892 REPFRTORIO AMERICANO lo lo percibía ci Conde cuando decía, buscan que zación sola falta de sidades melo para los esy su sucedió.
blece di la caid malo, vidiario de Nuevo después de En medio de tantas inercias regresivas, la vida intelectual, quién sabe por qué misteriosa energía, se conservaba, con cuidadoso traspaso de antorchas. es que, dentro de la existencia anormal de los tiempos coloniales, las universidades de Santo Domingo, que antiguas mas mudos, debieron de constituir tradiciones de formidable persistencia En esta cclonia, orgullosa, pero pobre, ali lada, olvidada de la poseyo refugio y consuelo píritus mejores, a quienes tantas cosas les estaban prohibidas. pes dos los arcaismos de aquellas instituciones, a a pesar de su física aristotélica y su astronomia tolemaica su medici na de Avicena, entre su sombra se formaban mentes claras. Luces escondidas bajo el celemín, salieron a brillar cuando los trastornos de la mitad del siglo xix los echaron fuente de tierra: de 1801 a 1850 circula por las dos Américas imprevista multitud de dominicanos eminentes; su irrupción en Cuba hace elevar de súbito el nivel de cultura en la Grande Antilla, adonde llevan desde el primer piano hasta las ntejores bibliotecas.
el primer Méjico, Pichardo redacta el primer diccionario de regionalismos del Mundo Has ta uno de los grandes ses del siglo xix, Théodore Chassériau, pintores france nace en Santo Domingo bierno El dominicano florece mejor en tier ajena en la propia Entre quienes permanecieron en.
país, la luz se amortiguaba pero no se extinguía. hilo de una herencia señoriai se percibe en la cultura humanistica que alcanzan todavía los Angulo Guridi, Félix María Del Monte, Nicolás Ureña y su hija Salomé, Espaillat, Peña y Reinoso, Meriño, Galván, José Joaquín Pérez, Los Tejera, César Nicolás Penson, los Deligne. Cuando Hostos llegó a Santo Domingo, fácil le fué encontrar colaboradores: la sociedad de Amigos del País. de donde salieron los principales, perpetuaba hasta en el nombre los ideales civilizadores del siglo Después, aquella tradi ha roto, para dolor de los que nos sentimos ligados a ella, de los que en verdad procedemos de ella. Por qué se América nuestra poco sentido de la tradición: la abandonamos sin motivo, sin criterio, como destruímos las murallas de Santo Domingo. Después surgen cosas nuevas: fuera de la ciudad colonial se desenvolvieron los nuevos barrios; pero la muralla no les estorbaba, y puuliare la actividad política y la independencultura do haber subsistido junto a ellos. Así, después de que la incuria deshizo la tradición de nuestra cultura humanística, se multiplicaron las escuelas, se difundieron novedades: todas las adquisiciofeliz con la herencia noble. Ahora, afortunadamente, nuestras sociedades de cultura hilo que ate pasado con el porvenir. Por eso, ha sido para mi gran aliento cordial oír en nuestras salas de conferencias al mejor representante de nuestras tradiciones castizas, Américo Lugo, en quien los dioses infundieron el don de la palabra de las cta, y tras él, cargado mejores adquisiciones de nuestra juventud, a Luis Heriberto Valdés.
Aquella cultura de tipo tradicional fué, a veces contra la voluntad de quieGirábamos en círculo vicioso: el país estaba pobre porque estaba inculto, porque carecía de escuelas, y carecía de escuelas porque estaba pobre. El movimiento hacia la educación popular se inicia con Hostos, que acude al único medio posible dentro de nuestra estrechez: hacer maestros, que ellos harían escuelas. así Pero veinte años después, cuando regresa Hostos, nuestra aguda crisis de 1899 ya no sólo quiere hacer maestros: quiere escuelas, muchas escuelas. un dia guo discípulo y colaborador, ministro en el gobierno de Jimenes, la multiplicaciór: de los panes y los peces, la multiplicación de la escuela, como único medio de salvación para el país.
Civilización o muerte!
El Dr. Henri quez lesmenuza ante sus ojos el presupuesto nacional y le demuestra que el acababa de regresar de las zonas lahogobierno a duras penas vive. Hostos riosas de la América austral y en parte se le había olvidado a qué punto puede llegar la pobreza en estas tierras exubeAl convencerse de la verdad, cia! Pero la fe en la escuela, aunque se queda abrumado: Es la impotenhaya nacido de la reverencia que inspi raban los antiguos doctores universitarios, es fe arraigada en nuestro pueblo: Hostos no alcanzó a verlas, pero las escuelas se multiplicaron al fin Ahora, en 1932, Santo Domingo está en vías reales de organización, de renovación gradual: proceso que reciama la atención y la colaboración de todos los dominicanos. Nuestro aislamiento ha cesado: se advierten sus huellas todavía en las cosas del espíritu, pero nuestra vida política y económica está definitivamente unida a la de toda la Tierra, donde no volverán a existir puenía de las revoluciones. Esta enferme dad, que vemos inevitable en pueblos de América llenos de problemas vastos, sobre territorios enormes, con regiones heterogéneas en clima, hábitos y cultura, entre nosotros resultaba en contradicción con nuestra vida patriarcal. Así de la Puerta del ecía, del primer tirano nuestro, inauguró el cadalso en medio a un pueblo cándido de hermanos. No la necesidad de revolver hondos problentas de creencias, de organicial, de régimen económico: la de educación política engendró entre nosotros las revoluciones. ellas trajeron, como sacudidas bruscas en aquella vida soñolienta, trágicas agonías, con largo cortejo de desgracias que rodavía hemos padecido los hombres de mi tiempo. Entre la endemia del poco trabajar y las epidemias del pelear, el país vivía en peligro constante de regresión, de desorganización: apenas lo salvaban, abajo, la faena silenciosa de los buenos desconocidos; arriba, la tarea civilizadora de cortos grupos.
La tarea civilizadora no se realizaba, siendpre fuera del gobierno, como creen los imistas: desde el gobierno, con intermitencias, se realizaba también.
Pero todo gol gobierno, bueno o via en la zozobra de caída inminente.
La dificultad de establecer coordina coordinación normal entre la intelectual de los los escogidos venía de lejos: al nacer cia, ni teníamos instrucción innovación que para los pueblos latinos nace de la Revolución Francesa, ni teníamos educación política, que la España de los Austrias y los Borbones no acertó a darnos. El régimen colonial, aquí como en todo la América no había organizado española pueblo: al desapa recer, dejó sóio masas amorfas, a cuya dirección se pusieron unos cuantos improvisadores Hubo cando modelos fuera, la estructura poque inventar, buslítica de la nación, la organización del pueblo. la América española da el curioso ejemplo de países donde la ley no brota de la realidad social sino que se impone desde afuera, desde arriba, y presenta con gradualmente conquistado.
conto ideal penosamente Problema Problema, pues, de nuestra vida pública, problema común a toda nuestra América, el de llenar el foso que separa, de la torre de la cultura, el campo de la actividad política: que el gobierno asiente su estabilidad sobre la cultura de las masas; que cultura ejerza función vital, fuera de la ebúrnea torre de sus vetustos privilegios.
De todos modos, no ha sido infrucel esfuerzo de los que entre nos crearon lentamente el ideal de patri conciencia de nación, que va de 1821 a 1873: nuestra nuestra conciencia de pueblo hispánico, persistido; ella nos salvó ágica de 1916 a 1922: hemos renacido, resistencia moral opuesta a la invasión dentro del país y gracias a la campaña del exterior, en que nuestra arma principal ha sido el idioma español la popular, que rantes se tuoso el otros forjaron, LA COLOMBIANA en trágica Le ofrece Vestidos de Casimir de primera clase 1. 25 2. 50 10. 00 ABONOS SEMANALES MENSUALES y al contado. Precio y trabajo que no admiten competencia. Acabamos de recibir un surtido de casimires en estilos modernos. Atendido por su propietario que es lo más competente en el ramo.
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