REPERTORIO AMERICANO 315 años antes de morir, un flujo editorial reanuda su chorro, y no se detiene con la muerte. En 1886 comienzan a aparecer sus obras póstumas, y a la Derniére gerbe lleva la fecha editorial de 1902. Je refus el oraison de toutes les églises; je demande une priére toutes les ámes. Esta cláusula de su testamento le contiene íntegro. Bien entendida, ilumina al hombre tanto como a su obra. Es lo que hace George Brunet. Su pintura del Hugo visual, dinámico, de un animismo que dilata a impulso de su inspiración cualquier norma social, moral o religiosa; simplista en el fondo, por barroca que sea su manera de expresarse; lírico en esencia y mal psicólogo; con una fe en la inmortalidad que resume todas sus creencias; ochocentista en todos sus aspectos, incluso por su candida creencia en ei progreso mecánico y en que los avances científicos pueden llegar a influir en el más hondo espíritu, es una pintura en la que Brunet deja trazadas las líneas directrices de su crítica.
La entidad que pone en movimiento a Hugo es el vocablo palpitante. De su fuerza dinámica nace y se desarrolla toda su poesía. Pintor en palabras, cada una de ellas se desdobla en imágenes y en tropos de todo orden, como los verticilos de una planta, subdivididos en profusos involucros. La armonía sonora es en él tan poderosa, que la vocal dice Hugo mismo es la voz cantante; la consonante (sonat cum. el acompañamiento. el arte crítico de Brunet consiste en desmontar minuciosamente sus versos para mostrarnos de qué manera el efecto que nos producen está basado en la pura materialidad fonética de las sílabas hábilmente reiteradas o en contraste. No es fácil dar aquí una idea de ese trabajo de sutil interpretación, y el lector interesado hará bien leyendo el capítulo que se titula art de Victor Hugo. donde Brunet estudia el valor evocativo de la palabra, el de las imágenes, el movimiento y la construcción rítmica de sus versos, la forma estructural, la armonía y su descomposición microscópica; en fin, los temas caros a Hugo.
Amor, muerte, patria, el pasado, honor, derecho, justicia. Grandes vocablos. Gran retórica. Dans la téte un orchestre et dans áme une lyre.
Víctor Hugo en.
Todos ellos, y Guinard, ya establecido en Madrid desde hace años, y sus restantes colaboradores más jóvenes, llevan a cabo una labor digna de ser emulada por las instituciones nuestras en todos los países adonde España haya de llevar, o le importe no dejar que se pierda, su propia cultura. Entregados a su tarea, no descuidan el estudio del país en que la ejercen y aportan a su comprensión cabal investigaciones y juicios personales. No se limitan a dar desde su tribuna de conferencias o en sus aulas escolares, noticia del pasado, razón del presente de Francia. Saben buscar la nota armónica fundando la amistad en el conocimiento, Con motivo del cincuentenario de la muerte de Hugo, Guinard ha reunido en varias salas del Instituto Francés una colección interesante de por sí, cuyo primer atractivo son los dibujos y estampas aqui mismo estudiados días atrás por Juan de la Encina. Mas no es esto sólo. Las vitrinas de la Exposición contienen otros objetos cuyo valor dimana de su relación directa con el hombre o de su cualidad de testimonios de un influjo muy hondo.
Qué autor fué más leído en España que Víctor Hugo. qué personalidad extranjera se ha profesado mayor culto? Los viejos republicanos españoles veneraban al correligionarios que, nacido en la idea legitimista, supo ser del pueblo y encontró para los tiranos personificados en su Napoleón el Chico implacables acentos; los amantes de la libertad se lo sabían de memoria. No todos podían leerlo en francés; pero sus novelas principalmente, y desde luego las dos ayores, leidas y vueltas a leer, se encontraban, no ya en todas las bibliotecas, sino en muchas casas como únicos libros. sus poesías. qué atractivo no tuvieron sobre nuestros poetas? Desde las primeras traducciones románticas de Salas y Quiroga. Viene de la página 312)
del propio Zorrilla, no hubo cantor en quien no se pueda señalar algún rasgo, huella espiritual de Hugo. La oriental española, si renovó el romance morisco, inspirador a su vez del poeta, debió a Victor Hugo su emraque más perfecto, en el mismo Zorrilla, en Aroias, en los románticos menores. Aun los más alejados al parecer, Campoamor, por ejemplo, en su afectación de no haberle ledo, muestran deberle algo. después, cuánto encono en la repulsa, en la negativa, en el considerar pecaminosa su lectura, por parte de maestros y preceptores de antaño, contraprueba de su popularidad!
