REPERTORIO AMERICANO 365 el Congo Real! Mató al León! Yo me quedo. dijo el tigre. Aplastó un pedazo de maleza Tugiendo se puso a esperar la invencible fiera. Cuando oyó el fragor de sus pasos, sus rugidos se convirtieron en truenos que estremecían la tierra y tambaleaban los árboles. No tardaron en encontrarse frente a frente.
Sin decir una palabra empezó la contienda. Sólo se oían los porrazos cuando caien al suelo o chocaban sus cuerpos: se prendían jadeantes y más de una vez el uno se creía vencedor del otro; rodaban por tierra, se incorporaban de nuevo, y suspensos, esperaban el impulso eléctrico de su ferocidad. Una nube de polvo los envuelve, no se distingue cuál es el uno ni cuál es el otro; sólo sima y cerrada Va el romance loco loco pregunta ndo por Melupa siquiera. 1əd okno sed pənbe ap sədot ap erues fume rejuvenecía; de pájaros maravillosos y de plantas bellísimas. Bueno, muchachos, les dijo el conejo a los otros, a la vuelta admiramos más estas bellezas, ahora vamos a nuestro asunto. se los llevó por una vereda enmalezada. los tres días de caminar divisaron una enorme galería situada sobre una loma. Allá está la princesa, dijo el conejo señalando la cueva y visiblemente emocionado. En verdad, era la casa del Congo Real. Estaba hecha de piedra durisu única puerta por una piedra colosal. ver, amigos, gritó el conejo, aquí es donde van a lucir sus fuerzas: hay que lanzar esta piedra de un solo empujón. Todos fueron probando y y ninguno podía moverla Le llegó el turno al toro; acomodó sus potentes cuernos en una grieta de la piedra, se apuntaló como pudo y de un formidable cabezazo tumbó la piedra al suelo, produciendo un gran retumbo.
Al instante salió la cautiva de la cueva y sin saludarlos, dijo a sus salvado res: Vámonos, ojalá volando, porque el Congo Real ha oído cuando abrieron la cueva y ya viene de camino. Dios guarde nos alcance el Congo Real, entonces todos moriremos. Presto la montaron en el caballo y par montremos agregó trémula.
tieron. El gavilán se elevó en los aires para dar aviso cuando viniera el terrible animal. Llegaron al mar que habían atravesado antes se embarcaron de nuevo.
En tanto el Congo Real venía na dando toda velocidad en otro mar que estaba al otro lado de su país. Los otros ya estaban en el país del Rey. Pero el Congo Real nadaba rápido como fuera un cetáceo pronto llegó a las playas del país del Rey.
gaque lo estaba viendo, fué veloz como un rayo a darles aviso sus camaradas. Viene el Congo Real! Viene el Congo Real! Al oír aquellas palabras todos se detuvieron. El león tomó la palabrı y dijo resueltamente: Yo me quedo para pelear con él. Así lo hizo. limpió un pedazo de terreno y se colocó en el centro para esperar a su enemigo.
No tardó en oír el ruido que producía al abrirse camino entre los breñales. poco, lo divisó. Venía furor.
Iba a cruzar sobre el león, pero éste lo detuvo y le dijo: Alto. yo soy hermano de la muchacha que usted va persiguiendo y por tanto tenemos que pelear. EI Congo Real le respondió tirándosele encima. Se trabó la lucha: el león saltaba rápido esquivando los tiros de su contrincante, el cual arremetía a diestra y siniestra. Iban al suelo y mordían la tierra creyendo que era sus cuerpos.
El Congo Real pega más fuerte que el león, pero éste le anula muchos golpes con agilidad incomparable. Ambos gritan coléricos cuando van a tierra y se retuercen rabiosos cuando el polvo les obscurece los ojos. Súbito, el Congo Real se irguió majestuoso y descargó todo su cuerpo sobre su enemigo, haciéndole crujir los huesos.
Alli quedó el felino, para pasto de los buitres.
Ya el gavilán estaba gritando entre las nubes: Viene el Congo Real; Viene si Entonces el vilán (En los caminos del alba ha de encontrar la cordura, y ha de reirse, encantada de tantas cosas, la Luna. Colaboración Costa Rica y Diciembre de 1934 Para Alfonso Reyes, gran poeta de América, maestro del Romance del Rio de Enero.
Esta noche va el romance Mas vino el dia de prueba en alas de la locura.
y quedé solo en la ruta.
En la Rosa de los Vientos Cerráronse aquellos ojos Se hizo veleta la brújula.
para iluminar mis luchas Va el romance loco loco y hoy son dos estrellas negras sin la noción de las rutas, equivalentes a Nunca, hacia los filos del mar Inris sobre las mil cruces donde bebe agua la altura.
de mis quimeras difuntas, faros ciegos levantados Romance: si vas perdido sobre el antro de la Duda.
llorando bajo la Luna, Crei que viniendo aqui recuerda que hay unos ojos a gritar mi desventura, para orientar tu tristura.
habrían consuelo el alma y lenitivo la angustia. Esos ojos se han cerrado.
Pero no: frente a mi pecho Los cerró la vida injusta.
es amable esta espelunca.
La que yo llamaba Clara Desengaño. Desconsuelo, ha dado en llamarse Bruna.
Desesperanza. oh Melupa!
Esos ojos me miraron como agua tierna en la gruta, Vuelve el romance callado Eran negros negros negros cargando a cuestas su angustia.
y profundos de dulzura.
Vuelve del filo del mar ¡Agua tierna de sus ojos donde bebe agua la altura.
que la suerte volvió turbia!
Leves pinceles del alba El romance se ha internado van soslayando sus púrpuras por esa noche profunda.
y entre las nubes lejanas Una estela de lamentos comienzanse a dorar cúpulas.
va levantando en la fuga.
El romance se detiene sobre una escama de Luna.
Sobre los filos del mar donde bebe agua la altura. Romance: mira la aurora se ha alzado la estrella negra que su abanico insinúa.
que los naufragios anuncia.
Con dedos de rosicler Relámpagos fingen cruces los horizontes dibuja.
luminosas, sobre tumbas.
Quizás tras el varillaje Los dedos de la tormenta de luz, que surge en las rutas, van persignando la anchura.
vuelvas a encontrar Clarisima a la que quiere ser Bruna. Soy el romance de amor que aquí, frente a la espelunca. Salve aurora vencedora, donde el naufragio es la ley, disipadora de angustias!
pues que la rige la Duda; No estoy vencido: sus ojos, aquí, frente al astro negro conto agua tierna en la gruta, que es equivalente a Nunca, han de mirarme otra vez Inri sobre las mil cruces insondables de dulzura.
de las quimeras difuntas. Agua tierna de sus ojos!
aquí, donde todo late No es que se haya vuelto turbia: con el pulso de mi angustia, es que también en su alma vengo a gritar este nombre echó sus sombras la Duda.
contra los vientos. Melupa!
Pero habrá un día. habrá un día!
La que yo llamaba Clara en que volviendo a la ruta, y ha dado en llamarse Bruna.
ha de encontrarla mi vida Esos ojos me miraron esperándome. Oh Melupa!
como agua tierna en la gruta. ella iré, sin mancharme. Agua tierna de sus ojos cruzando ríos de culpa.
que la suerte volvió turbia!
Se están madurando besos Apoyado en su recuerdo como racimos de uvas.
fui la derrota que triunfa, y caminé sin mancharme (Traspasando el horizonte cruzando rios de culpa.
rie, encantada, la Luna. Adolfo Ortega Díaz enia ciego de