REPERTORIO AMERICANO 78 Ladera de la muerte en la poesia de Julio Supervielle De La Nación. Buenos Aires tanto y bello saje, más al asоntarse a Nací en Montevideo, pero apenas contaba ocho meses cuando un día sali para Francia en los brazos de mi madre.
que debía morir la misma semana que mi padre. Sí, todo esto en una sola frase. Una frase, un día, toda la vida. no es igual para quien ha nacido bajo los signos gemelos del viaje y de la muerte? Pero yo no quiero hablaros aquí de la muerte Asi escribe Julio Supervielle en las primeras páginas de su libro Uruguay.
No quiere hablarle a su país de lo que duro acento ha dado a uno de los mejores cauces de su poesía: no enlutar, al hablar a los suyos, los recuerdos infantiles de triángulo de tierra. él sabe que debajo de ese silencio que a sí mismo se impone, una fuerte oleada de angustia está golpeando por salir; que bajo el agua de ese silencio verdadero, sin eco ya y sin respuesta, le está rebosando el pensamiento, arrastrándoselo hacia un distinto paihosco para él y lleno de fanJulio Supervielle tasmas. Paisaje que en el centro de su poesía y en el mar del mapa de Francia, vigilado siempre por los Piri pasado al castellano adquiere aún más neos, tiene un precioso nombre: Oloviolencia. Seguid leyendo: ron Sainte Marie.
Acabasteis con los labios, sus razones y sus Es el pueblo de mis padres; me llaman tobesos.
das las cosas.
con las manos que nos siguen siempre sin apaciguarnos, Cualquier lugar, cualquier sitio, ligacon los cabellos que crecen y las uñas que do intimamente a no importa qué sucese rompen, so capaz de desviar el curso de la sany tras de la frente dura, con la mente que gre, basta para abrir una zanja en el alma sa agita.
del poeta, boca de tierra por donde tragará, para volverlo a escupir con un nuevo y mágico sentido, el mundo. Así Las uñas que se rompen. los cabellos que crecen ¿No es ésta la masucede, por ejemplo, que la piedra más anónima de un monte, unida al despe da. si se quiere de hablarnos de los nera más espantosa, más andaluza, jondirse colérico o suave de unos ojos en lágrimas, meditado muertos? Esta impresión de cuerda de rompimiento a una vena profunda, puede llegar a ilupunto de saltarse, de oquedad llena de minar, escondida o visible, parte, cuan vacio sonoro, no es parecida a ese sordo rumor de ola en avance que entran do no todo el planisferio de la un hombre. De esta manera, el puebleen el alma algunos versos de Machado? Recordad: cito de Oloron Sainte Marie, con su inseparable tragedia familiar, Daba el reloj las doce. y eran doce que abre en la poesia de Julio Supervielle, golpes de nzada en tierra.
duro, directo, español y encrespado, su si continuamos avanzando con Susueño de la muerte.
Suen Sin carne, con los huesos a pervielle por entre la tropa livida de vertidos en amenaza, sencillamente ha su poema, le oiremos cómo hacia el fin, blando como en Jorge Manrique, Unaal aproximarse al último jaramago amaen el mejor Antonio Machado, este poema de Oloron llega a clavársenos por todas partes, a dolernos en lo más obscuro, haciéndonos difícil la marLa Agencia de Repertorio Amecha entre sus tumbas.
ricano en Manizales. a cargo del Sr. Benigno Cuesta (hijo. acepta ¡Oh, muertos de andar esquivo, que confundimos siempre con la inmovilidad, agencias y representaciones de toda perdidos en su sonrisa como epitafio en la clase de publicaciones y negocios en lluvia, general.
de posturas contraidas, molestos de tanto espacio.
Referencias a solicitud.
Es algo extraño a la poesía francesa MANIZALES, Colombia este fuerte acento realista, que al ser rillo de las fosas, recita con una fría complacencia plástica, para mayor parentesco con nuestro sentido visual de la muerte, toda una lenta letanía de pequeños, grandes huesos, cartílagos suplicándole al tórax que sin temor se deilenar por el aire del día, hablandoie al húmero sombrío de la dulzura carnal de la noche, concluyendo esta brusca, concreta y misteriosa vision memorable con un dejo cansado de oficio de difuntos: tú, rosario de huesos, columna vertebral, que no desgrana ninguna mano, aleja de nosotros esa hora enemiga, roguemos por el rio que nos riega la vida y hacia nuestras pupilas inquieto se apresura.
Paralelo a Oloron Sainte Marie en espíritu y sencillez de desarrollo, pero mezclado su duro acento dramático a una desesperada ternura, El Retrato. ligado entrañablemente al paisaje de Oloron, es el otro gran poema que mejor explica en Supervielle el sobresalto de su poesía ante la muerte. Sobresalto alejado de toda preocupación doctrinal, naturalmente producido, como el recular instantáneo de la sangre la boca de un precipicio.
Este retrato que Supervielle revive inclinado sobre la fotografía marchita de su madre, viajando con ella, a través de ella, como por transparencia, por ese país clandestino que sólo ellos pueden cruzar, es seguramente lo más hermoso y auténtico que ha escrito la poesia contemporánea francesa.
Por unos instantes, el desvelo, ya dócil o colérico del poeta, le hace caminar a empujones, o con dulzura, por una improbable y sin embargo concreta realidad, donde su propia luz aun le permite reconocer los objetos: Fue tuyo ese brazalete vivo en la noche de un cofre, en esa noche abrumada donde la luna cre.
ciente intenta en vano elevarse y vuelve siempre a empezar, cautiva de lo imposible.
Por paisajes siempre así, deslumbrados de misteriosos sucesos y fenómenos cósmicos, suele andar viajando Supervielle, unas veces a tientas, otras no, con la angustia de sentirse de pronto resbalado por esos trágicos descensos que van a dar las laderas de la muerte. Por ellas ha encontrado el mejor cauce de poesía. Cauce que desemboca en el extraño mar de los Poemas de de Guanamuertos.
motivo de la aparición de una antologia de sus poemas, traducidos por un grupo de poetas españoles, escribo hoy este comentario sobre mi amigo Julio Supervielle, gran poeta de Francia, montevidcano de origen, como Lautreamont y Laforgue.
Rafael Alberti Paris, diciembre de 1982 o al poesía de pienso muno su miri El espejo de los sere Gu con