Hay en la actual Exposición un libro titulado Victor Hugo en América. que reune versiones llevadas a cabo por los poetas americanos de todos los países, en grueso volumen. Otro semejante podría hacerse de Victor Hugo en España; y si un Menéndez y Pelayo de nuestros días investigara, como aquél las de Horacio, en todos los poetas posteriores la huella victorhuguesca, no tendría quehacer.
Sin ser lo español que él creía, Víctor Hugo tuvo siempre algo muy español en su espíritu: la abundancia, la versatilidad, la grandilocuencia. Fué un Lope y un Herrera juntos; y con esto no comparo valores, sino actitudes. La caudalosa producción de Hugo corre paralelamente con la de nuestos dramáticos. Encauzada en un género, como tal vez se hubiera visto en tientpos diferentes de los que vivió, asombraría más aun. Pero sus días reclamaban de él no sólo aquellos versos que espontáneamente daba su numen, y con tanta profusión que aun después de muerto pudo hacerse, entresacando de piezas inéditas y borradores, una nueva compilación, la última gavilla. co mo vino a rotularse, y que quizá no sea última; sus días le arrancaban el drama y la novela para solaz de muchedumbres entus. stas y de lectores ávidos, incapaces de satisfacerse con la intimidad de la poesía, aun de la más narrativa y grandilocuente. Así, fué Victor Hugo un escritor universal en el sentido de que no le fus ajena ninguna disciplina literaria, adentás de serlo en el más noble y humano.
Convocados a dar gu opinión los escritores franceses por un periódico muy difundido entre el público intelectual, de todos ellos, aun de los que sienten la comezón de discutir a Hugo, surge el mismo testimonio.
Ninguno, creo que ha llegado a la concisión con que dijo su parecer André Gide, contestando años hace a la pregunta que le hacían otros pesquisidores. cuál es el mayor poeta francés? Víctor Hugo, hélas. fué la respuesta. Sin vacilación en el nombre: con cuántas reservas en la exclamación.
Su misma abundancia daña a Victor Hugo; porque, en verdad, si no es extraño que en él se hallen los equivalentes de todos los poetas que gravitaron en su órbita, no menos pueden reconocerse en sus versos de juventud, de madurez o de ancianidad los te mas explotados con éxito posteriormente: no sólo la impasibilidad de un Leconte de Lisle, el apresto filosófico de un Sully Prudhomme, la familiaridad de un Coppée; también notas más raras las de un Gautier, las de un Baudelaire, las de un Verlaine. nadie se le ocurre, ni al más empedernido filólogo, tomar un diccionario por libro de cabecera. eso es Hugo: un gran ciccionario, en donde se encuentra todo lo que se busca y algo más. Amamos al poeta de un solo libro. Hugo es innumerable, y por ello, demasiado imponente para suscitar amor sin dar a la vez idea de superioridad por su parte. no es que el poeta de un solo libro adsita al lector en pie de igualdad. Nunca se le arrancan del todo los secretos; pero la facilidad con que se le abarca permite hacerse ilusiones.
Por esto, una Exposición como la de Madrid, que acerca el poeta como hombre a la curiosidad momentánea, despertadora tal vez de una intimidad duradera, tiene tanto interés. Abre como una brecha de emoción que puede hacer más fácil el conocimiento.
Víctor Hugo recordó siempre el Madrid de su infancia. Justo es que en la hora conmemorativa su culto no quede sin devotos: el Instituto Francés los convoca desde sus vitrinas, en delicado homenaje, tan honroso para el poeta como para Madrid.
OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 50 varas Oeste de la Tesorería de la Junta de Caridad.
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