REPERTORIO AMERICANO 89 Dos Othón instantes de la vida de Por JESÚS ZAVALA Colaboración. México, Obedeciendo a este estado anímico, en el Poema del recuerdo canta: Aunque para el dolor aun es temprano, ya en su infinita lobreguez me pierdo y lo resisto en vano.
Voy a emprender un viaje muy lejano al pais misterioso del recuerdo.
Atiendeme: es la hora en que otro tiempo, cuando Dios queria, el alma que te adora fantasmas de una dicha arrobadora llenaban de ilusión y de alegria Hay en los versos de juventud de Othón un poema que, al leerlo, no se puede prescindir de compararlo con otro, quizás el penúltimo de los que es cribió: el delirante y patético Idilio Salvaje.
En el Idilio salvaje hállase cristalizada la desgarradora y postrera aventura de amor del poeta. Esa aventura que, por pudor y respeto a la esposa, él mismo encubrió atribuyéndola a un amigo y que, por no traicionar sus sentimientos, nadie ha qsado referir hasta ahora. Tal vez Alfonso Toro, a quien Othon dedicó su poema, la narre algún día.
La composición juvenil a que se alude es el Poema del recuerdo. Cuándo escribió Othón estos versos? De seguro con posterioridad a la aparición del primero de sus libros: Poesías (San Luis Potosí, 1880) y a la de sus poemas campoamorinos en La esmeralda.
efecto, en ella asoma el poeta de los Poemas rústicos y, más aún, el del Idilio salvaje. Es verdad que ya en Poesías Ifigura el primero de sus sonetos paganos, Pulcherrima dea, que retocado hállase incluido en los Poemas Rústicos; pero aquéllos no son característicos del cantor de la naturaleza. En el Poema del recuerdo encuentranse estos versos. Cuál llegan en tropel a mi memoria!
Consumi muchas vidas en solo un episodio de esa historia que ha dejado la ráfaga ilusoria de las cosas ya idas.
Manuel José Othon (Mascarilla mortuoria)
En Idilio salvaje Pasó. No queda nada en ti de aquellas castas ilusiones con que probaste mi alma fatigada. Qué lobreguez envuelve tan helada nuestros ya separados corazones!
En mi queda escondido para siempre el dolor, y tu memoria guardo en el corazón, como en un nido.
Fuiste mi adoración, fuiste mi gloria, y no hay ausencia para mí, ni olvido. Envío de Jesus Zavala, México. Alfonso Toro fuerza de pensar en tus historias y sentir con tu propio sentimiento, han venido a agolparse al pensamiento, rancios recuerdos de perdidas glorias. evocando tristisimas memorias, porque siempre lo ido es triste, siento amalgamar el oro de tu cuento de mi viejo román con las escorias.
He interpretado tu pasión? Lo ignoro; que me apropio, al narrar, algunas veces el goce extraño y el ajeno lloro.
Sólo sé que, si tú los encareces con tu ardiente pincel, serán de oro mis versos, y esplendor sus lobregueces.
y por el limpio espacio resonaba el toque de oración, Ave Maria. pues ya desolado queda mi amor y la esperanza pierdo, quiero volver los ojos al pasado; y déjame morir, dueño adorado, en el país lejano del recuerdo!
que traen a la memoria estos otros de El himno de los bosques que, por lo que se ve, ya germinaba en el cerebro y en el corazón del poeta: del universo el corazón murmura esta inmensa oración: Salve, Maria. Pasó. No basta este vocablo para evocar, sino todo el poema, a lo menos el Envío del Idilio salvaje. No podría decirse que el Poema del recuerdo es el Envio casi informe del postrer pce ma pasional? Para cerciorarse de ello, he aquí el Envío aludido. Por qué a mi helada soledad viniste cubierta con el último celaje de un crepúsculo gris. Mira el paisaje árido y triste, inmensamente triste.
Si vienes del dolor y en él nutriste tu corazón, bien vengas al salvaje desierto, donde apenas un miraje de lo que fué mi juventud existe.
En tus aras quemé mi último incienso y desnojé mis postrimeras rosas.
Do se alzaban los templos de mis diosas, ya sólo queda el arenal inmenso.
Pero ¿cuál es la razón por la que no se puede prescindir de comparar el Poema del recuerdo con el Idilio sal vaje? Hay en ambos tal similitud de ideas y de sentimientos y, si se quiere, hasta de palabras, que no es equivocado asegurar que el estado emocional del poeta, cuando los escribió, era análogo.
Es indiscutible que entre uno y otro median por lo menos cinco lustros; que la técnica incipiente del primero, que es una silva breve, dista mucho de la perfecta de los sonetos del segundo Pero ¿acaso la primera y romántica aventura de amor del poeta no pudo tener semejanza con la postrera. Acaso la tumultuosa y volcánica pasión del hombre no pudo desflorar la cicatriz de la desgarradura juvenil? En ambos poemas el dolor clava sus dardos con fiereza, el amor agoniza delirante y el corazón sangra, presa de una infinita e inasequible sed de olvido.
Mas si acaso no vienes de tan lejos y en tu alma aun del placer quedan los dejos, puedes tornar a tu revuelto mundo.
Si no, ven a lavar tu cyprio manto en el mar amarguísimo y profundo de un triste amor, o de un inmenso llanto.
Quise entrar en tu alma, y ¡qué descenso, qué andar por entre ruinas y entre fosas! fuerza de pensar en tales cosas me duele el pensamiento cuando pienso. Pasó. Qué resta ya de tanto y tanto deliquio? En ti ni la moral dolencia ni el dejo impuro, ni el sabor del llanto.
II Mira el paisaje: inmensidad abajo, inmensidad, inmensidad arriba; en el hondo perfil, la sierra altiva al pie minada por horrendo tajo. en mi. qué hondo y tremendo cataclismo. Qué sombra y qué pavor en la conciencia, y qué horrible disgusto de mi mismo!
Bloques gigantes que arrancó de cuajo el terromoto, de la roca viva; y en aquella sabana pensativa y adusta, ni una senda, ni un atajo. Pasa a la página siguiente)
Comparando el Poema del recuerdo con el Envío, es preciso reconocer que no sólo hay en ellos similitud de ideas, de sentimientos y de palabras, sino tam bién de expresión.