REPERTORIO AMERICANO 227 Quiere Ud. buena Cerveza. Tome Selecta No hay nada más agradable ni más delicioso.
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entrado por su puerta el deán de Santiago, don Illán, a través de la materia y a través del tiempo, ha leído el alma de este hombre. Este hombre es un ingrato.
Ya se dispone don Illán a comenzar su conferencia, cuando aparecen unos mensajeros que le traen una carta al deán. Hemos olvidado decir que el deán es sobrino del arzobispo de Santiago. En la carta se le notifica una grave enfermedad del arzobispo El deán contesta con otra epístola, diciendo que siente mucho no poder ir a acompañar a su tío. Dende a cuatro días llegaron otros hombres a pie, que traían otras cartas al deán en que le fazia saber que el arzobispo era finado. Se preparaba en aquellos momentos en Santiago la elección de nuevo arzobispo; todos deseaban elegir al deán. Transcurren siete u ocho días más y aparecen dos escuderos muy bien vestidos y muy bien aparejados. los cuales escuderos se llegan hasta el deán, le besan reverentemente las manos y le entregan una carta en que se le notifica que ha sido elegido arzobispo de Santiago.
Ya tenemos a nuestro deán hecho arzobispo electo. Ya rebosa de satisfacción. Ya se ve en su palacio de Santiago sentado en uno de esos sillones de terciopelo, con bordados ricos de sedas en que más tarde había de poner Antonio Moro algunos de sus personajes regios. Don Illán da la enhorabuena al electo arzobispo. como don Illán ha sido generoso con él enseñándole su ciencia nisteriosa, don Illán ruega al arzobispo que el deanazgo vacante lo provea en un hijo suyo. El arzobispo.
cortés y atento, se dispone a acceder a la petición de don Illán; sin embargo, deseaba exponerle una cierta consideración. El le rogava que quisiese consentir que aquel deanazgo lo hubiese un su hermano. Nótese la irreprochable cortesía del electo arzobispo; el deanazgo es para el hijo de don Illán: no hay más que hablar de ello; mas él, el arzobispo, ruega a don Illán que quiera consentir que sea para un hermano del arzobispo con quien el arzobispo tiene un grande y antiguo compromiso añade: Más que él le faría bien en la Iglesia en guisa que él fuese pagado, y que le rogava que se fuese con él a Santiago y que levase con él a aque!
su fijo Ya están todos en Santiago. El arzobispo es un buen arzobispo; todos le quieren bien; él es bondadoso con todos.
Al cabo de algún tiempo llegan unos mandaderos del papa.
Ha vacado el obispado de Tolosa; para esa sede nombra el papa al arzobispo de Toledo. Entonces don Illán pide con mucho encarecimiento que el arzobispado vacante de Santiago sea para su hijo. De nuevo torna a darle la razón el antiguo deán a su amigo y bienhechor; pero le ruega que permita que este arzobispo sea para un tío suyo, hermano de su padre. don Illán dijo que bien entendía que le faría muy gran tuerto, pero que le consentía en tal que fuese seguro que gelo enmendaría en adelante. De muy buen grado se lo prometió el arzobispo, y rogóle que fuese con él a Tolosa y que llevase a su hijo. Ya están todos en Tolosa los dos años llegan otra vez mandaderos del papa. El papa ha tiomibrado cardenal al obispo; el obispado de Tolosa puede darlo a quien quiera. Aquí tenemos a don Illán de nuevo solicitando la vacante para su hijo; tantas veces han fallado sus pretensiones, tantas veces el favor de ha sido denegado, que parece absurdo que ahora no se le cumplan sus afanes y el obispo le dé una nueva excusa. Pero así es, desgraciadamente. El nuevo cardenal ruega tan cortés como siempre que el obispado vacante de Tolosa sea para un tío suyo, hermano de su ma don Illán quejóse mucho, pe10 consintió en lo que el cardenal quiso, y fuese con él para la corte.
Ya están todos en Roma. El nuevo cardenal desempeña admirablemente su cargo; gran consideración le guardan los demás cardenales. Ocurrió que el Papa falleció; los cardenales eligieron por Papa al antiguo deán de Santiago.
Ha llegado la ocasión ipor fin. de que don Illán pueda ver colmados sus deseos Su amigo no podrá tener efugio alguno para hacerlo. Al papa representa don Hillán lo que espera de él. cl papa dijo que no le afincase tanto, pues siempre habría lugar en que le hiciese merced según fuere razón. Entonces don Illán, amargado, desesperanzado, se lamentaba con palabras ardientes. Estas palabras pusieron en indignación al papa. El papa, apurada la paciencia, reprochó su pesadez y pertinacia a don Illán. Más hizo: le amenazó con meterle en prisión si persistía en su actitud; puesto que él, don Illán, era un hereje y un nigromántico, ejercitador de reprobadas y diabólicas artes. Cuando esto oyó don Illán, no quiso permanecer más en Roma. Ni para el camino le dió el papa, su antiguo amigo, un viático.
Lector: Todo esto que nos cuenta un gran aristócrata, nieto de un santo y rey a la vez don Fernando. no tiene nada de irreverente. Todo es una ingeniosa ficción. Al llegar el relato al punto en que lo hemos interrumpido, brúscamente, mágicamente, el deán de Santiago y don Illán se encuentran los dos en la cámara subterránea de Toledo.
Don Illán ha visto, en un segundo, a través de la materia y el tiempo. Despide at deán y él se come solo las perdices preparadas para la cena. Don Illán había adivinado que si él tuviera con este hombre la generosidad de enseñarle su ciencia, este hombre luego no sería agradecido con él.
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