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926 REPERTORIO AMERICANO ROGELIO SOTELA ABOGADO NOTARIO Oficina: Pasaje Dent TELEFONO No. 3090 Casa de habitación, Teléfono No. 2208 rectitud de raza, pues planeta genio de dignidad en sí mismos esa inteligencia racional de las cosas que cuando es suprema. se confunde con el ser de Dios, que es el mismo Dios. Dios no es, pero Dios se hace, escribe Renán, y la razón, es de cir, el orden, triunfará finalmente sobre el desorden de las cosas.
Todo esto, que era cierto o probable en 1871 para Renán, se ha derrumbado.
Las leyes de la Naturaleza, acosadas.
han perdido ese rigor y esa majestad que les eran atribuídos desde Galileo a Berthelot. Su exactitud tiene un límite. Pasado un cierto número de decimales, el matemático ha de considerarse impotente. Esas leyes no son ya en modo alguno reflejo del pensamiento de Dios. Hay que arrebatarles ese prestigio. Esas fórmulas las que llamamos leyes no son otra cosa que vistas de realidades lejanas tomadas por nuestro espíritu, y su rigor aparente proviene de ese alejamiento mismo, que nos oculta los detalles. Imaginad un tren que pasa por el campo: le contempláis, admiráis la de su marcha. Pero no existe tal rectitud. Transportaos con el pensamiento al interior de uno de esos vagones que ruedan tan rectos, y en vez de la rectitud sentiréis la vibración, la multitud de choques rebeldes a toda fórmu la. Lo mismo sucede con las leyes físicas. No expresan más que unos promedios que encubren una realidad infijable y problemática.
En cuanto al impulso vital (ese dios confuso nos ocupa siempre. habrá de cambiar el curso de su acción. Pues que la matemática ha perdido su carácter divino, la evolución no tendrá ya por objetivo la producción de seres cada vez más desprendidos de la realidad viva.
cerebros puros destinados a al comprender abstracto. Le será preciso universo buscar otras finalidades, y quizá las halle en dominios que no son los nuestros.
Esa persuasión, tan firme en nosotros, de que el hombre es la finalidad de la naturaleza, no existe más que a causa de nuestra ignorancia y nuestra vanidad. Somos en la materia parte y ces, jueces incapaces de comprender el alegato de la parte contraria. El hom puede perfectamente ser apartadd del universo, con su sublimidad y sus taras. Si la de corazón misterioso prosigue en él su tarea, libando en las los elementos de la cera y la miel incorruptibles: si el ruiseñor permanece en él saludando a la noche y la alondra saludando a la aurora, comprenderé yo sin esfuerzo que Dios no eche de a esa especie agitada, y que la extinción de ella le le parezca, por él y por el universo, más el final de un que un desastre.
Dejemos las certidumbres y las probabilidades, y oigamos soñar a los amigos de Renán. Todo cambia ahora. E!
objeto de sus reflexiones no es la metafísica, en la que Renan no es más que un aficionado, sino la historia, en la que es maestro. Historiador, no desdeña la experiencia. La Comuna de París le demuestra el terrible poder que la socicdad moderna confiere las masas, a las muchedumbres materializadas, y la guerra, por otra parte, le ha mostrado en plena acción la reciente y poderosa obra maestra que es el ejército prusiano. Esas apariciones formidables hacen pensar a Renán. Las masas necesitan ser subyugadas. Con su inconducta, París lo prueba así. se da la circunstancia de que el instrumento capaz de esa subyugación existe: Prusia, con su creación militar, lo prueba también así.
Los tiempos modernos, que creianse vo cados al liberalismo, proporcionan a la autoridad unos medios de acción desco nocidos de antaño. Las armas sabias nos retrollevan a la Edad Media, en la que veintisiete caballeros forrados de hierro alzaron una barrera en el puente de Meaux detuvieron y masacraron la multitud campesina soliviantada. Qué habría dicho Renán si hubiese visto nuestros tanques, nuestros aviones, terror de las ciudades? No hubiera podido decir nada mejor, porque había visto claro.
Cierto que el error se mezcla a la verdad en su visión, y la fuente de ese error sigue siendo su racionalismo. Las autoridades temibles que la humanidad tendrá que soportar, Renán cree que es taran sometidas a la autoridad de los hombres de ciencia. Serán jefes, por que sólo ellos sabrán manejar las armas que inventarán. La élite de los seres inteligentes escribe dueña de los importantes secretos de la realidominará el mu mundo por medio de los poderosos medios de acción que tendrá en su poder, y hará que reine la mayor razón posible. Ahí está el error, el sofissna racionalista. El hombre de ciencia tiene vocación de investigador, rar lo real, no para inspirar la reforma.
capaz de perfeccionar unos métodos de investigación, no de imponer un Dealogo. El excluido de El hombre de ciencia es un contemplacior la los raza amos. De estos amos?
Renán adivinó, como la experiencia nos actualmente. Surgirán de las muchedumbres, los mesías que darán acento y voluntad a las grandes realidades del orden social, el Estado, la raza, el pueblo. La solución democrática perderá todas sus probabilidades. El porvenir pertenece a los oligarcas, a los monarcas. Los oligarcas serán unos sectarios que gobernarán por el terror. Los conocemos ya: los comunistas, fascistas o nazistas.
Los monarcas escribe Renán serán unos individuos a quienes las masas ve nerarán como a divinidades. Sabemos sus nombres: Lenín, Mussolini, Hitler. veces tengo un mal sueño prosigue Renán y es el de que pudiera muy bier ocurrir que una autoridad tuviese a su disposición el infierno, no un infierno quimérico acerca de cuya existencia carecemos de pruebas, sino un infierno real. Conocemos también hoy esos infiernos: son la Siberia, los campos de concentración, las islas.
Renán ofrece precisiones singulares hasta en el detalle. Las tiranías positivistas de que hablamos sentirían pocos escrúpulos en mantener en cualquier cantón perdido del Asia un núcleo da baquires o o de calmucos exento de re pugnancias morales y listos para todas las ferocidades. Es el comunismo ruso, exactamente adivinado. añade. Poder espiritual, monarquia, nobleza, legitimidad, superioridad Due den renacer por obra del hombre y de la razón. Parece que si una solución semejante se produce en un grado cualquiera en el Tierra, es por Ale mania por quien se producira. por el Alemania, 80 de la igualdad, y aun de la se preocupa po de los individuos, y que tiene ante todo por objetivo el aumento de derzas intelectuales de la especie. Suprimamos el término intelectuales. que impide Renán la anticipación de ser totalmente exacto. y tendremos a la Alemania moderna, con su jefe idólatra, sus disciplinas rituales, sus excomuniones racistas y el acero esterilizador de sus cirujanos.
Renán ve con igual claridad lo difícil que habrá de ser en un mundo así transformado la situación de Francia, adentrada con tanta pasión en las vías opuestas del liberalismo humano: Si la última palabra de las cosas es que los individuos disfruten de sus pequeños destinos consumados, lo cual es posible, después de todo SCHbe sera la Francia quien tenga razón, pero no será este país el que logre jamás la gran armonía o, si se quiere, la gran servidumbre de conciencia de que hablamos. Será antes bien, repite.
Alemania en otra parte dice, contradiciendose él mismo: Dulzura, be nevolencia para todos, respeto a a todos, amor al pueblo, afición al pueblo, bon dad universal, amabilidad para con todos los seres: he aquí la ley segura que no engaña. Cómo conciliar tales sentimientos con la jerarquía de hierro de la naturaleza y con la creencia en la soberanía absoluta de la razón? No lo sé.
En 1933 Francia y los franceses, co mo su viejo maestro, no saben nada tampoco. esta ignorancia en que se encuentran crea en el mundo una situación muy difícil y peligrosa.
Paris, febrero de 1984.
que más dad.
liberal aza de los De dónde Kes lo dice surgirán discurso Serán EN La Habana consigue el Repertorio con «Cultural Libreria Cervantes. Av.
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