Socialism

REPERTORIO AMERICANO 55 que dan resultado opuesto al que se debe buscar Se ha observado que cuando se exhibe a niños franceses la serie de películas de la guerra que han estado de moda, los chicos, ante los dolores que desfilan, no piensan en luchar para evitar el fratricidio, sino que exclaman, ensoberbecidos de rencor. Qué criminales son los enemigos! juran vengar tanto horror. De qué manera. Abrigando en el secreto de sus almitas una revancha más o menos remota, pero revancha, al fin. Cuál. También la guerra. Somos cinco personas de mesa. El servicio se hace casi automáticamente. Madame Barbusse dirige todo con los ojos, claros y chispeantes. Nadie quiere perder una sola palabra de cuantas pronuncia Barbusse. Los nombres de Wagner y de Bach son pronunciados con unción por él. Pasamos al estudio. Barbusse pone la vitrola en movimiento y va tarareando las piezas. Madame Barbusse muestra algunos cuadros de que es autora y él opina sobre los pintores modernistas. Cambia en seguida los discos musicales por otros de lenguáfono. españoles, en honor mío, y Barbusse los sigue con el mismo cuidado y emplea el mismo tiempo que un niño al descifrar lecciones de silabario. Dice: Asi como ya sé algo de ruso, mañana podré saber algo de español Los problemas de la América Española me preocupan de verdad. Algún dia iré allá, sin duda. Desde México me invitan los estudiantes. aunque no vaya a América ¿qué pierdo con aprender la lengua. Yo creo que toda actividad, aun la más opuesta a nuestras aspiraciones inmediatas o futuras, nos es útil, máxime cuando pretendemos que se nos crea escritor. Hay que saber de todo, pero hay que dar finalidad moral a nuestros trabajos. Yo, que he vivido tantos años donde Laffitte, entre libros y revistas, no puedo negar que el tiempo que pasé en el Estado Mayor, haciendo cálculos, me ha sido de tanta o mayor utilidad que el período de incubación literaria.
a Barbusse, como he dicho. El deseaba que yo escribiera en Monde. Lo intenté, pero nunca pude tomar el tono necesario para que el Consejo de Redacción aceptara mis artículos.
Desteñidos en cuanto a política, Barbusse los recomendaba por lo que podían significar como información acerca de la América Española, pero no podía imponerlos. Sin embargo, y como él deseaba ayudarme a comer, estimándome víctima directa de un régimen de fuerza implantado transitoriamente en Chile, me tomó como profesor de español. Empecé a enseñarle, pero él sabía ya bastante y mis lecciones se limitaban a conversar con él. Naturalmente, Barbusse me pagaba y yo tenía escrúpulos de que así fuera, puesto que el que aprendía, y de todo, era yo. Alejados por las circunstancias, nunca ceso de escribirme. Hubo un período, sin embargo, en que no tuve sus noticias y en que no contestaba mis cartas. Fui a París y le expuse mi sorpresa. Supe entonces lo siguiente: que determinados elementos políticos interceptaban la correspondencia de Barbusse.
Querían darse cuenta, según me contó él mismo, de quiénes eran sus amigos, sus corresponsales, o sea, determinar a una serie de individuos peligrosos. me aconsejo. No me escriba. Si a mí, que no oculto mis ideas, me parece doloroso ser perseguido por ellas, cómo sería de irritante para usted verse envuelto en semejante lío nada más que por el pecado de no tenerme miedo.
Lo dijo con pena, pero con hombría generosa.
Pasado algún tiempo, volví a escribirle. Pidiéndole un servicio, esta vez. Rogándome que me enviara, para Express. respuesta a esta pregunta. Qué piensa usted de la América Española? vuelta de correo recibí dos páginas con letra tupidita en que, en francés, decía lo que doy traducido. Siempre he tenido y no he perdido ocasión de decirlo, gran amistad por los pueblos de la América Latina. Su destino es para mí de un interés constante y profundo. Sin erbargo, la pregunta es tan vasta que me pare.
ce difícil contestar a ella sin abusar de la paciencia de los lectores de Express. con quienes me complace entrar en relación y a quienes saludo cordialmente. Con todas las reservas de detalles y de matices que significan generalidades de esta indole, diré que es probablemente en las na.
