REPERTORIO AMERICANO 267 Poetas jóvenes de Chile Gabriela Mistral, siempre atenta al movimiento literario de su país, nos envía desde Madrid este grupo de poemas de cinco poetas de los más jóvenes de la nueva generación, que le ha sido regalado por el escritor Luis Enrique Délano. Algunos de ellos han mostrado su temperamento en valiosos libros.
claros y entusiastas, como Olga Acevedo en «El Arbol solo, Juvencio Valle en «La flauta del hombre Pan y «Tratado del bosque, Oreste Plath en «Poemario y Andrés Sabella Gálvez «Rumbo indeciso.
Los otros, que no llegan aún a los veinte años, Jenaro Winet y Eduardo Anguita, han comenzado hace muy poco el amargo ejercicio de la poesía, pero lo han comenzado bien.
ADOLESCENCIA MORTAL NINA DEL CIELO Quién vió el corazón de ese hombre con maldad, Hermana. qué secretas fuerzas debilitaron tu cauce con ocultos crímenes realizados?
expresivo. Quién presintió su doloroso nacer. Qué aullido de bestia ciega se traduce en tu enfermedad?
su llegar a la vida como crueles aguas?
Ya no se acurruca el murmullo del viento en torno de tus ojos.
Quién no sintió el mismo grito Tú no sabes explicar el enigma, con tus palabras espontáneas.
que no precisa de la voz del trueno ni del canto del ángel Mujer, hermana mia, también hermana triste del entusiasmo.
para llegar a nosotros en tristes, desoladas cruces. Hurtándote a la muerte caminas hostigada en la penumbra.
Yo digo todo esto bajo el miedo de un amén.
Se que llevas la herida de una espada helada en el pecho.
Sin embargo no acuso ni defiendo Cuarenta palomas mueren a tus pies.
ese corazón de avance y fugaces secretos.
Niña timida, ya no resplandece tu niñez: eres pálida y frágil, sin transparencias como la oscuridad Pero decir estas cosas es como llorar largo tiempo Tu nombre, que semejaba una campana de estrellas, es la flor más o amar, aún, más largo tiempo.
triste.
Además, nunca pensé en los dificiles sueños Quién te llama, te ve con tu cara de fiebre, que traen las cosas más queridas.
y cuando tú te llenas de hermosura, es la muerte que se disfraza Odiar es un sueño tan dificil en esta vaga vida de muñeca sin resistencia para los grandes corazones.
Niña del Cielo, Ser valiente como la agonía del recién nacido, eres tan buena, tan blanca con tus ojos de rocío.
mirar sin ver las cosas y llorar largamente Tu risa fina navega sobre las blondas, para que no nos comprendan.
las brasas no quemarán en tus manos. Neutralizas al fuego.
Es ser menos de un niño.
Soberana de la isla del sol, el perfume de tu sombra es una Es ser el espejo de un hombre que ha muerto.
hebra de pasto linda como la brisa en tu seno.
Pero nosotros que llegamos de la velada SON Oreste Plath de bellos violines en delgados misterios, y que adoramos la música muriente de los rubios cabellos, LA CANCION DEL TIEMPO no podremos gritar cuánto durará este sufrimiento que llena de raíces amargas el feliz corazón malvado.
Era el silencio y todas las distancias sin nombre.
Qué huracán de alas cálidas la juventud creciente!
Tampoco no podria detener el corazón de estos días tan claros con sólo llevar una flor como valiente espada, Yo iba mordiendo el pétalo del delirio hecho llamas en una incontenible plenitud dolorosa.
pues temo la fuga de este corazón odiado que es un pájaro con cantos de luces.
Mar que nunca llegaba. Soledad infinita donde la muerte alzaba grandes cruces de luto.
Genaro Winet Yo iba como una hoja que extraviara su ruta 1935.
tendidas las dos manos hacia su luz celeste.
Dónde estabas, qué hacias? Qué madejas de embrujos MANZANA te enlazaban la vida? Di, qué hacías, hermano?
Eres el Sur florido, la ágil manzana verde, Alargada a tu sombra se me ardia el recuerdo eres la buena tierra preparada con tiempo; y era una flor de sangre mi corazón tremante.
y eres el gajo blanco y el racimo de oro Di la vuelta al planeta girando hacia tus vértices y eres también la estampa de los naipes silvestres.
como un astro frenético desprendido al vacio.
Tú crees? Soy la misma, canto y amo lo mismo Qué centauro ardoroso con sus cascos de plata porque soy joven y amo, soy la canción de siempre!
holló el musgo ligero donde estabas tendida Oh corazón de estrellas, corazón infinito, Quién se tendió a la orilla de tu rio de sueño diosas antiguas aman en tu raiz viajera.
para pescar tu luna y morder tus mañanas?
Quién pudiera decir desde dónde has venido Corre, corre tus lomas, grácil manzana verde, gran relámpago mistico y enamorado siempre!
huye de pampa en pampa la pasión de los toros.
Dulce destino el tuyo, oh corazón de amante Nadie te eche su lazo de rocio en el cuello, hecho para este canto tan doloroso y bello.
nadie te engañe nunca debajo de las higueras.
Tú, qué hacías en tanto? Dónde estabas, hermano?
En qué aristas remotas se prendieron tus alas?
Que los faunos ignoren tu cantarito nuevo Desatadas las veias de mi delirio. Locas y que ignoren el vaso de tus néctares buenos, de juventud las claras mafianas del apresto, y la fiesta de cuentas de tus veinte arlequines dónde estabas, qué hacías? Era la hora máxima.
riendo como unos diablos debajo de tu suelo.
la más triste y también la más dulce de todas!
Juvencio Valle Olga Acevedo LABRADOR DE MAR Bajo velas de hojas vegetales.
sobre claveles de un jardin marino, atraviesa mi barco con frutales dragones griegos de un celeste vino.
No son flautas sus algas vesperales, ni ha crecido la luna en su camino, mas huyen labradores pastorales cazando al torso del corcel marino.
Tú, ramaje de agua, espejo lento, leche del seno azul de la mañana, pájaro de las islas Barlovento: echa las redes a tu pez de lana, sirena flor nacida contra el viento, o en la pollera oval de una campana.
Eduardo Anguita ACORDEON y la palabra desencantada de los puertos Vieja garganta inverosimil y sensual, enronqueció mi espíritu.
cántaro de los desheredados en la danza desnuda.
Mi brújula gitana orillo las almas vagabundas, Dolor de hembra y la tristeza de arcilla perfumada curvo mis canciones.
y actitud salobre.
Los pájaros virgenes Tristeza de macho treparon a mi gesto huraño y paciente, para abarcar los horizontes, acordeón.
y mi pena suicida CANCION los hizo dolorosos.
Tripulante de panoramas, El mar precipitó mi sufrimiento.
mi voz Ahora soy un puñado de angustias derrumbó los crepúsculos orillando la muerte.
Andrés Sabella Gálvez