REPERTORIO AMERICANO 125 de ñandú, el éxtasis blanco de la magnolia y de la garza, el jaguar que persigue las torturas hasta vaciarles la concha, ias viejas ciudades heráldicas de nuestra tradición continental y otros temas diseñados en Alma America, aparecen al ora en Oro de Indias en poemas dignos de la antología, como E!
vuelo de la garza, El sueño del carey, El paseo del jaguar, Vida Errabunda (Ciudades de Indias. Vamos a concretar un solo ejemplo.
Ayer decía el poeta al terminar el esmalte de un soneto parnasiano: razón del poeta, que sabe ser confidencialmente autobiográfico sin ocultar ni los más penumbrosos rincones de su vida. Y, así, en este hombre que parecía haberse impuesto la misión de cantar el pasado, sentimos las palpitaciones de la más reciente actualidad purificada siempre por la onda de una cordial e intensa poesía. Ciegos y errados anduvieron los que negaron sutileza a su poesía, extraviados inomentáneamente por sus broncos trompetazos épicos. Hay en el la viril envergadura de un fuerte cantor de la iaza, pero hay también un tácito poeta que se extasía voluptuosamente en la contemplación de una línea pura o en ei nacimiento matinal de una rosa que es la clara canción de cada día.
En Alma América descubrió el poeta que el pino y la palmera de la balada inmortal se dan cita en su paraíso limeño, para romper el maleficio que los mantenia encadenados a un amor imposible: que sólo en ti se juntan, cual si un milagro fuera, los dos enamorados: el pino y la palmera.
las palmeras y los pinos. las cuatro estaciones por todos los siglos. en un florido cesto mágico. Lleno de impetu juvenil había agregado a la lira la cuerda de las músicas salvajes. Pero, buen taumaturgo, sabe imponer medida y ritmo en el desbordamiento y si, a veces, aparentemente, lo vemos romper todos los diques, es porque quiere recrearse en la fiesta de su propia fuerza llena de salud y de alegría. así también, velado de súbita tristeza, se contempla y se admira a sí mismo en una inocente criatura llena de gracia. Es el hijo que viene dulcemente a prolongar la vieja estirpe de incas y conquistadores: Palpitan los vergeles con lúbricos excesos; y así las garzas, hechas de espuma, tienen con las magnolias, hechas de plata sin fulgor: en primavera se unen bajo una misma clave, como si la magnolia se convirtiese en ave o como si la garza se convirtiese en flor.
Puesto que ini pecado dió vida a tu inocencia, tú eres para mí el Angel de la Resurrección!
Hoy, con expresión más refinada, dibuja en un solo trazo magistral el vuelo del ave blanca: habrá cansado de ser ¿Una magnolia se flor?
Mirando ai niño recuerda el poeta toda la gloria dolorosa de su vida, sus triunfos, sus drerotas, su exaltación, su desaliento. Todo habrá de redimirse y purificar en el ser armonioso que ignora que ha arrancado este grito a la intimidad del poeta. Aquellos versos inolvidables de un amor de adolescencia, romántico e imposible, Es que en tu alma me siento más tal vez que en la mia. Treinta noches estuve. siento horror todaviatreinta noches haciéndole el amor a una muerta. En su Elegia Tropical no consiguió que en nuestra tierra de pinos pudiera el melancólico Isaías Gamboa hacer resonar su canto de palmera nostálgica de sol: Y, en su visión, ganoso de regresar, los días contó que le faltaban para sus patrios valles, en donde estaba Cali con todas sus Marías, con sus esbeltas torres y sus dormidas calles.
El niño mira al mar. Un impulso misterioso lo lleva a dibujar naves, alas, olas. la emoción del poeta está en ese paisaje y en esos ojos limpios que quieren aprisionarlo: encuentran todavía su armoniosa y leal correspondencia en los recuerdos del hombre: no es el 31Poeta, duerme bajo los oros de tus palmas Para vivir tú en Chile, también preciso era de que, en el misterioso dominio de las almas, se convirtiese en pino la que nació palmera. Quién te mueve la mano, si ma mia?
Amé una vez a cierta mujer que estaba muerta: y en tanto que dormía ella el sueño tranquilo de que no se despierta, yo, a través de su calle, paseaba noche y día, miraba sus balcones, me acercaba a su puerta y, a pesar del reposo de su casa desierta, la sigo en mis recuerdos amando todavia. la ternura, la esperanza, el dolor y la muerte ponen su trémolo metafísico en la tragedia del hombre que se siento vivir y continuar en el maravilloso amigo de las aves y las flores que dibuja en la página blanca: pinos son los que se mecen en el valle otoñal de Oro de Indias en un milagro de músical elegancia: Bosques de pinos, diez mil peregrinos, ensimismados en goces divinos: tienen accesos de olor repentinos y se adormecen borrachos de trinos. Oh voluptuosos reposos andinos: sueños risueños de bosques de pinos!
Sin dejar de ser ángel, comienzas a ser hombre ¿No te quiebra las alas el peso de mi nom.
bre?
Como purificado quedo con tu pureza, la vida en mí concluye por ser la que en ti empieza. Concluirá en uno de los próximos números)
El niño, el adolescente, el trotamundos enamorado de los paisajes y las almas, el hombre que en pulcro verso español celebra y exalta nuestra tradición autóctona, reaparecen en Oro de Indias con el triste tesoro de una experiencia amarga, que en el poeta se trasmuta en inefabie e inaudita armonía. Ya en Alma América nos había desenterrado de un viejo infolio la figura aquilina de don Gonzalo de Córdoba. Hoy enternece el bronce del guerrero con una cascada de rutilantes cristales: Ya en Alina América nos había dicho el poeta que su Tequendama junta Libros y Autores Jardines sin confines en donde se consume la carne de las reinas entre ondas de perfume: jardines sin confines de músicas y olores, con baños bullidores que calman los ardores de cuerpos tentadores; y pájaros cantores, que dicen sus mejores amores a las flores, en trinos cristalinos y finos surtidores que brincan en las tazas en arcos de colores. Registro bibliográfico titular de los libros y folletos que se reciban de los autores y de las Casas editoras)
Cortesía de los autores: Envío de Guillermo Jiménez (Londres Alfonso Reyes: Hojas de México (3 Poe26. México. sias) Edición de Fábula. México, Huejotzingo. La ciudad y el convento (Juárez No. 11. Gral. Amaya, México, frar. ciscano. Texto de Rafael Garcia Grana Setiembre de 1934.
dos y Luis Mac Gregor, arquitecto. México.
Juan Ramos y Rubio: Tendencias de 1934.
la narración imaginativa en Cuba. Habana. 1935Xochimilco, 75 ilustraciones. Texto de Rafael Garcia Granados. México. 1934.
Con el autor: 27 y 30, Vedado, La Habana. Cuba.
De la serie: Monografias mexicanas Miguel Angel Gómez: La rosa sobre los de arte editadas por la Secretaria de Educación Pública y dirigidas por vientos (cantos. Gleizer, editor. BueJorge Enciso, Director de Monumennos Aires, 1934.
tos Coloniales y de la República.
Con el autor: Guatemala, 4260. BueExtractos y otras referencias de estas obras nos Aires, Rep. Argentina.
se darin en ediciones próximas La sinfonía wagneriana de nuestra selva no apaga el intimo rumor del co Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica