EDITOR: García Monge REPERTORIO AMERICANO 3317 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Correos: Letra Suscrición mensual: 00 Ropresentante on Hispanoamérica: Alfredo Piñeyro Téllez (El semestre, 50 EXTERIOR. El año, 86. 00 am.
Giro bancario sobre Nueva York.
Desde que Garrison fundó su Liberator no hubo paz en la Unión: cómo crecen las ideas en la tierral José Marti.
En el tributo a un fabulista del Pirineo Por PEDRO MOURLANE MICHELENA Del No. del excelente mensuario Atalaya. Lesaca, en el Bidasoa. Navarra, España.
ce.
Se ha pagado en Guipúzcoa tributo al fabulista Iturriaga. Autor este poeta de apólogos originales en vascuenTradujo también al idioma milenario bastantes fábulas de Samaniego.
Ilablamos ya en El Sol de Iturriaga.
Un recuerdo aquí a don Félix María, Señor de las cinco villas del valle de Araya, y pequeño La Fontaine del Pirineo, será acaso oportuno.
Eres empero cigua sus ojos en los ojos dulces del animal y, sorbiendo rapé, contesta. Hablas, amigo mío, no como can, sino como león: como león ibero porque el francés de mi casa de fieras ha aprendido a rugir en el conservatorio. qué? El de la Biblia tenía en la boca un panal de miel.
can hijo de can, lobo de salón, has contraído al pie de los baluartes de La Guardia, la manía afanosa de grandezas. Querrías, te lo conozco, ser unos años perro de regimiento, ir a la guerra, volver con los tambores de la canción que ha venido de París, para nuestras damas; El perro Troix jeun tambours en revenant de guerre Le plus jeune a dans sa bouche une rose.
Félix María de Samaniego Un Rioja alavesa, La Guardia: Don Félix María de Samaniego viene de ver cómo el aire menea los chopos. Ha salido muy de mañana con bastón, escopeta y perdiguero. Por un dia así de transparente dá el fabulista las trece onzas de oro de sus arras.
que es prestado, esperaba algo más del caballero madrugador. Se lo decía con los ojos, rubricándoselo icon rabo. Te venteo la perdiz. Te paro en punta la pardilla que salta al pie de!
Toloño? El cazador no quería cazar y en llegando a un soto se ha tendido a leer uno de estos libros que llegan de Francia. Este que tiene en las manos es de Buenaventura Esperiers y Se llama Les recreations et joyeux de vie. Este don Félix piensa el perro hace mal en traer tales facecias, ta! cs jueves gordos a un campillo honesto de Alava. Dicen que es un atilda do que se educó en París y que vive ahora en invierno en Vergara. Francia mue.
ve estos días guerra redonda. Zumban doquier, cantan bocas de mosquetes y de mosqueteros. Guerreamos y amamos declara Scarrón para ganar la tiesus delicias.
Un Samaniego católico, a la española, no dejaría de argüirle que las potestades del mundo se desmoronan pronto y los privilegios más altos son de arcilla. Todo se muda y se pasa aquí abajo, les diría, y es el tiempo un río de sombra que al fluir hacia el no ser, nos anega.
Ustedes se han entregado con morosidad golosa ol poder que les elabora ciencia y dicha. Al abrigo de los cañones se hacen una arcadia tibia donde pecar con los cinco sentidos. Cantan ustedes la vida tuba miran spargens sonum como si la primavera no se marchitara unas horas después.
Un Samaniego a la española, un Sánchez de Samaniego, replicaría así, pero este de ahora es un desmemoriado.
Lleva con todo la sangre del fundador taciturno de la casa, aquel que en un cleo de la capilla deja que se le derribe la frente sobre la mano: aquel ya casi borrado en la pintura que dispara aún a la media tiniebla sus pensamientos fosforescentes. Aquél supo combatir como bueno amar. Un día relamira con pagueó más allá de los mares la espada que ahora se esfuma al cinto. Era quizá el capitán alavés del romance, el que rondó a una que se fué al con vento. a una belleza helada torre como la de Bocangel de altivez y de primor. Por sus ojos dice el romance un rey podía penar. un rey y un Sánchez de Samaniego su vasallo.
amor irreparable fué cilicio para el pecho que ahora se cuartea y aridece.
Codició el caballero bienes de sustancia perecedera: el oro el saber el mando. Qué quieres. se preguntó a sí mismo Su respuesta fué española. todo! Ei ábrego vino, el ábrego moral de siempre le agosto. La acedía le desasia flacamente de seres y de cosas. Qué quieres ahora. se preguntó, y la respuesta fué española. nada! El caballero decidió ntorar, que es perecer poco a poco, aquí. Tenía treinta y cinco años y le plateaban ya las sienes. Era alto, seco y sobremanera distinguido.
Tres años más, tres solamente vivió para la penitencia y la limosna. Se erguía aun alguna vez a amparar el derecho decaído. Cazaba con un mi abuelo perdiguero fino como yo y cazaba sólo por procurarle pieza. Era el caballero de la derrota el que jugó y perdió y se daba a libaciones de hastío.
Este Samaniego que está leyendo historias demasiado humanas no es como aquél. Este, según susurran tiene en Vergara en el Seminario una casa pueril de fieras. Es un fabulista, es un hombre ligero. Don Félix María se vuelve de pronto hacia el perro, apaSueñas con la vida de corte y de gran porte. No te lo reprocho, pero es mejor que te mantengas sencillo y sobre todo fiel a tu naturaleza. No vayas a la capilla a oir otra vez el soliloquio febril del caballero. Tú llenarás un papel en mi casa de fieras, te llevaré en octubre a Vergara a mi casa de fieras, y allí estarás más cuidado, te lo prometo, que en la de mi amigo y enemigo Iriarte. Mi comedia, como la de La Fontaine, es de cien actos diversos: todas las virtudes y todos los vicios encuentran allí la boca que los pregone.
Un perro de fabulista si se atiene al salario puede vivir con holgura. Yo además retribuyo mejor que Iriarte, que Rentería y aun que Pisón con ser este ministro togado del Real Consejo de la Guerra Bien es verdad, que entre los cuatro soy el primero. Soy la voz, ellos el eco y otros hay todavía que son la resonancia. Ven y harás oir tus moralidades en dos patas sobre el tinglado. No es menester que te encarames una sola hora tempestuosamente sobre el coturno. Nunca se ha encendido allí la cocina con fuego hurtado, a la prometeica, a los dioses. Mi tío el conde de Peñaflorida, me ha obligado a abolir la tragedia y tu papel entonces, ha de ser algo casero.
Te habituarás al juego de la comedia, que como se dice en una epístola de La Fontaine, a monseñor Huet, obispo de Soisons es de intereses enmascarados. Cuando seas ducho y tiendas una emboscada al palomo, el mico te apresará con un lazo el pie. Mis personajes no toman la vida alto para ofrecerla porque ponen sobre la dignidad el ingenio. Nunca ha sido para caballeros como el de la capilla la lección astuta de los apólogos: lección después de todo vieja como el (Pasa a la página anterior)
en Imprenta «LA TRIBUNA. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica