138 REPERTORIO AMERICANO manidad, y les diste la noción de que EN Nueva York. con The Franklin Square Agency también podían salir al camino de la vida plácida a recibir un sol de justicia.
suscrición al Repertorio Americano.
Nuestro proyecto de viaje a Serbia ha quedado trunco por la mano de la fatalidad. Hubiéramos podido con él sinen todas direcciones, llegó a pensar con cerar muchas cosas nuestras y sentir aparente serenidad en el suicidio. Años que no somos solos en el mundo. Que de tristeza, años de abandono, hasta que también en esa tierra tan lejana, hay un día, en un viaje ocasional a Medellín, hombres de cara aguileña, que ofrecen Dios se le mostró y prendió de nuevo la vida por cualquier cosa y que se la llama del amor ante la hechizante apiadan de los demás como si fueran mujer que supo comprenderlo Reaniños.
nudó la canción y se sintió con alas. La Lo que más me duele es que no te vida, otra vez risueña, se le mostraba hubiera sido dado luchar contra tu des tan límpida y tan fácil!
tino oscuro y burdo. Porque tu contex Acababa de ser nombrado cónsul en tura era para morir en pie y para caer Europa. Se aprestaba a partir, de rede una manera erguida. Eso me duele greso a los veinte años en la ilusión, en el fondo de mi alma, de mi alma san con la esperanza de encontrar lo que tandereana, que quisiera siempre que en su printera juventud había dejado.
ciertos hijos de la tierra mía fueran llo Conocía todos los puertos, había bebido rando entre los claros de las narraciotodos los vinos, había leído todos los nes heroicas, cuando se rememoran las libros, había vivido todas las aventuras.
hazañas, y se evocan también las horas Nada del mundo le era desconocido. De duras de la lucha.
su visión panorámica trajo el sentido del No lo quiso así el hado, y te llevó con bazar, la frase rica, la comparación ru muchos seres inocentes de la fatalidad tilante, la curiosa manera de asociar que los aguardaba, hundiendo a la gran ideas que hizo su estilo inconfundible.
ciudad hospitalaria que te había dado Ahora, iba a repasar sus visiones, en la el nuevo sendero de vida, en un dolor jugosa madurez, con una agilidad menque nos alcanza a todos, tal en que pocos lo igualaban, reflexivo ya, pero con maravillosas horas de loJoaquín Quijano Mantilla cura, con encantadores caprichos, y lleBogotá, enero de 1935.
vando del brazo a la deidad ante la cual su espíritu esiaba de rodillas. Ciudades Bajo una impresión de horror y de de hechicería, golfos azules, ríos sem dolor, pasada la media noche, recibimos brados de leyendas y castillos, obras de la noticia de que Jaime ha muerto. Jai arte en los museos deslumbradores, mume Barrera Parra, el amigo queridísimo sica ensoñadora, aviones para entrarse ante todo, aplastado bajo el techo de al cielo, góndolas para sentir el arrullo un teatro que se derrumba! Jamás pa de la vida, y todo con ella al lado y con só por su imaginación, muy dada a ella en el corazón, para que súbitamente conjeturar situaciones acerca del final la cal y la arena del final reposo cayede la vida, ese género de muerte. El ran sobre el idilio, sobre el arrullo, so tenía empuje y figura para caer en un bre la existencia misma, y lo taparan y combate, hecha vapor por el fuego del lo extinguieran todo. La vida es cotiarrojo su sangre santandereana. Se adi diana. habría repetido Jaime con el vina su grito casi bárbaro, lleno de jú francés pesimista. habría dicho cotibilo por la acción gloriosa, al clavar en diana por no decir estúpida.
la frontera la bandera de la patria. Jaime ya no es. Jaime se fué sin eshubiera muerto frente a otro hombre, cuchar la hora, que generalmente se cara cara, en un arrogante desafío anuncia por trece can panazos. Cuando por sus ideas, liberal hasta la médula, doce han sonado se aproxima la muero por defender, como Cyrano, la belleza te. En sus brazos se oye el décimo terde un poema, la gracia de una canción, cero, que es el agorero, que es el que la divinidad de una sonrisa.
trae el frío y el sudarío el sepulturero jamás, bajo el barro reseco, bajo los y el hoyo. No debió sentir nada. De la adoquines de una construcción defecinfinita suavidad al lado de ella, el vuetuosa.
