10 002 REPERTORIO AMERICANO un sudel rasgo El patricio, que no lo volteaba nunca.
sufrió un buen día el sentón repentino.
Edwards Bello, patricio él mismo, ni tuvo la butaca ni el regodeo en ella ni la sorpresa malaventurada. Su asombro, como el mío, había sido el de que eso durase tanto tiempo. El roto fué un anuncio medio zumbón, medio colérico, al país apoltronado y se lo injuriarono se lo mofaron. Cierto patriotismo también se parece al viejo hidalgo pulcro y sin experiencia de vendavales, abomina de los relatos crudos, pone mal gesto a la Celestina y al Lazarillo y le disgustan también los relatos telúricos. El ha vivido sin bajar al sótano ni subir al desván donde hay inmundicias amontonadas o cachivaches en putrefacción. El no quiere saber nada ni del terremoto, remecedor de la casa entera, aunque ambas cosas, pestes y temblores, formen también parte de la ley. y de la normalidad mandara a los ausentes. Se parece a un sobre que nos hubiese llegado lleno de calcomanías chilenas y pongo esta linda palabra que han envilecido en su sentido verdedero de estampa jugosa, de fácil manipulación de nuestra mano con ella, de contorno fijador e ingenuo de las cosas y de un entretenimiento tierno.
Lado a lado con el chileno hay en Edwards Bello un continental, americano en posesión de sus veintidos pueblos. Esta es la vida racional que nos corresponde y se parece a un existir con el cuerpo entero. Vivirán así, en cincuenta años más, nuestras gentes todas; y por allí serán más ricas y generosas hacia sí mismas y hacia los otros.
El continentalismo ha tenido en Edwards Bello uno de sus mejores propagandistas, y la conciencia chilena en este sentido de la formación de nuestra sudamericanidad le debe mucho. Más de lo que él se cree es deudor a su periodismo grande nuestro país.
Le ha faltado para tomar proporciones de maestro un poco de pedantería de sociólogo o de suficiencia de pedagogo, o de matonesca pecha política.
Hay en él, por el contrario, simplicidad criolla, alegría de campeón deportivo, inteligencia castigada. Debiera ser ya como Alfonso Reyes o como Víctor Belaunde o como Gonzalo Zaldumbide, Ministro de Chile en cualquier capitai de habla española. Chile va a cumplir con él tarde, si cumple, y le desaprovechará sus briosos años de dionisismo mental, de creación jocunda. Chile no ha salido sino a medias, como la sirena, de una especie de vejestorismo político o administrativo que ha sido su enfermedad post colonial. Las canas por allé son todavía virtud mirífica y la cara tersa un documento de no fiar.
RELATOS DE INFANCIA Infancias, esas debiéramos escribirlas todos. Alguna vez me he pensado que la mejor Geografía Pintoresca de nuestros países sería la que resultase de unas diez infancias escritas por diez buenos veedores de las suyas en otras tantas regiones de Chile o de Colombia o del Perú. El niño ve bien la tierra y la costumbre, ia verla con ojos nuevos y novedosos. Ei niño que viene de otra parte, mira como el extranjero con choques de diferencia, medio herido y medio complacido de éstos. Es un buen ver.
Le agradecemos esta infancia, removedora por contraste de la nuestra, en cuanto a algunos aspectos y en otros completadora de la nuestra Se la recibimos como un regalo cariñoso que él meza de su casta. No teme destefir en ningún contacto No es raro ver en Madrid a un aristocrata de primera fila saliendo de la Gran Pela y deteniéndose a conversar, tuteando, a la florista o la vendedora de periódicos. Muchos son amigos de toreros o gitanos. Recuerdo que, siendo Encargado de Negocios de Chile en España don Pancho Echaurren, me convidó a almorzar en la Legación en compaña del torero Barajas una gitana.
Es el más aristocrático que haya visto en un diplomático chileno, y lo atribuyo en parte al ejemplo de Madrid, esa ciudad inolvidable.
El chileno o o argentino, por muy ricos que sean, están siempre pendientes de las apa riencias, de los saludos, de las amistades, forzando la espontaneidad y las elecciones afectivas, sacrificándose invariablemente al juicio vulgar.
No existen en nuestra América esos tipos magníticos, desenvueltos, independientes, seguros de su situación, capaces de un gesto audaz y de un juicio propio. Ah! Era sin duda un espectáculo magnifico ver por esas calles a un Alba, un Medinacelli, un Viana.
Declaro que en nuestra tierra no hay ni idea de eso. La aristocracia española tenia graves defectos, sin duda; mas, yo no olvido su brillo cegador. ΕΙ efecto producido en mis quince años es imperecedero. En el Hotel du Palais, en las corridas de toros, en la playa, en la confiteria Ideal Room o en el Cantábrico, esa aristocracia daba una sensación inexplicable de grandeza, de espuma de siglo, de milenarios tesoros.
Un detalle muy curioso me viene al azar y que es a la vez comprobatorio las di ferencias fundamentales de la mujer en Fran cia y la mujer en España. San Sebastián está en la frontera, a pocos minutos de Biarritz, donde los ricachos franceses van buscando aromas españoles. Un puente en el Bidasoa es mitad español y mitad francés. Uno puecolocar un pie en Francia y otro en España. Sin embargo. Qué cambio tan fundamental de uno a otro lado En España, el Rey, la nobleza, los toros, los guardias civiles, el concepto amoroso del Harem.
En Francia monsieur le président, los gendarmes, las betes de luxe, el radicalismo revolucionario y el concepto amoroso de Versalles. Sabido es que la demimondaine goza en Francia de todas las consideraciones. Asimismo viviéramos en la dorada polvareda de la Pompadour, la Du Barry y madame Talien, elias dirigen la vida de la elegancia y muchas veces de la política.
Madama Castiglione influyó poderosamente en Las Tullerias.
Pues bien, vamos al recuerdo. Era un domingo. Desde Biarritz llegaron algunas demimondaines al hotel donde se reunia la aristocracia española Llegaban en automóvil para ver la corrida. Entonces los toreros eran Fuentes y Machaquito. Se escucharon sus risas, sus erres salivosas, su fru fru. Yo llevaba entonces una vida mixta, entre Paris y España, de tal manera conocía de vista a esas cocottes lo mismo que a los títulos. Experimentaba por todos esos aspectos de vida europea un respeto novedoso de bárbaro de esta joven América. Muchas veces me habia quedado boquiabierto admirando al azar de mis andanzas a esas mujeres divinizadas en el teatro, en el pessage, en Armenouville, en el Fouquet Altas, majestuosas, tenían algo de Cleopatras, y también de yeguas de carreras. Pues bien: el dueño del hotel español les salió al encuentro desde la terraza y les 20. qué diferencia: burguesia.
Aristocracia y (Viene de la página anterior)
cencia, allá en la playa de San Sebastián, el el duque de Osuna. Es una anécdota histó.
balneario español de moda desde que el mo rica suelta y lamento no precisar. Este dunarca lc honraba en su palacio de Miramar. que de Osuna asistió a una fiesta en el palaBalandros, yate real, corrida regia, no en la cio de los zares vistiendo amplia capa boracepción vulgar nacional, sino regia porque dada de piedras preciosas, las que iban des.
asistían los reyes. En ese ambiente saluda granándose a su paso, asi fueran piojos espa ble, en el marco perfumado de las colinas foles.
clausurando el paseo de la Concha, vimos a Centenares de gestos asi se cuentan en Malos títulos hispanos y, aunque no tuvimos el drid para caracterizar a los titulos. pala agrado de frecuentarlos, algo adivinamos de bra que el pueblo del siglo xix dio respetuo su idiosincrasia. Los duques de Andia y samente a la nobleza.
Santo Mauro, la duquesa de Esquilache, el Lo que diferencia diametralmente a un marqués de Viana. iqué sé yo! Todos ricos aristocrata español de un seudoaristócrata y magníficos, poseedores de carruajes impre chileno o argentino es esto: el español es de sionantes, vestidos de noche, asimismo como acceso rigurosamente dificil en su casa, y los jóvenes lords en Inglaterra. La marmagnificamente llano en la calle o el casino quesa de la Laguna, vieja dama multimillo El sudamericano es todo lo contrario. El es naria, cubría sus crasos setenta años con se pañol, en primer lugar, es arrogante y cerraderías fuera de las modas y rastacuerismos, do para el extranjero; amable y abierto con tomando aires de vieja cortesana escapada de cualquier compatriota por humilde que sea, un torneo medieval.
en las calles. Sus criados suelen dominarle, La aristocracia española fué la más fas sin perderle por ello el respeto. Europa es tuosa de la tierra, fastuosa y fanfarrona has madre de la jerarquía. En cambio, un sudta constituir una exaltación dignificadora de americano prodiga su casa, presenta a su faesta palabra. España fue así una mezcla de milia a cualquier extranjero; hace alardes de mendigos, lacayos, pajes y señores; un cla orgullo entre humildes y selecciona cuidado roscuro de miseria y abundancia. En la vie. samente sus amistades entre compatriotas ja corte de Rusia, no recuerdo en qué época, por miedo a ensiuticarse. Un verdadero se hablo de los piojos españoles, junto con la aristócrata ignora eso; va con cualquiera, si llegada del embajador de esa tierra creo que le agrada, por cuanto está seguro de la fir.