ciones de la América Latina donde en momento determinado se hará sentir con mayor intensidad el progreso de la actual civilización. Quiero decir que vendrá, en un porvenir no muy lejano, el momento en que eilas serán el foco más activo de la civilización nuestra Para emitir este juicio, que pudiera parecer prematuro o gratuito, me baso, primero, en la consideración de que los pueblos de la América Ibérica son el conjunto más importante de pueblos jóvenes existente actualmente en el mundo, ya que su historia no comienza sino hace un siglo. Por otra parte, ia calidad intelectual de la mayoría de esos pueblos, sus recursos ideológicos, su ardor natural y, por fin, el hecho de que su organización y su conciencia sociales no estén sino relativamente en sus ensayos, todas estas consideraciones me hacen pensar que su evolución ideológica y social será más rápida que la de pueblos como España y Francia, por ejemplo, sobre cuyos hombros pesa una larga historia y viejas tradiciones. Creo, pues, que las naciones latinoamericanas aprovecharán con ritmo rápido la experiencia de las otras naciones y que adoptarán cuanto antes los nuevos y fértiles principios de organización colectiva, tanto más que hemos llegado a un período histórico en que se ve claramente lo que han dado y son capaces de dar los diversos sistemas y regímenes sociales y políticos. Pienso que la bancarrota del sistema capitalista y la auto destrucción evidente a que asistimos en todos los países viejos, permiten juzgar que el antiguo sistema ha hecho su época y que hay que rechazarlo, así como también hay que defenderse de las tentativas fascistas, que no hacen sino agravar el problema. El porvenir está, sin duda, junto al socialismo, es decir, junto a la cooperación internacional de los trabajadores, de la justicia social, de la igualdad política. Pienso por eso que el ejemplo triunfal y ya prolongado de la desde puntos de vista económico y social, tendrá influencia creciente en países apenas despertados y tan ricos en posibilidades. Contra las grandes concepciones claras y sanas de transformación social que se imponen por todas partes, países como los de la América Latina no presentarán la resistencia instintiva y ciega de los pueblos momificados, asfixiados por un largo período histórico.
Junto a esta respuesta, por no decir profesión de fe de Barbusse, venía una esquelita en que me preguntaba. No tiene miedo usted de desacreditar su diario con el nombre de un colaborador como yo? Sonreí en la sombra, llegando a suponer a Barbusse poseído de delirio de persecusión. Tenía razón él, sin embargo, ya que días más tarde alguien me hizo el reproche consiguiente: No publique usted cosas de Barbusse. Por qué? Porque no cree en Dios.
Le contesté entonces y lo afirmo ahora. Barbusse creía en Dios tanto o más que usted, puesto que luchaba por no traicionarlo.
Después de almorzar, Madame Barbusse, tal vez para sacar al escritor de cierto mutismo de que está poseído hoy y que en él es raro, propuso. Quiere ir a Ermenonville. Está cerca de aquí. Es el sitio en que Rousseau. Barbusse le cortó la palabra: Vamos, pero no anticipes nada. Yo sabía, naturalmente, que Juan Jacobo había meditado en aquellos bosques que fueron de su predilección y que su cuerpo estuvo sepultado alli antes de que se le trasladara al Panteón. Llegamos allá. Nos internamos en la espesura. Bosque digno de grabado romántico, con lago, con cipreces, con cisnes sobre el agua.
Al fondo, en una isla circular, como en plataforma aérea cercado de árboles gigantes, un túmulo: el de Rousseau. Epitafio lírico. En torno al túmulo, bancos para los pensativos o filósofos. Bordeamos el lago, en silencio.
Barbusse casi no habló. Ganamos nuevamente el automóvil y, ya en marcha, me dirigió esta pregunta. Cree usted en la bondad innata de los hombres? No alcanzó a esperar mi respuesta, pura agregar. Qué tema. Ya sabe usted cómo se ha diseutido esto! Sin embargo, algo hay que es indudable: la vida, generalmente, hace peores a los individuos. Cómo explicarse, si no fuera así, que aun aquellos que han visto de cerca una guerra estudien los modos de desencadenar otras?
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