo. Viene de la página 360)
grandes arañas recoge y trasmite un sorbo de luz, y entre todos ellos al descomponerla, nos dan de la luz, color a color, una verdad exacta. Al aparecer el cuarto tomo de Charlas al sol tuvimos ocasión de escribir. Es uno de esos ingeniosos itinerarios que en tiempos de opresión suele inventar la inteligencia para recorrer una zona histórica cuyo acceso se nos veda oficialmente. Es el libro del guerrillero espiritual, con sus claves sutiles que se burlan del tosco aduanero que blande el lápiz rojo con sus zigzás mentales, con sus ocultaciones y contrabandos. El pensamiento tiene que adelgazarse mucho, hasta el punto de hacerse invisible al cruzar entre miopes. Los hechos dan la vuelta, presentan costado ingenuo, candoroso.
aunque lleven un petardo en la panza. Todo tiene que aligerarse de peso, escamotear sus planos más visibles, presentarse de perfil ante el huraño centes de implantarse en España el nuevo régimen. Algo más de un año de historia política en sordina, diestramente anotada por nuestro gran amigo, buen conocedor de las artes de sugerir cuanto no es posible desembozar.
Algunas de las Charlas se recuerdan como una honda lección literaria y vital. Entre ellas, la Defensa del lugar común. donde se nos recomienda una discreta aversión a la frase consagrada. no su exterminio. Un periódico. dice Heliófilo. escrito sin lugares comunes sería ininteligible para la mayoría de los lectores. Sus ideas se harían antipáticas la ese lugar común que se llama el público. Las ideas más humildes y cordiales parecerían presumidas y afectadas si se pusieran todos los días traje nuevo. Nunca faltó en las Charlas el grano de sal indispensable a todo fragmento literario que quiere ponerse al margen de la tirana actualidad, del inexorable tiempo, que arrincona inmediatamente cuanto no supo. bien organizándose desafiar su prisa. Charlas al sol insistimos componen un gran libro escrito en honor de la actualidad y para sobrepasarla.
Su1 los conferenciantes de todos los países que hay capacidades para el gobierno de un país que no llegan con el ejercicio de funciones subordinadas. Es una mentira para épocas eleccionarias. Espantar ratones es cosa fácil. Lo tremendo es saber acabar con los ratones y con los felinos a la vez. Porque con los felinos no es posible entablar lucha cuando se ha contado con ellos para lograr el mando de una nación. Los felinos son las organizaciones que tienen la política en sus manos y la transforman como quieren. Engaño de los grandes es suponer ante el votante que el hombre que forma el tipo de gobernante nuevo tiene fuerzas para pasar de la persecución del menudillo roedor a la del corpulento felino.
Hablamos de todos nuestros países, pues el suceso eleccionario es idéntico en cada uno de ellos. Lo que radicdifunden las estaciones en épocas electorales es idéntico. Ahora proclaman el tipo de gobernante nuevo y está excluído en él toda capacidad llamada de estadista. Es decir, para establecer lo que llaman orden, para acabar con lo que Quevedo llama ratón en su agudo y hondo cuento, piden para el gobierno de los pueblos al gato cazador. Es natural que lo pidan, porque así se deslumbra con detalles mientras lo grue.
so, lo importante y trascendental queda invulnerable. Gatazos que salten sobre miniaturas que cortan bolsas y roen zapatos viejos. Así quieren que sea el gobierno de los pueblos aquellos que en fomentar cada día más las compañías extranjeras, rapaces y calculadoras, agotan sus fuerzas y capacidades.
Pero no nos dejemos cegar por el engaño o por el miedo. Cuando todas las posibilidades de que un país caiga en la regresión están atronando enfurecidas, debe ser más firme nuestro espíritu combativo. No ceder. No confiar estúpidamente en lo providencial para creer que el mal pasará sin daño para el país. Lo urgente es intensificar cada vez el combate. El mal está organizado y puede mucho.
Si lo sa bemos, si lo saben aquellos que quieren luchar y luchan sin acobardarse, no será posible encontrar a los miserables que repitan compungidos: Vuelvan los ratones. Este grito de derrota y de imprevisión no lo dan los pueblos cuando están siempre en la lucha. a la lucha hay que acostumbrar a los pueblos. Las horas de salir precipitados estos males son las mejores para la batalla.
sor.
Porque las Charlas de este libro comienzan en enero de 1930 y concluyen en marzo de 1931, pocos días anFélix Lorenzo. Viene de la página 360)
ma o biente, bajo el tono dialéctico de los periódicos, amanerado y enfático el estilo de quienes los redactaban. Las más ilustres plumas de aquel tiempo acababan por ceder a las facilidades que les brindaba el uso del lugar común y del periodo oratorio, y como por otra parte el público no se mostraba muy exigente, el resultado era el que hoy podemos comprobar hojeando aquellos viejos diarios, en cuyas planas grises naufragaron tantos ingenios dignos de mejor suerte. Es claro que algunos se salvaron, si bien a costa de improbos esfuerzos.
Félix Lorenzo puede servir de alto ejem.
plo entre los que supieron vencer, a pesar de todo Era fuerte. Tenía un temperamento extraordinario de escritor. adenr. ás un amor tan férvido por la profesión periodística, que quiso triunfar precisamente en ella y por ella, dignificándola, al propio tiempo que él se formaba como perfecto modelo de lo que había de ser a la vuelta de pocos años: un periodista moderno. Un gran periodista a la europea. Que siempre ha sido la mejor manera de serlo también a la española en su casta más fina.
Ya en las columnas de El Imparcial. adonde pasó desde La Correspondencia de España. logró alzar, penacho flamigero, su cotidiano Perfil del Día. antecedente preciso y precioso de las Charlas al Sol. creación inolvidable del admirado y temido Heliófilo Porque es aquí en El Sol donde Félix Lorenzo dió las máximas dimensiones de su personalidad literaria. Al cambiar totalmente el panorama y los medios de la prensa española con la aparición de El Sol. la espléndida nave navío de la ilustración. diría Basterra; pero no siglo xvil, sino ya bien siglo xx que botaron al agua dos hombres a quienes, digámoslo de paso, no ha sabido hacer la República la justicia que se merecen, José Ortega y Gasset y Nicolás Urgoiti, el timonel de ella hubo de serlo. quién si no. el bravo nauta conocedor ya de tantos piélagos FéJix Lorenzo. El humorismo de Heliófilo. templado e inatacable por todos los ácidos de la censura, fué después en el septenio dictatorial un arma maravillosa al servicio de la revolución y de la República.
Bien lo sabían los gobernantes de alguna manera hay que llamarlos de entonces. Bien hubieran pagado al precio que hubiese sido la mudez de aquella plual menos su tolerancia más o menos disimulada por cualquiera de los medios que otros escritores, sensibles a las dádivas o las amenazas del Poder, solían poner en práctica. Pero todo era inútil con Félix Lorenzo. El seguía su camino con la impavidez del que sólo concede importancia a una cosa y esta cosa no tiene necesidad de que se la dé nadie porque la lleva él en el cerebro y en el corazón desde que vino al mundo. Después de todo, este mismo mundo no se portó mal con el hombre ni con el escritor. El hombre vivió como quiso. Organizó su vida con arreglo a sus convicciones ya sus sentimientos, y en la satisfacción de estos nobles objetos, que son los que valen de veras, fué siempre afortunado.
El escritor, el periodista, logró su obra con una plenitud de la que son fruto magnífico, más de las páginas salidas de su plluma, el mejor tono de nuestra prensa actual, un tono y una calidad que a él se deben en primer término.
Sean hoy estas reflexiones, en el segundo aniversario de la muerte de Félix Lorenzo, un homenaje rendido a su memoria.
a OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
Tel. 4184 Apdo. 338 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica