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168 REPERTORIO AMERICANO escrito usted hace tiempo un pequeño ensayo sobre el silencio. El silencio, gran brahmán) y lo practica. Ese silencio suyo 50bre la política sobre la vida intelectual española, sobre otros muchos aspectos de in vida nacional, es un silencio que se las trae.
Pero yo que le conozco a usted me atrevo a suponer que le gustaria que se dijes algo sobre el artículo de El Debate. no esta carta tan larga, sino simplemente que se divulgase esto, porque pudiera ser, con el tiempo, aleccionador para quien quiera saber lo que hoy pasa en España y cómo los españoles están enterados de sí mismos: que tal dia de este año, en un articulo escrito con la mejor intención, se ha dicho que usted carece de sis.
tema filosófico.
El escritor, hombre de pluma, y su misión un discurso de JOSE ORTEGA GASSET en el club de Madrid, en la segunda comida de la segunda época de esta Asociación De El Sol. Madrid, de diciembre de 1985.
Señores: Confieso haber hecho algún esfuerzo para convencerme de que podía evitar deciros palabra alguna movido sin duda por ación el silenci sigo cada vez con mayor vehemencia, pero no he conseguido convencerme honradamente. Convendréis en que no deciros nada, absolutamente nada, era faltar a la cortesia es el caso que la cortesia, tan malparada en estos últimos años, es, a mi juicio, una de las cosas que van a ser redescubiertas en lo venidero.
En general, creo que esos años próximos van a ser tiempos de redescubrimiento, y permitidme esta súbita incontinencia de vaticinio. Muchas cosas que el hombre, durante la etapa que ahora concluye, ha intentado eliminar, abandonar, para las cuales habia perdido la sensibilidad, habian quedado embotadas, cegadas, van a ser, de ser, de pronto, descubiertas de nuevo, y se va a ver que tienen un gran sentido Muy crudas experiencias nos van llevando a la misma situación en que estuvieron los hombres cuando por primera vez las inventaron como se inventa un aparato necesario. Pero más que todo esto se ha perdido el sentido de la ley. Por todas partes, dondequiera que sea, se advierte una antipatía, no ya a esta ley o a la otra, un asco hacia la ley precisamente porque es ley. Se creen hoy. o se forjan creer, que la ley es, como la quinta rueda del carro, inutil, supérflua, estorbosa, que no vale para nada. Pues bien: esta ley, tal vez el concepto de ley, renazca muy pronto en la conciencia de los hombres. entonces se verá que es we un error, como hoy, preferir a la ley la fuerza; más aun: pretender convencernos de que eso que se llamaba ley no era sino fuerza disfrazada por tanta hipocresia, y yo no es que crea que en la ley haya siempre, y no por el uso, un argumento de fuerza; pero ahí está puesta al servicio de una ingeniosisima maquina que hace que se pueda normalmente prescindir de la fuerza.
Pues bien: la cortesia, la ley, son unos artificios de muelles interpuestos entre los hombres con el fin de ver si se consigue que la convivencia consista un poco en otra cosa que en morderse las guias los unos a los otros.
Creyendo, pues, como creo, en la cortesia, no me era posible dejar de deciros algo, porque es el caso que me encuentro siendo, sin protesta expresa de vosotros, nada menos que vuestro presidente honorario. Nada me ha producida nunca tamaño terror como presidir algo. Por eso no he presidido nunca nada. Esta es la primera vez que me he dejado arrastrar a ese terrible menester de presidir: pero claro es que ha sido por la gracia del adjetivo adjunto a esta mi presidencia.
Yo soy vuestra presidente honorario, y convendréis conmigo en que ser algo honorariamente es el más lucido modo de no serlo.
Recuerdo en este momento una de las escenas más castizas que he tenido la suerte de presenciar en los últimos años.
Fué hace cinco o seis. Recordaréis que entonces cayó sobre toda Europa un invierno crudisimo. En Madrid habia feroces nevadas. Yo estaba una noche cenando en el café de Levante. Habia ido allí, como hago algunas veces, de escapada para absorber españoleria. Recogido sobre mí mismo, solo en un rincón de la vida madrileña, abria mis poros absorbiendo lo castizo que pasa. Habia junto a mi mesa otra donde se reunia una tertulia de la pequeña clase media madrileña. Una tertulia, que era una de esas hipertertulias, porque lo era de después de cenar, de hombres que después de haber estado dos o tres veces de tertulia durante el dia volvían otra vez a estarlo después de cenar. Se hallaba bastante nutrida, cuando surge un nuevo elemento por cierto de aspecto magnifico, fuerte, que me recordó a Arniches. Veréis por qué. Un hombre de magnifico porte, esbelto, aspecto de gran chulo, como ya quedan pocos; sombrero blando a lo Lagartijo. copa de estupendos embozos, bastón con el puño de asta de ciervo, tan caracteristico. Luego de acercarse a la tertulia, saludó a sus contertulios, se desembozó con un magnifico gesto y dijo (he de advertir que llevaba la capa toda salpicada de copos de nieve. Señores, buenas noches. teóricamente!
Nunca he visto más enérgicamente vivida la idea que nuestro pueblo tiene de la teoria, Teoria para él es precisamente lo que no tiene nada que ver con la renlidad, que jamás coincide con ella. Algo parecido es lo honorario. Es lo teórico en el orden moral. Pues bien: reconozco que me va muy bien y acepto con simpatín este modo de presidir.
Presidir es estar sentado delante de otros; pero en este caso es estar sentado sin estar sentado, en una silla que no es tal silla. Puedo, pues, entregarme a ello tranquilamente.
Me va muy bien esto porque me da un aire de inexistencia que cada vez aprecio más. Me hace sentirme creer espectro y como sombra Sombra cuyo cuerpo efectivo es nuestro Azorin. conductor insustituible, comodoro y piloto de esta nave.
Recuerdo que recientemente lei en un libro algo parecido, donde se cuenta que un niño, por la noche, andaba en la habitación buscando la llave de la luz, y cuando le preguntaron por qué quería encender la luz, el niño respondió. Porque quiero que vuelva mi negro.
El niño llamaba su negro a su sombra, que la oscuridad se había tragado. Pues bien: yn me siento como la sombra de honor de Azo rin. y por consiguiente, de todos vosotros Pero claro es que siendo presidente de honor, negro de honor, menos puedo dejar de hablaros, porque los negros no leen, no hacen otra cosa que hablar.
Recordad el refrán tan sabroso que dice. Fué la negra al baño y trajo que contar un año. Pero qué es lo que puedo ocasionalmente deciros? Muy poco; casi no sé nacia; tal vez sólo es esto.
En la mañana de hoy tenía a la vista el papel donde nuestra Junta comunica la order del dia. Menudo problema es decir el orden del dia o la orden del día. Recuerdo haber discutido tres dias la cuestión, sin llegar a una solución satisfactoria. Pongamos el papel donde nos comunican In orden del dia para esta jornada. En el aparecia el membrete donde está el nombre de nuestra Sociedad, y debajo nuestro emblema. Este emblema es una pluma, y esta pluma es una plums de ave: más precisamente: es in pluma del ala de un ave.
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