lo repentino a las nubes. Alla ha debido Sin embargo, así murió. Nadie escoge abrir los ojos sin darse todavía cuenta su muerte ni su hora. Porque Jaime de lo que le ha pasado. Muerte feliz cae en el momento en que toda su men quizá, a pesar del horror que prende en te, en que todo su cuerpo, en que todos la imaginación la noticia. Pero muerte sus sueños eran un salmo de gratitud inmerecida, cobarde, cruel para el lu y de entusiasmo a la vida. Acababa de chador que era él, tan amigo de pelear entrar al florecido jardín que las manos todas las batallas bravas: Era el sandel amor habían sembrado, enloquecido tandereano típico: bueno hasta la en él por la virtud, por la dulzura, por la traña y exaltado hasta la desesperación, inteligencia, por los ojos de su companiera.
Vivía la luna de miel, que su hasta el disparo, hasta la muerte por combustión, por explosión, menos por lealtad anlielaba prolongar hasta la hora vespertina de los cabellos blancos.
aplastamiento. era el hombre que baPara entonces almacenaba emociones y recuerdos. Era el hombre fundamentalmente de hogar, que al perder a su esEN BUENOS AIRES, de care solicitar el posa y quedar con tres niños, como un Repertorio Americano, a la EDITORIAL PAN AMEleño que la tormenta implacable llevaba RICA. Bolivar, 375. jo la ruda corteza no había dejado perecer al niño.
Jaime era un niño grande, en sus en tusiasmos, en sus gustos, en su bondad, en su énfasis. Como escritor sabía preparar el jugo de cantáridas y el agua lustral y lo que Shakespeare llamaba la leche de la ternura humana. Nadie como él para adivinar lo recóndito, ni para resumir en una frase honda, de apariencia sencilla, todo lo que salta de la emoción, amarga o placentera, porque si sus comentarios eran risas, sus palabras de duelo, de compasión, eran lágrimas. Se presentaba el conflicto y él gritaba. Fuego! Terminaba el conflicflicto y era él quien primero llegaba con el bálsamo y las gasas. Sabía herir, pero sabía abrazar. No cultivaba las pasiones. Jocosas eran sus apreciaciones sobre la política, pero mortales. Veía el lado ridículo de la farsa, de la agitación, y lo mostraba en sus espejos. Eran convexos y cóncavos. Nadie como él tan enemigo de lo plano, de lo que pasa por sensatez o por mediocridad, que en este mundo raro viene a ser lo mismo.
Páginas suyas hay de antologia, cantos a su raza que perdurarán, frases de terciopelo y frases de estopa, para la caricia o para el incendio, llenas todas de esa sustancia que no tiene nombre pero que es el quid divinum de un escritor de raza. Reía de la gramática y del atildamiento. Inventaba vocablos. escribía con rapidez su prosa suelta, de colores alegres, sápida, como gustaba decir, de una profundidad a veces que se diría de inspirado. Se sorprendía des pués de la impresión que producía. Cuando un día, en ausencia suya, los compañeros que en esta casa lo sabíamos querer con toda el alma quisimos expresar nuestra satisfacción por la aparición de su prinder libro, y le dedicamos un número del suplemento literario a guisa de homenaje, su gratitud balbuceaba. No hallaba la manera de decir su complacencia y su sorpresa. Algún chiste disimulaba su emoción. Por dentro, el hombre bueno lloraba.
Una falta inmedible hará Jaime Barrera en el periodismo colombiano. Su nombre era tan popular aquí como en Medellín, en Barranquilla o en Bucaramanga.
Estas cuatro ciudades de su vida, a las que amó con frenesí, tendrán que ponerles crespones a sus escudos respectivos. Antioquia fué cantada por él en poética prosa como no lo ha hecho ninguno de los nacidos fuera de su suelo. El escritor de veta nacionalista tan profunda y tan ancha, habló bien siempre de los lugares en donde estuvo.
Los quería porque se hacía querer. En él todo era sencillez, generosidad, bondad, que se revelaba principalmente en los estados en que otros hombres se muestran agresivos. Enfilio Murillo, que suele tener iluminaciones para esos apodos que pone y que son síntesis, lo lla maba Don Bosco.
Falta inmedible le hará Jaime Barrera Parra al periodismo colombiano, pero mayor será la que sentiremos nosotros por la ausencia del amigo. Lealtad y franqueza santandereanas las suyas, co.
a Pero no. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica