348 REPERTORIO AMERICANO seguía ardiendo, a pesar que le faltaba el alimento. uno se acostumbraba, a pesar de tan repetidos sobresaltos, a seguir viendo palpitar esa llama que cn su lámpara rota y vacía se consumía a sí misma, que se tentaba a creer que ese milagro pudiera durar eternamente. Pero esto no podía ser. cuando yo, des pués de una separación de varios me ses, volví a ver a Lawrence en la primavera de 1930 en Vence, terminaba el milagro, la llama que palpitaba todavía al ahogarse, se apagó algunos días después.
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por éi en remolinos, te, sino que él haya sido así, como era.
La convivencia con Lawrence era siempre aventurera, como un viaje de exploración en tierra nueva. Porque él mismo, ciudadano de otra ordenación del mundo, habitaba un universo diferente al de la generalidad, un mundo más amable, más intenso. El miraba las cosas con los ojos de un hombre que ha estado en la orilla de la tumba, y al que el nundo se descubre desde la oscuridad en toda su belleza y con todos sus milagros. La existencia le parecía un solo y largo proceso de convalecencia; como si cada día de su vida hubiera sanado nuevamente de una enfermedad mortal Su gran encanto como amigo con sistía en que nunca le aburría algo, y que por lo tanto no podía él mismo aburrir a nadie.
Ningún trabajo le parecía densasiado nimio, o trivial, como para que no le hubiera valido la pena de emprenderlo y realizarlo. Sabía cocinar, coser podía zurcir calcetines y lechar vacas, era un buen leñador y tenía facilidad para bordar. Los fuegos hechos siempre ardian bien, y un suelo lavado por Lawrence estaba realmente limpio. Además, poseía la facultad más admirable aun, en un hombre muy nervioso e inte gente; la facultad de no hacer nada Podía estar simplemente sentado y estar completamente contento, y su contento era, cuando uno estaba con él, verdaderamente contagioso. Igualmente contagioso eran sus caprichos repentinos y su risa. Aun en los últimos años de su vida, cuando la enfermedad coa vencerlo y a matarlo lentamente, volvía a veces a sus buenos tiempos. Desgraciadamente al final se hacía amarga esta risa.
Le he oído hablar a a menudo de los hombres y sus quehaceres con una burla de tal n:odo demoníaca, que a pesar de la fogosidad poco común y de la profundidad de lo que expresaba, era doloroso oirlo. El secreto conocimiento de su decadencia lo invadió en los últimos años de su vida con una tristeza avasalladora. Esta tristeza se manifestaba a veces por medio de verdaderas explosiones de furia, La falta de decoro sentindental. La furia como exteriorización sentimental le parecía menos indecente. una melancolía resignada o brosa prefería la furia. Se vengaba del destino que lo obligaba a la tristeza, burlándose de todo. como su tristeza de hombre que se acaba lentamente, era indeciblemente profunda, su burla tenía que llegar a ser horriblemente amarga.
La vitalidad tiene tanta fuerza de atracción como la belleza y en Lawrence borboteaba una fuente inextinguible de vitalidad. Mientras que según el pronóstico médico, debía haberse muerto mucho antes, seguía la vitalidad fluyendo en él y deshaciéndose de vez en cuando, como un gran globo de espuma se deshace en el sol. Durante los últimos años parecía una llama que palpita a!
apagarse, pero que como por milagro MANANAS DE MEXICO Dia de Mercado Por LAWRENCE Traducción de Barreda. 27. En el 34 de Contemporáneos. México, Marzo de 1931.
Camino al pueblo Hoy es el último sábado antes de la el bamboleante y giratorio movimiento Navidad. Se presiente que el próximo de las copas de los árboles al viento.
año será trascendental. Este año casi ya Mañana inquieta, con nubes bajas, ha terminado. Soplaba aire desde el amamoviéndose también en círculos, en necer, sacudiendo las hojas, y el sol na Lambolcos. La naturaleza entera mpciente brilló por el resquicio de una nu viéndose. Qué mejor que girar uno tambe amarilla. De golpe hirió las flores bién, en lentos círculos, como los halcoamarillas que asomaban por la barda del patio, y la oscilante magenta de las Todo parece girar lentamente y ronbugambilias y las violentas explosiones dar alrededor de un eje las nubes, los de las poinsettias. La poinsettia es her nlontes del valle, el polvo en mosísima, sus flores muy grandes y de un rojo inmaculado. Aquí llámanse nolos grandes y hermosos halcones rayachebuenas, flores de Navidad. Estos dos de blanco gavilanes y hasta los conachos arrojan su escarlata atrevidapos de nieve de las flores, que cubren los oscuros árboles del palo blanco. Hasmente, a la manera de pájaros rojos vibrando en la brisa del alba, como si fueta los cactus llamados órganos, que creran a bañarse todas sus inquietas plucen en grupos compactos y rectos, hasta los cactus en forma de mas. Estas flores, en Navidad, en lucandelabros gar de los laureles sagrados. La Navi diríanse que giran lentamente alrededor dad parece que exige heraldos rojos de un centro colocado en el centro misLa yuca es alta, más que la casa. Tamde ellos.
bién está en flor, dejando caer una rama Raro sería pensar en líneas rectas en de campánulas amarillentas largos radonde no las hay, y exigir actos rectos cimos de espuma. estas corolas de cecuando cada cosa, tarde o temprano ra quiebran sus tallos en el viento, caen deja venirse en círculos y cae violentasilenciosamente del largo racimo amamente en el centro; en donde el espacio rillento, que lento se cimbra.
es curvo, y el cosmos una esfera dentro Los granos de café ya comienzan a de otra esfera, y el camino entre un encenderse.
Las malváceas rosáceas punto y otro va dando vueltas alrededor mécense en las puntas de las delgadas de lo inevitable, como las alas anchas ramas roset de tierno rojo del halcón giran en las alturas, inclinánEn el patio trasero hay un árbol alto, dose en el aire como la mitad invisible del género de las acacias translúcidas. de una elipse. Aquí, si hay que seguir En su copa asoman blancos dedos de un camino, será necesario hacerlo en flores, desnudos en el azul del cielo. círculos y descensos rápidos, en velocien el aire, estos dedos de flores en el dades centrífugas, hacia el centro. Un desnudo cielo azul, mécense, mécense en acto recto, cualquier curso, será inmemo mienzaba quejumIn angello cum libello. Kempis. En un rinconcito, con un librito, un buen cigarro y una copa de Anis Imperial suave. delicioso. sin igual FABRICA NACIONAL DE LICORES. San José, Costa Rica