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REPERTORIO AMERICANO 19 Ilusión y conquista.
las columnas de la prensa servil. El criollo jamás los ha palpado. No son hechos para el tacto esos imperialistas millones ilusorios. Economía y colonia je.
portación de ese mismo quintal de arroz desde los puertos de la China a la boca del Hudson.
Pero ocupémonos, pues que ella es el escenario de nuestra tragedia, de la millonaria tierra puertorriqueña donde el nativo no vive, sufre; no sufre, muere.
El área territorial es de unos once mil kilómetros cuadrados, casi toda fértil y propicia al más variado cultivo. La meseta interior llega a un promedio de dos mil pies sobre el nivel del mar. La latitud es grado 18 Sobre este paralelo descansa la base del rectángulo que, tendido de Este a Oeste, forma el país.
La cordillera es paralela a la costa Sur, donde la vertiente es precipitada. La llanura de esa costa es la más fértil del país y en ella están emplazados los dos latifundios yanquis más ricos: la central Aguirre. sobre puerto de Jobos, en el Sudeste, y la central Guánica. sobre la ensenada del mismo nombre, en el Sur. Llueve relativamente poco en esta región y el cultivo de la caña se hace a base de riego.
La vertiente Norte es más extensa y el declive más gradual. Abundan los rios de corriente permanente, pues la lluvia es abundante, resultado de los alicios, que soplan del Atlántico.
La riqueza minera está por desarrollarse.
Existe oro, cobre, mármol, etc. Hay una gran mina de manganeso, en el Sur.
La producción azucarera ha pasado de 1, 125, 000 toneladas anuales.
En la meseta, el cultivo del café ha sido intensísimo. Esta agricultura es cordial, como se sabe para con otros cultivos, y el banano, que allá llamamos guineo, el plátano, la yautía, la yuca, la malanga, los granos, la naranja, la toronja, etc. se producen ricamente.
Es mundialmente famoso el tabaco de nuestras vegas.
Sobre esta tierra bendita, productora desinteresada de millones, podría el nativo vivir, aun en nuestros tiempos crueles de crisis, en una sobria felicidad. Veamos cómo ha perturbado este sencillo paraíso la serpiente demoníaca de la voracidad imperialista.
Con cuentas de colores, con espejitos tontos, ganó la simpatía de los aborígenes americanos el navegante que trajo al nuevo mundo la civilización de Occidente. El imperialismo contemporáneo, menos preocupado de motivos altos y vacío de una cultura que transportar, recurre también al engaño malicioso de la simpatía ingenua de los incautos.
En 1898, cuando las tropas invasoras yanquis pisaron tierra puertorriqueña, Estados Unidos respiraba a pulmón lleno en la cima de su prestigio internacional. Su preocupación por la epopeya cubana, cuyo fondo perverso vieron con tanta claridad Martí y Maceo, borró de la memoria de las gentes fáciles al olvido la fiebre de expansión hacia el Oeste y la aun sangrante amputación mexicana. Quienes llegaron a Puerto Rico, pues, no fueron los modernos piratas del Caribe, sino los supuestos protectores de la independencia de Cuba y mantenedores espontáneos, a tenor de la entonces en boga Doctrina de Monroe, del libramiento de la América de toda intervención europea. El grito razonable y patricio de Betances, fuego contra España y fuego contra Estados Unidos. qué hacen los portorriqueños que no se rebelan. se diluyó en el agua quieta de una suicida expectación. El canje.
Para Estados Unidos, Puerto Rico es su primer mercado en la América Latina, su segundo mercado en el Nuevo Mundo y su sexto mercado en el mundo. Rigen los aranceles norteamericanos para todo producto que no sea yanqui. La mercancía yanqui entra libre de derechos y sin restricciones de clase alguna, inclusive las sanitarias.
Por reciente ley yanqui se aplica el sistema de cuotas a la entrada de productos de Puerto Rico a puertos yanquis.
Sobre Puerto Rico cae un peso fiscal que asciende a sesenta millones de dólares. Este peso fiscal recae exclusivamente sobre los puertorriqueños. Ninguna corporación yanqui paga contribuciones.
El presupuesto insular que con este dinero se sostiene asciende sólo a once millones. El tesorero insular es un mequetrefe dirigido por un auditor yanqui. El llamado gobierno insular apenas puede pagar sus empleados. Es comprensible.
El comercio anual asciende a 210, 000, 000.
El 90 de ese comercio se sostiene obligatoriamente con Estados Unidos. Puerto Rico está obligado a comprar la mercaderia de pacotilla que sobra en el mercado yanqui al precio que los yanquis quieren. Ha de venderle sus productos en iguales condiciones.
Puerto Rico no tiene mercado propio. Situado dentro de la muralla arancelaria norteamericana sus productos no pueden sostener competencia alguna, víctimas irresponsables de la represalia arancelaria mundial contra la insolvencia de los yanquis.
La super producción yanqui se arroja sobre Puerto Rico a donde entra libre de derechos, y a través de agentes en el país arruina el pequeño comercio y la pequeña agricultura de mantenimiento nacional.
El insostenible peso fiscal, anualmente en ascenso, más la refacción usuraria de los bancos yanquis, han desposeído en veinte escasos años a 75, 000 pequeños terratenientes nativos. 75. 000 familias. calculese con horror que la familia rural criolla no baja del número de cinco. arrojadas de su justa propiedad, no hacia el proletariado, que no es deshonra sino hacia la mendicidad, que ejercida sobre nuestra propia solvencia, es un deshonor.
No existe una industria azucarera puertorriqueña. Escasamente un 12 de esa industria está en manos nativas. ésta, hipotecada. Por nueva ley yanqui se ha ordenado la reducción azucarera. ΕΙ Presidente Roosevelt se ha reservado en el caso de Puerto Rico el poder omnimodo de asignación de cuota. Conflicto entre capital yanqui residente en el continente y capital yanqui residente en Puerto Rico; el azucarero puertorriqueño ha sido la víctima. Inútiles han sido las súplicas diabéticas de los azucareros y de los politicastros traidores que han ido llorando a Washington. Han tenido la recepción del portazo. La tiranía se ejerce sin explicaciones.
Las centrales yanquis pagan a los infelices obreros un jornal de hambre que se reduce aún más mediante el pago en tickets cambiables en sus propias tiendas. De paso, arruinan el comercio nativo. La reducción azucarera, acortando el empleo de brazos, ha agravado la tragedia dolorosa del bohio cañero, Hacia la ruina.
Pero la primera expresión de la generosidad ilimitada de la economía norteamericana hacia los puertorriqueños fué el despojo en masa del pueblo a través del canje monetario.
Era Puerto Rico una nación solvente. En oro guardaba su reserva metálica. No había, con raras excepciones, cuentas corrientes en los escasos bancos del país, pero estos bancos pertenecían a capital residente, y en cajas fuertes domésticas, o en la humilde y criollamente clásica media vieja guardaba sus anchas economías el isleño. En todos los Ayuntamientos dormían reposado sueño lucientes onzas de oro. No había felicidad, empero, porque la tiranía jamás es un paraíso, pero faltaba al criollo está otra experiencia de la esclavitud con candado en el estómago.
Estados Unidos impuso el canje. La moneda insular fué sustituída por papel moneda norteamericano, perdiendo el criollo en la transacción obligatoria el cuarenta por ciento de su pertenencia. Por el plano inclinado del hurto legalizado resbalaban hacia Washington las onzas de oro de los puertorriqueños. De un golpe un pueblo entero fué desposeído del cuarenta por ciento de sus riquezas!
Nación que valora su riqueza en moneda extranjera es nación sometida. Así no más se puede explicar el desarrollo de acontecimientos posteriores increíbles de suceder en un país colocado en el centro geográfico de la civilización mundial. Baste por ahora apuntar que recientemente, Roosevelt, el farsante, ha ordenado la recolección de todo el oro restante en Puerto Rico y su conducción inmediata a las arcas imperialistas de Washington. Además, arrastrado por su hundimiento catastrófico, Puerto Rico, ha sufrido últimamente las trágicas consecuencias de la desvalorización del dólar. Entre tanto, la inflación y la propaganda imperialista vacían sobre Puerto Rico un montón de millones cuotidianos. La cortedad de vista del pobre criollo no le permite vislumbrarlos más acá de La dominación española se caracterizó por un gobierno de mano dura que apartaba de toda intervención en la cosa pública al elemento criollo. El ideario liberal encontró fértil abono en este régimen autoriario. El nativo se vio libre de la empleomanía, que es soborno con morfina titulada, y se lanzó sobre la tierra y sobre los libros haciéndose solvente en lo moral, en lo intelectual y en lo económico. Una inmensa mayoría del españolato inmigrante vivía del ejército, de la marina, de la guardia civil, en fin, del aparato dominador La tierra quedaba para el criollo. El tipo contributivo era bajísimo, y el café, entonces el primer producto de la tierra, gozaba de un precio elevado.
Las posibilidades del nativo ensanchándose con el amanecer del régimen autonómico.
Se abrieron al profesionalismo las esferas gubernamentales. Quedó Puerto Rico libre en su derecho de tratar internacionalmente.
Pero pisamos ya terreno fronterizo con la quiebra. Apenas abierta, esta puerta fué cerrada a culatazos por los yanquis invasores.
Concienzuda y rápidamente comenzó la ruina a avanzar sobre el país. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica