28 REPERTORIO AMERICANO Versos de un poeta nuevo de Cuba Sacados de Pulso y Onda, por Manuel Navarro Luna.
Ensayo de Juan Marinello. Editorial Hermes. La Habana.
CANCION DEL ANSIA DESNUDA Mayakowski: ite fuiste de la luz para meterte en el agujero negro!
Desnudemos el ansia y enterrémosla en el agua tibia de la tierra.
Quitale la ropa blanca a la tuya. La mia está mordiendo las piedras negras.
Ya roja ya fría, ye desnuda Armada y enloquecida, sangro, como ninguna, en la pelea Cuando el campo era un semillero de blancos estandartes, ella, armada todavía, peleaba sobre dos muletas. Los niños rompen las luces del canto para quedarse, dormidos, sobre el canto.
Ahora está la fatiga despierta. Por qué también no la desnudamos?
Quizás pueda correr, desnuda, mejor que el ansia; quizás pueda sacudir, mejor que el ansia joven, los músculos de los caminos desmayaos! 2 Yo le arranqué los ojos con mi espada.
Búscala en la tierra!
Si cavas un poco más encontrarás sus huesos.
La tierra está florecida de cadáveres.
Cómo florecen debajo de la tierra. se convierten luego en flores rojas.
en flores verdes, en flores negras.
Somos los verdugos del sol; verdugos de la luz blanca.
La tierra está florecida de cadáveres: cadáveres, ya hediondos, del ansia En la guerra, el zumo siempre es dulce; el pan es siempre blando.
Pero el sueño tiene las manos frias, y en las manos frías, pan frío y duro y zumo agrio.
En el sueño. la sangre camina sobre aguas muertas, donde el pico del hambre no rompe las luces del canto.
CANCION CAMPESINA PARA CANTARLA EN LA CIUDAD Sacude los huesos podridos y la carne nauseabunda; agita la alegría del hambre y vamos a correr sobre el ansia desnuda.
Las estrellas más claras brillan sobre el corazón del hambre; el canto que jamás han oido los hombres vuela de los nidos del hambre.
El mejor pan lo llevan en sus manos los hombres hambrientos que muerden el filo de las calles Estás lavando la ráfaga de tus ojos en los manantiales campesinos.
Hunde, también, la boca; hunde, también, las manos; echa ai agua clara los vestidos!
En la ciudad, el viento camina con los labios secos; el agua ronca en los charcos dormidos donde se ahoga la esperanza con una piedra atada al cuello.
Charcos que no le piden nada a las nubes porque todo lo tienen en el suelo.
Charcos para cuyo estómago las alas de las estrellas serían un buen alimento. 2 Vamos. Pon en marcha la risa; enciende la luz de los nervios: echa al fuego la ropa del cansancio.
Mayakowski rie. ya liquidó su cuenta!
con el rostro florecido, no de rosas verdes, sino de rosas rojas. Nadie, a no ser él.
pudo escribir la página maravillosa!
Cuando vienen a la ciudad, los pájaros se ensucian la ropa; las estrellas, cuando caminan por sus calles, tienen, después, que mandar a lavar sus trajes.
La mafiana, que viene siempre a la ciudad con los pies descalzos, sale de la ciudad con los pies que dan asco.
Pero los hombres pueden vivir entre los remolinos negros. Para los semilleros de la ciudad la tierra puede abonarse con estiércol! Hay más sombra, más fresca sombra bajo los árboles del hambre.
Las frutas siempre están maduras, y el zumo chorrea en los labios de los niños que duermen en la calle.
Las ramas encienden sus racimos amarillos para que los niños jueguen con su luz y para que los hombres canten.
Siempre sus senos están tibios; siempre están limpios sus cabellos; sus munos tienen las mejores sortijas; el sueño es más hondo cuando late en su pecho. 3 La canción campesina se desnuda para bañarse en el agua de la montaña; y sale después, con el pico entreabierto, sacudiendo las plumas mojadas, La canción campesina 401 espiritu ágil y claropicotea la fruta dorada del sol que la mañana. camarera con delantal rosado le sirve, diligente, en la mesa limpia del árbol. Que no venga contigo la canción campesina!
Atirante las poleas del mar y atesa los alambres del viento En los torbellinos de la fuerza es el trágico movimiento. Las pupilas del hambre son los potentes focos del Universo!