REPERTORIO AMERICANO EDITORI García Monge Correos: Letra Suscrición mensual: 00 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Desde que Garrison fundó su Liberator no hubo paz en la Unión: cómo crecen las ideas en la tierra! José Marn.
Rapresentante an Hispanoamérica: Alfredo Piñeyro Téllez el aho. Ito Siro bancario sobre Nueva York EXTERIOR. temmte, 1350 RINCON DE LOS NIÑOS (LECTURAS)
EJEMPLOS Dijo el patriarca Jacob a su suegro Labán: Catorce afios ha que te sirvo y que miro por tu hacienda: tiempo es ya que yo también mire por la mía y Comience a entender en las cosas de mi casa. Pues si tú tantos años ha que te has empleado en servicio de este mundo y de esta vida, no será razón empezar ya ganar algo para tu anima y para la vida venidera? No hay cosa más breve ni más frágil que la vida del hombre: pues ¿por qué, proveyendo con tanto cuidado lo necesario para esta vida tan breve, no provées algo para aquelle que durará para siempre?
y Madre Granada EL DUEÑO DE LA POLLINA Cuando Jesús decidió entrar a Jerusalem, como sintiérase fatigado de la marcha que hacia desde Jericó, por ser áspero, aunque corto, el camino, mando a sus discipulos en busca de la pollina, según lo refiere Mateo. Diciéndoles, id a la aldea que está ante vosotros, y luego hallaréis una burra atada con su borrico. Desatadla y traédmelos. si alguien se opone, respondedle: el rabi los necesita. al punto los dejará. Cap. XXI, vers. y Nadie había junto a la pareja de asnos; mas esa noche, cuando Jesús, después de hacer su entrada en Jerusalem, fuése a dormir a Betania, el dueño acudió por lo suyo. reclamaba el alquiler de la cabalgadura, reprochando a la vez. Cómo has podido, rabi, apropiarte del bien ajeno? La pollina estaba en mi campo, atada a una estaca que yo planté, habiéndola cortado de un árbol de mi heredad. Pero lo hecho. hecho está La huida a Egipto bóname solamente el precio del viaje, que la burra es acémila de Por Estanislao Ostoja Ohrostowski alquiler Jesús le repuso: Estaba fatigado de andar, y La por eso tomé la pollina. Tú reposabas mientras tanto, satisfecho. Plato de mayolica de La Chapelle des Pofsen, Francia)
a la sombra.
Contaré una historia en mayó entraron como langostines Pues el rabi nunca supo ni lica los hijos de Madre Granada.
practicó el sentido de las palabras rojo púrpura y rojo encarnada, En la catedral eran tantas cobrar y pagar. ni tocó ja en mayolica mia, la historia más moneda alguna. Porque asi de Madre Granada naves no perdieran la pureza sus biencomo cámaras en las granadas, hechoras manos Madre Granada estaba vieja, y los monaguillos iban y venian Mas el otro se obstino: requemada como un panecillo; olas encontradas Tu cansancio no me atañe.
mas la consolaba su real corona, Un cardenal rojo decia el oficio Yo sólo sé que la jumenta es mia.
larga codicia del membrillo.
con la espalda vuelta de los arY Jesús, dulcemente: Su profunda casa tenia partida madillos. En verdad te digo que las co por delgadas lacas una vez se inclinaba o se alsas de este mundo no tienen sina en naves en que andan los hijos zaba un propietario, y que este se lla vestidos de rojo escarlata. el millón de los monaguillos ma Necesidad. En aquel momento, Por pasión de rojeces les puso ni tú ni yo éramos dueños de la Los miraban los rojos vitrales burra. El dueño era mi cansanla misma casulla encarnada. desde lo alto con viva mirada, Ni nombre les dió ni los cuenta cio. desde el principio de los como treinta faisanes de roja tiempos, el cansancio fué el dopechuga asombrada.
mador que adiestró a las cabalpor no fatigarse, la Madre Granada.
Las campanas echaron a vuelo, gaduras para su servicio despertaron todo el vallecillo.
Con lo que el dueño de la burra Dejó abierta la puerta, Sonaban en rojos y en oros se fue a clamar contra Jesús. la Congestionada: como cuando se quema el castillo.
acusándolo de fomentar a los 1a abrió el pufo ceñido, Al escándalo de los bronces drones.
de sostener las mansiones, canfueron saliendo en desbandada, Prefirió al reino de los cielos, sada y en avenida bajaron la puerta que habriale abierto su generosiY se fueron los hijos dad, la posesión de una acemila que parecia ensangrentada.
de la Empurpurada, alquiler La ciudad se levanta tarde, quedando durmiendo y vacia pudiendo disfrutar del infinila Madre Granada.
y la pobre no sabe nada, nada.
to amor en que el reino de los Van los hijos dejando las calles; cielos consiste, se quedó con el Iban como las hormigas entran al campo a risotadas.
Reino de lo suyo, que tenia por estirándose en ovillos Llegan a su tronco, suben en limites una cola y dos orejas de iguales, iguales, iguales, silencio, no, rio escarlata de monaguillos entran al estuche de Madre Grala catedral solemne llegaron. nada. La cuenta Leopoldo Lugones en un precioso librito de los suyos: y abriendo la gran puerta he y tan callados se quedan en ella Pilosoffcula. Editorial BABEL rrada, como la piedra de la Kaaba.
Buenos Aires, 1924. Imprenta LA TRIBUNA.
Por donde el profeta Daniel no halló otro medio para librar al rey Nabucodonosor de aquella tan rigurosa sentencia del cielo que contra él estaba fulminada, sino aconsejarle que se acogiese a esta sagrada ancora de la limosna y asi le dijo: Toma, rey, mi consejo, y redime tus pecados con 11.
mosnas, y tus maldades con obras de misericordia hechas a pobres Porque sabia muy bien este profeta cuán gran parte era para hallar misericordia delante de Dios, usar de misericordia con los hombres, pues es cierto que por la medida que midiéremos, habemos de ser medidos; y por esto el día del juicio se ha de hacer tan grande fiesta de las obras de misericordia, pues ellas han de ser allf el arancel por donde se han de juzgar nuestras vidas (I. os vuelve a referir Fray Luis de Granada en su Memorial de la Vida Cristiana. en olas y nunca Madre Granada despertóse llena de su millón rojo y sencillo: se balanceó por estar segura; pulseo su pesado bolsillo. como iba contando y contando, de incredulidad, la Madre Granada, estallaron en risa los hijos y ella se partió de la carcajada.
La granada partida en el huerto era toda una fiesta incendiada.
La cortamos, guardando sua fueros, a la Coronada La sentamos en un plato bianco que asustó su rojez insensata.
Me ha contado su historia, que pongo en rojo escarlata.
Gabriela Mistral Madrid, agosto de 1998.