REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1935 Jueves 28 de Noviembre Tomo XXXI Núm. Año XVII No. 739 Antonio Eca de Queiros habla de su padre Manuel Cossio (y 2)
Grafitos Figura humana Los desalmados Nicoya Con el Sr. Inman Hmanizaciones El mayor poeta de España SUMARIO Gabriela Mistral Perdonada Eglantina Américo Castro Poesias Manuel Gonzalez Prada Aire para besarte.
Max Jiménez La conquista del desierto Salidas de Pio Baroja.
Antonio Olver Belmás Siembren ayotes Francisco Amighelli Libros y autores Juan del Camino. Qué hora es?
José Carner Tenía razón mi abuelita Azorín Un eslabón de la cadena Annie Vivanti Jorge Carrera Andrade Alejandro Carrión Luis Heysen Francisco Luarca Rafael Cardona Antonio Espina Antonio Eça de Queiroz habla de su padre Por GABRIELA MISTRAL De El Sol. Madrid. Julio de 1935.
Antonio Eca de Queiroz trabaja en el Patronato de Propaganda de Portugal. Es un lisbonense elegante, nervioso y de una conversación trufada de ingenio. Sabe su Lisboa que este hijo lleva entera la estampa corporal del padre, y se la disfruta en las redacciones o los cafés de la ciudad. Saben los que le tratan que es un buen escritor, y que al revés del hijo amargado con el tremendo peso del nombre, él lo lleva en una bella conducta filial. Su pasión paterna es al mismo tiempo fuerte y mesurada.
El jefe de la repartición en que trabaja, escritor Antonio Ferro, con la sagacidad que es una de sus virtudes de jefe, llevó a él y a su hermano a esa oficina, que es un malecón de desembarco diario para extranjeros. Los escritores invitados a Portugal agradecimos como una fina politica gremial el que nos dieran a los Eca de Queiroz por guías y compañeros de la larga excursión. Portugal nos Eça de Queiroz mantenía dentro de la presencia suaDibujo de Eduardo Alvarez ve aguda de su novelista, bien conocido y mejor amado de nosotros. Llegá res y no hacía con su talento el sabido bamos a la ciudad de provincia, como juego de espejos para cegar al exBraga o Viana, o parábamos en un traño.
pueblo de idilio marítimo, como Naza El encanto que había probado el reth, de la mano del desaparecido, nórdico en su trato de mi padre era que es el más viviente patrono del cosa común en quien se llegaba a él: Portugal había una verdadera magia en su ma Mi padre era lo menos posible el nera, y la sentían la clientela de saescritor con el oficio a la vista. Sus hi lón como el rústico. La humanidad tojos, viviendo con él en París, no cono tal que había en él, y no la búsqueda cíamos su oficio verdadero. Cuando del interlocutor, le ganaba sin el meentramos al país después de su muer nor esfuerzo esa simpatía que le allate, nos sorprendió el homenaje que nó siempre cualquier gestión ardua Portugal hacía a aquel que para nos entre las gentes.
otros era sólo padre profundo y des Como muchos ironistas, pero yo creo pués el funcionario.
que más que cualquiera, este burlón Esta ignorancia de su categoría in era en la vida de familia un tierno, telectual estaba en buena parte del además de ser un delicado. Guardacírculo de sus relaciones extranjeras. mos de él la estampa más dulce de paUn diplomático nórdico hablaba una dre. No tenemos necesidad, como el vez a un lusitano en este tono azora hijo mimador de la memoria paterna, do: El cónsul de ustedes en París es de esmerilarla ni mucho ni poco: su un hombre extraordinario. Sabe es vida doméstica fué perfecta.
to el Portugal?
Trabajaba en la oficina consular a El lusitano le devolvió el informe lo largo del día. Los portugueses frebien manido: su país se dio cuenta de cuentadores de París se acuerdan de la categoría de Eca de Queiroz desde un funcionario cumplido que les serlos primeros tiempos; pero él, gran vía los datos consulares y les regalaba señor, era hombre de extremos pudo largamente su conversación preciosa.
Escribía por la noche, y generalmente de pie, sobre su mesa alta, o medio sentado sobre un taburete que allegaba a ella. Su escritura era fácil; pero él desconfiaba de su don, y sus originales conservados prueban que corregía bastante. Esta probidad estaba derramada sobre su carácter entero.
Su acérrima crítica de las costumbres la habría ejercido lo mismo si nace en otro país: era el miembro de una convivencia nacional que la quiere óptima y la hostiga para ello con una exigencia tenaz. En la Ciudad y las sierras habla tan viva, que casi sangra su nostalgia del país. El cosmopolita, que nunca fué un descastado, escribió aquella deliciosa fábula bipartida de París y Portugal desde una saudade de patria cuya intensidad pueden sentir solamente los que, como él, son individuos de raza en pleno.
El no probó sinsabores de pobreza ni lucha alguna por hacerse una situación. La posición de su familia era ventajosa; su matrimonio lo llevaría además a la alianza con otro gran linaje: el de doña Inés de Castro.
Usted conoce algunos elogios de escritores portugueses contemporáneos de Eca de Queiroz que andan en sus notas contemporáneas. El tono del elogio de Quental era el suyo corriente para hablar de los hombres mejores de su tiempo. El rebalsaba siempre la justicia hacia una generosidad voluntariamente crecida. Era de los que no sólo dejan vivir al colega, sino que le ayudan a prosperar. Su conocimiento de los hombres le acarreaba del lado de los mediocres una ácida melancolía, y le proporcionaba un gozo vivo en el encuentro de los hombres de élite. Reconocía al hermano de casta y le honraba sin regateos.
Sí: su popularidad ha sido enorme y se ha sostenido sin relajo. Usted la conoce en su América del Sur, donde yo, viajero también de esas latitudes, pude darme cuenta de ella. El caso español y el francés son semejantes.
Es el hecho nada cotidiano de un arte novelesco lleno de fineza en la fábula y de elegancia en la lengua. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica