Democracy

120 REPERTORIO AMERICANO Los cuatro dones Por AZORIN En ci De Crisol. Madrid 39 so personaje y va lamiendo el fosco suelo el resplandor del farol. Se detiene en la mitad de la calle el embozado y levanta de pronto su linterna.
mismo instance aparecen en todas las ventanas unas manos que sostienen grandes velones.
El farolito del embozado brilla con una luz vivísima; brillan las estrellas en la bóveda negra, y brillan los centenares de velones que han sido sacados a las ventanas. como ahora hay mucha claridad en la calle, vemos que el embozado es la misma persona que el pintor y que el ma: rinero.
En una alta galería, dos manos afanosas que atrapan las nubes que pasan por el inmenso cielo; las nubes son ahora redondos cúmulos; el personaje de la galería va llenando unos anchos cuévanos con estas bellas nubes que atrapa.
Diríase que este hombre raro es un recovero de nubes.
Ya los cuévanos están llenos de cúmulos redondos y blancos; de repente, los cúmulos se cambian en cirros, y el personaje ntisterioso llena sus cuévanos de estos sutiles y delicados filamentos. Como los cúmulos son veilones rotundos, los cirros son cendales etéreos. Los cuévanos están llenos de cirros, y entonces estas nubes se convierten en nimbos. Las manos ávidas y ligeras del recovero atrapan los nimbos; llenos están ya también otros cestos de estos cendales sutilísimos. Los Vo a trazar sus Federico García Lorca Visto por Ferrer Yerma y la política nimbos se convierten en estratos, y tamDos en uno, tres en uno, cuatro en uno, cinco en uno. lo lejos vemos un largo y ancho muro encalado de blanco; hay a mitad de la pared un andamio; subido en el andamio, un pintor con un pincel va trazando líneas azules.
La rapidez con que las traza es prodigiosa; apenas el pincel toca el albo muro, ya están trazadas en su nítida superficie rayas rectas, rayas curvas, ángulos agudos, ángulos rectos, líneas que se cruzan y entrecruzan, que van de un extremo a otio, que ascienden y que descienden. Nos vamos acercando al pintor; nos sorprende este artista que, en la pared blanca, va formando tan caprichosa y elegante tracería. cuando estamos cerca, de pronto todo queda instantáneamente borrado en la nivea extensión, y el pincel comienza de suerectas y sus curvas. Qué bonitos son estos arabescos azuies en lo blanquísimo de la pared lisa! Ya estamos más cerca, y vemos con toda claridad cómo va mágicamente corriendo el pincel, silencioso, suave, por toda la extensión de la blanca pared. y los trazos azules van quedando estampados como si se tratara de un bello tejido de seda. El pincel corre formando curvas y rectas que se enlazan y desenlazan; lo blanco va quedando repentinamente cubierto de una bella tracería azul. de pronto, cuando más cinbelesados estamos, el pintor vuelve la cabeza, nos nira y sonríe.
Sobre un fondo de añil tenue, las arboladuras de unos barcos; cuerdas y mástiles que parece que se enredan en un ambiente de azul y de oro. Por entre las cuerdas de uno de los barcos, un marinero que asciende; lleva en la mano un manojito de banderas. Conforme va subiendo por el azul, va colocando una banderita en el aire. No sabemos de qué modo estas banderas se sostienen; lo cierto es que contemplamos con viva curiosidad el espectáculo y que nos sentimos encantados. Ya todo el aire se halia lieno de banderitas rojas, verdes, moradas, amarillas, azules; el marinero saiuda desde lo alto de un mástil, se queda un instante quieto y luego, como si fuese criatura etérea. se desprende de las vergas y va recogiendo las banderitas que antes ha ido sembrando por el ancho y claro cielo. Ya coge una bandera verde; ya una azul; ya una roja; ya una morada; ya una de color de oro. cuando las tiene todas en su mano, las arroja a lo alto y salta a tierra. ento ces vemos que este marinero es la misma persona que el pintor de antes.
Una callejita en una vieja ciudad, es de noche; como la noche es de una transparencia maravillosa, el ciclo parece de cristal oscuro; entre las dos filas de los tejados se ve como una cinta ancha de tenue claridad. por la calleja, a lo lejos, avanza un embozado. Todo está en silencio; no se ve en las casas ninguna iuz. Las estrellas falgen, y a ras de tierra se mueve el reflejo de un farolito que el embozado lleva debajo de la capa. Avanza este misterioNo puePor CORPUS BARGA bién quedan henchidos los cestos de estas otras nubes. cuando el personaje De Diario de Madrid. Madrid misterioso tiene ya hecha su recolección Una vez más en los juegos de la política de nubes, torna hacia nosotros la cara han apostado los negros en el rojo y los ro y en él reconocemos al pintor, al marijos en el negro. Qué no harán por las ideas nero y al embozado de antes.
los politicos. Hasta sostener las del adversario. Si para defender sus ideas respecSobre una puerta, en una calle, este tivas los autocrátas llegan a la democracia letrero: Cerería de la Soledad. Entray los demócratas a la dictadura, no pasa mos en la Cerería de la Soledad. en nada que no estuviese previsto. Unos y otros una hornacina se halla, enlutada, con sacan las últimas consecuencias.
las siete espaditas clavadas en el coraden ser más consecuentes. No han variado, zón de plata, la Virgen que es toda doaunque ocupen la posición opuesta a la que lor. En los armarios se hallan las velas; ocupaban antes. La posición será, opuesta, pero la oposición es la misma. la primeestas velas no son buenas más que para ra, en política, se toma como función de la que luzcan delante de las Soledades de segunda El juego está claro. Para los España. En las hondas, silenciosas y diestros y para los menos diestros. Es decir, recatadas capillas, la Virgen de la Solepara las derechas y para las izquierdas. De esta suerte apenas cambia nada o el camdad, en la vieja población, estará siembio es tan poco.
pre esperando al creyente para decirle No hagan ustedes juego, señores. No les algo que vaya en derechura a su corahagan ustedes el juego a los politicos, sobre zón.
Las palabras de la Soledad irán, todo si creen ustedes que la política no es pues, de corazón a corazón; del coracosa de juego, sino lo contrario, la tragedia. zón lacerado de la divina mujer, al coDe fatalidad, no de suerte. Aquí está la razón entristecido del creyente que viediferencia; porque en el juego también hay crímenes y suicidios, muertes, abolición de ne a pedirle consuelo. en el altar vida. Eh. poco a poco; en el juego hay quedará, luciendo, como símbolo de esabolición y en la tragedia exaltación. Pero peranza, una de estas velas que se venes la misma diferencia de antes: de la suer den en la Cerería de la Soledad. La te a la fatalidad. De los que toman la po tienda se halla desierta; esperamos un lítica como si el poder fuera el premio gordo y de los que la aceptan como una mipoco; no nos atrevemos a llamar. de sión determinada. En fin, la diferencia de pronto aparece el cerero, y este cerero los que desempeñan un destino y de los que es la misma persona que el pintor, el cumplen un destino que en este caso no es marinero, el embozado y el recovero de personal, ni parcial, ni fortuito: es el destino nubes. Cinco en uno; cinco poetas en inevitable de una totalidad, de un pueblo. uno solo. Dos, tres, cuatro, cinco poeLa política es tragedia, de modo que no tas en la misma persona de Federico se debe jugar con la política. Es la trage.
García Lorca. De Federico García Lordia de la vida. Toda tragedia es política.
ca, que acaba de publicar un libro de La de Shakespeare, la de Calderón, la de poesías titulado Poema del cante jon (Pasa a la página 127. Pasa a la página 127. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica