REPERTORIO AMERICANO 373 Quiere Ud. buena Cerveza. 66 99 Tome apegada No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube todo varón kech recito ligión nueva que ha desterrado a sus divinidades antiguas? Tal vez. Por eso, en el fondo de las cosas, el indio sigue instintivamente fiel a su propio culto. Su ineptitud para razonar las nuevas ideas salva la pureza de su alma, la cual sigue la devoción de sus dioses protectores. Aunque ha perdido el derecho a la tierra, la cual dominan otros y cultivan otros, le queda la Naturaleza, o nxjor dicho, el sentido de la naturaleza.
Interpreta el sentido de su vida de acuerdo con las doctrinas de su vieja sa biduría. su biblia, esencialmente, es el libro de los dioses de los héroes.
Si Sebastián Ax tiene que ir de caza. Sebastián Ax era cazador como kecchi. así que ha preparado sus armas, su escopeta, su machete cerbatana, va y las pone en el altar, enciende luego las velas de arrayán, toma el incensario de barro cocido, sahump el icono y las armas y repite las oraciones rituales, en su sonora lengua. finalmente de rodillas, pide al Espíritu Guardián y Señor del Cerro escogido para la en que detare a sus armas buenos a él de accidentes y nelos influjos mágicos. La montaña indígena como la montaña japonesa está habitada por genios, maléficos que embrujan a los hombres linsensatos. Esa noche, Sebastián Ax es casto. La caza es un rito sagrado sus tradiciones ancestrales; es parte fundamental de la resus padres, es una forma de ponerse en comunión con los espíritus de noble naturaleza.
Si Stbastián Ax debe sembrar, y ahora ya tiene tierra en qué hacerlo, lo hará abril. Ya abril, por las tardes, que son de una dulzura seca, casi paladeable en el aire, arden rojos fuegos en el campo de Sebastián Ax. El fuego preside a la siembra. ΕΙ buen auxiliar, pero ante todo es una divinidad. Debe ser divinidad purificadora y creadora. Su llama cálida espana los espíritus de la montaña adversos al hombre trabajador, y su beso ardiente llenará de pasión a a la tierra. Por eso, la siembra es también parte del ritual religioso. Sebastián Ax ha ayu nado. Es la semana de la siembra y é!
se evita de tomar café y lo libre de ne en ellas coen en fuego es es un bien, abuela era la Sebastián Ax recita la oración ritual en su misteriosa y sagrada lengua: Cha cuy in mac, at in yugua. Perdonadme, oh Dios, voy a sembrar. Me viene del corazón sembrar mi pequeña milpa.
No es detrás de mi alma que la sienbro: que salga ella así como la siembro, voluntariamente Ahora quemaré mi ofrenda a tus pies. En nada más pienso; sólo pienso en mi milpita. Haz tu milagro, oh mi padre! Alegrará mi corazón que salga mi milpita. que así como para sembrarla nos juntamos, nos juntemps también los sembradores para recoger la cosecha.
Sebastián Ax revive, desde las profunlidas de su alma primitiva el conjuro del libro sagrado. Asi dice el Popol Vuh. Haced vuestros encantamientos por vuestro maíz, por vuestro tzité. Se hará, acontecerá que esculpamos en madera su boca, su rostro? Así fue dicho a los de la suerte (los adivinos. Entonces se efectuó el lanzamiento de los granos, predicción del encantamiento por el maíz, el tzité. Suerte, fórmate.
Dijeron entonces una abuela, un abuelo. Ahora este abuelo era el de Tzité, llamado antiguo secreto; esta esta la de la Suerte. La de au Formación, llamada Antigua Ocultadora con Gigante abertura. Cuando se de cidió la Suerte, se habló así: Tiempo es de concertarse.
Hablar; que oigamos y que hableros, digamos si es preciso, que los de la Construcción. Los de la Formación, si ella será el sostén, el nutridor, cuando se haga la culminación, el alma Oh, maíz, oh, tzité, oh, suerte, oh, su formación. Venir a picar aquí, oh, Espíritu del Cielo. No hagáis bajar la boca, la faz de los Dominadores, de los Poderosos del Cielo, dijeron Entonces dijeron la cosa recta: Que así sea, así vuestros maniquíes. los muñecos) construídos de madera: los hombres. Que asi sea. se respondió a sus palabras. Al instante fueron hechos los maniquíes. los muñecos) construídos de madera; los hombres se produjeron, los hombres hablaron: existió la humanidad en la superficie de la tierra.
Pero Sebastián sólo conoce la sabiduría cósmica de la tierra y de sus productos, sino que también su alma se estremece bajo el poder de los augurios nefastos. Su alma vive la tragica dualidad de la noche y del alba.
El pich, pájaro carpintero, lanzó su chillido cerca de la cabaña de Sebastián.
También pasó una serpiente delante de él. Había el sembrador humilde devoto disgustado a los dioses germinadores? corazón había dejado entrar la enfermedad. Hubo que hacer los conjuros mágicos. Se le llevó al campo y el brujo tendió las manos hacia la llanura y un mantran que él no pu do entender. De los montes funerarios surgieron espectros de cuerpo longano, sin pies ni brazos, de hombre. Aquellas figuras absurdas pero con cabezas se movían como humo al viento suave de la tarde.
Eran innumerables y cutarde. Erai brían, más allá de la mirada, la llanura de cenizas. Mezclábanse entre no las nubes las sombras y luego reaparecian sin haber perdido sus lineamientos de humanos fantasmas.
fantasmas. Vivian sin vivir, eran sin ser; y Sebastián Ax tenía la certeza de que se disiparían a un soplo, como las nébulas impalpables de los pantanos. Fuegos cárdenos danzaban el horizonte, haciendo persa pectiva a la muchedumbre incomprensible que giraba en ronda lenta, de sueño nunca visto por el ojo del hombre.
Trorraban los cerros; centelleaban las cumbres la ira de los dioses enfureci. Qué son. preguntó Sebastián al brujo. Los dueños de la tierra. Todos?
Todos lo son, todos lo fueron, pero ninguno lo es. Por qué. Porque el Tzuúl Takká gólo hace a los hombres el préstamo de la tierra.
Sebastián Ax no quiso saber más y púsose a sollozar pensando. quién nos salvará de los vivos y los muertos? El pensamiento del viejo le respondió sin palabras. La Sombra del Whabil guink (del hombre bueno. Luego el brujo comenzó a recitar: Ix el li sake, li poó, li cham.
el sol, la luna, los luceros. Hay en el alma medrosa y humillada del indio la secreta condenación del hombre blanco. Hay la esperanza del hombre bueno?
página preside el juevo libro de Carlos Wyld Ospina que lleva el mismo título. Aquí da una feliz impresión de aspectos interesantes de la vida indígena guatemalteca. Feliz, decimos, para indicar la certeza con que penetra dos.
tará getales, cuyo influjo de de probar ve Tampoco se influjo podriría el kelebal.
familiar. salió acercado a la Mantiene su pensamiento casto, mecido no se sabe por qué éxtasis abscóndito.
De la simiente preparada, llevó unas mazorcas lucientes y rollizas, ante el icono y las velo, las zahuntó con el incersario de barro, en que ardia el pom. Todas las noches alumbraron las velas de arrayán sobre el altar, en donde se marchitaban las flores del de Sebastián Ax. El ritual continúa.
patio campo A1 salir el sol sobre la línea de los montes, cegador conto los dioses la luz para los mortales, Sebastián Ax fué, con los brazos abiertos, hacia el campo de la siembra, temblando de angustia y estupor, y se arrojó de bruces, mascullando la sagrada salutación En su corazón bate un nombre, el nombre que es una llama. El Espíritu. El Espíritu.
Ya están en Ax, no Esta