REPERTORIO AMERICANO 301 Heredia no puede reprimir una sonrisa amarga. Obedeciendo a una orden dictatorial contenida en esa carta?
adoro.
Sí!
Pero la vé exaltarse. Al contrario: soy libre, porque lo Las dos últimas palabras vuelan en la sombra, como una gloriosa afirma ción del amor que nunca muere y su man su ritmo al de la rueda estrellada de la Noche, incansable y eterna como el latido humano.
tiempo de teza el recuerdo, le asegura el Está Abre los brazos como dos alas y corre a sus habitaciones; el vestido saluda con una graciosa ondulación, al per derse de vista.
Mientras Heredia la contempla, uno de los viajeros le dice: Es extraña. verdad? Aquí todos estamos un poco enamorados de ella.
El doctor sonríe. Porque el verbo apoyado con intención, le alude maliciosamente. Enamorado él? No. Es que le recuerda a su hija y la admira como una mujer perfecta, capaz de pasión y de equilibrio Lo seduce por contraste entre todas las mujeres y le da mucha lástima verla prisionera de un amor inolvidable, enferma de pasión en un mundo que desconoce el sentimiento, cuando no se burla de él.
TODO LO HAGO POR ÉL La noche del concierto, Heredia en cuentra a Lucina, la primera, en la sala dorada del Hotel, dispuesta para el acto, junto al Pleyel suntuoso.
acomodando unas rosas en un vaso de cristal y le sonríe, mientras su amigo comenta con ironía. Usted está lista primero que todas esas damas tal vez entregadas al arte del tocador. Ni siquiera se ha cuidado de la entrada espectacular, ni de la llegada tarde que acucia el interés. No puedo soportar la curiosidad de la gente al entrar a la sala. Me quita mucho valor.
Se ve adorable en su traje blanco; no luce ninguna joya y cuando se sienta al piano, la acompaña su sencillez de siempre. Una dulzura infinita que casi parece timidez, la descubre más niña que nunca. Pulsa al piano, muy despacio; a Heredia le parece casi demasiado infantil; por eso admin lumbrado, la eje cución inesperada, brillante, enérgica en la Marcha Militar de Schubert. dulcísima en las curvas del Vals de Amour de Mockowsky, apasionada, en la exaltación lírica del primer tiempo de Clato de Luna.
Cuando concluye la rodea el calor de los saludos, el amigo la ve extrañamente pálida y fatigada: los ojos febriles, agrandados miran al vacío, la boca entreabre como deshojada por un beso invisible, las manos están frías como la escarcha.
Más tarde, Heredia, sustrayéndola la emoción de todos, le pregunta en un rincón de la terraza. Ha tocado usted pensando en. él?
obtiene una respuesta trémula. Todo lo hago por él! Aliento y deseo porque existe; quiero ser mejor y distinta siempre, porque él me quiere. el doctor no puede contenerse, ce loso de tanta devoción. Es usted una prisionera; ni su arte se libra de esa servidumbre.
ADIOS De espaldas a la sierra, tiende la diestra a su amigo. El recoge ávidamen la mano infantil y genial y la retiene un instante en la suya. La palabra del adiós, suena ágil en los labios de ella.
con el movimiento libre de la hoja o del étalo desprendidos ¡Qué dichosa se va! El hombre la mira con infinita trisLe parece que por segunda vez pierde a su hija. Faltan unos minutos para que parta el tren. La mañana luce sina transparencia de violetas y azules en la sierra lejana. el aire dorado vibra como una música y el gozo de vivir enroiece las verbenas que esmaltan el camino Heredia piensa. Adiós. Por qué?
Sería fácil tomar el mismo tren, em prender el mismo viaje. La vida no es siempre la fatalidad de un itinerario inexorable; podemos imprimirle desvíos que lleven a la felicidad o siquiera a la paz.
Muchas palabras sensibles acuden a los labios del hombre, pero se quedan sin sonido. son dulces, tal vez convincentes. dónde va usted. querida niña, so la como la última golondrina del verano? Tal vez la aguardan la desilución o el desamparo. El corazón se cansa de esperar así como se cansa de latir. Envejece; sufre el frío y la soledad. Tal vez va usted a la peor de las las muertes. Tal vez su extraordinaria vocación de la condenará a arder inútilmente una lámpara sobre un mausoleo. usted es tan joven tan pura, tan saludabre, que merece la dicha. Sí; ya sé: la dicha humana no se distribuye con justicia. Pero yo podría ayudarla. porque aun no me he despedido de la vida. Puedo ofrecerle los mejores dones. amor, apoyo viril, comprensión, fortuna Parecida a más una mujer adorable. Yo pondría el mundo en sus manos dulces, como un instrumento musical dócil. En cambio, va usted a un destino ignorado, com batido, triste. El el dolor y el amor conocen materia que eligen, pero no reparan en lo que destruyen con tal de crear. Todo en usted es juventud, belleza, sustancia musical, acorde, armonía.
Lucina. Por qué deja usted que la pasión la ciegue como a los ruiseñores?
Nadie entenderá devoción en lo que simboliza; el mundo de hoy no quiere ninguna excelsitud a base del sentimiento. Usted ha asimilado todos los gérmenes dispersos de la clásica dolencia ¡Pobre niña solitaria, adorable!
La contempla con dulzura y angustia.
mientras ella recibe de la mano varonil una sensación de lealtad ly de compañía Pero el discurso elocuente no se oye. El amigo advierte en los ojos femeninos, la sed de otro rostro adorado, ausen y todavía piensa: Algunos amores son una fatalidad que los fuertes aceptan con heroísmo; a pesar de sus manos su jetas, usted es una reina en nuestro de esclavitudes estériles, porque sirve a un dios inmortal. Por eso, su arte se nutre de la sangre musical que usted llora.
Callan, mientras las almas se despiden en el silencio Lucina. Señor?
Qué hermoso es el rostro vuelto hacia él con extraña dulzura, qué niña la mira mientras sube al coche y cuando se asoma a la ventanilla y le conversa, dichosísima! Le promete la amistad, se felicita de haberlo conocido. Pero va hacia el otro con todo su amor y su angustia. Lucina, quién sabe si lo que prefieres va le lo que dejas. Pero es imposible que él no la merezca. Tal vez se necesitan y se corresponden. es indudable que la sostiene valerosamente contra su co razón y que la acompaña y la salva!
Adiós!
Le mira las manos apoyadas en el borde de la ventanilla, como si quisiera descubrir huellas o sonidos de cadenas. de pronto se acuerda también de prisioneros que veía partir en algunas poblaciones europeas durante la guerra. Pero esta prisionera va feliz como un pájaro que dora su vuelo rápido en la luz más alta. Todo ríe en ella, como en la flor reciente. todo se inclina hacia el rumbo único que le señala el amor inolvidable. Mi amor es él me arrastra donde quiera los ojos apasionados aseguran: para siempre! Es un destino que se cumple. Ya suena la campana: los adioses se amontonan febriles y hay un movimiento inusitado en la estación. El doctor besa las manos frías, muy emocionado. Hasta pronto y que todo sea feliz!
Lucina.
El nombre precioso queda aleteando y otra palabra vibra rápida: es la que cierra un episodio fugaz que pudo ser duradero y hermoso. Adiós!
El doctor Heredia queda solo en la su como algo muy frío le duele, entrauna desgarradura Pero no acierta a definir el sentimiento de soledad angustiosa que lo hace su frir. Entonces, levanta los ojos turbios lasta el cielo, donde el cable de una nube rosada tira de la nave del Sol, gloriosamente, hacia el cenit.
Sierras de Córdoba. Rep. Argentina)
Enero de 1934 os trenes de amor como. נרת que se arte, SE COMPRA Prosa (Cuentos y crónicas. Amor y lágrimas (Poesias escogidas. del mismo autor. Ambos libritos editados en la COLECCIÓN ARIEL, San José de Costa Rica, Nos, y 13 de dicha serie.
Entenderse con el Adr. del Rep. Am. en esta ciudad.