REPERTORIO AMERICANO 76 ALBERTAZZI AVENDAÑO ABOGADO SAN JOSE, COSTA RICA este poeta, como Jules Laforgue e Isidore Ducasse (el conde de Léautremont. nació al borde de las tierras ilimitadas de Sud América: tierras de ensueño donde los hombres han aprendido la canción mon la nostalgia Oídlo exclamar. con el mismo fervor con que el solitario de Manhatan cantaba a su ciudad muy querida desde lo alto del puente de Brooklyn, su canción de la hierba que no conoce el agotamiento del horizonte: OFICINA: 75 vs. Oeste Botica Francesa nos TELEFONOS OFICINA No. 3726. HABITACIÓN No. 3153 Je fais corps avec la pampa qui ne connait pas la mythologie.
que se hallan de Blade la guitaansias musicales. Es un trasmundo de cuanto nos ofrece la generosidad de los sentidos, dilatándose en un túnel psicológico que no llega nunca al fondo de la sensibilidad y la inteligencia. Qué lenta y difícil iniciación al misterio las de este arte que, sin embargo, nos invita a vivir sus consecuencias plenamente! Pero cuando llegamos hasta él, cuando el oculto sentido de sus intenciones penetra, oímos llegar hasta nosotros una que todo es desconocido: desde las estrellas hasta una una vaguedad personal que viaja en un ambiente calcinado por las fuerzas imprevisibles trás de las del espacio ¿Recordáis la incertidumbre diabólica que André Gide nos hizo gustar, amargamente, en el poeta inglés William ke? Supervielle no es un poeta satánico, pero en sus manos las perspectivas las apariencias sensibles se modelan según la lógica de la fantasía que despliega el bien y el mal como un abanico que ventilara todas las fuerzas de lo desconocido (La fantasía! Cuando hablamos de los poetas quisiéramos que esta palabra no viniera a nuestra memoria, pues nas evoca todos los errores que ha creado la literatura comparativa, la literatura de las metáforas. Jules Supervielle es el más parco de los poetas: en tal sentido sigue las tendencias del arte moderno que ha relegado la metáfora, como iaa otras formas de la elocuencia, para las expresiones inferiores. La poesía no tiene necesidad de metáforas. La sia debe insinuarse al espíritu directamente creando imágenes prona transformarse en reali supe¡Cuántos siglos se han necesitado para convencer a los artistas que la fantasía y su descendiente literaria, la metáfora, son el enemigo mayor de la emoción: con ella sólo superstición del arte y la negación de su verdadera facultad creadora. en un principio se sintió en la formación del espíritu de Supervielle una tendencia hacia los planes emotivos que más concuerdan con su sensibilidad, hoy podemos decir que ya ha encontrado el sentido cabal e integro de su inteligende sus manifestaciones líricas. En als análisis de este poeta no vacilamos en hablar de inteligencia, en su sentido de orden, dominio de pasiones, equilibrio dei espíritu, pues no hay arte más lógico y emoción correspondiente más mer libro de poemas, Poémes, se pudo pensar en la influencia de su de su compatrioaas simbolistas. Luego, cuando los soberbios frescos de los Débarcaderes vieron la luz, se pudieron evocar las huellas de Paul Claudel, de Saint Léger Leger, de los norteamericanos que van de Walt Whitman a Robert Frost y aun retorno a cierta estructura medioeval. Pero en sus más recientes libros hallamos lo que es suyo; su sensibilidad y su fuerza de abstracción lírica resaltan en los poemas de Gravitations, Oloron Saint Marie, Le Forcat Innocent. Despliega el espírit:1 con pereza religiosa, hacia los rumbos desconocidos de su nuevo arte, muy dueño de su equipo de imágenes, de sus quimeras, de sus metafísicas consoladoras, de su maquinaria interior que empuja, a modo de un viaje por los países de la eternidad. como las velas de todos los sedientos de horizontes fugaces, sus secretos y sus nostalgias. En la visión de los sitios que contemplaron las generaciones que fueron madurando, en las entrañas del tiempo, su alma de poeta, se detiene unos instantes para despertar las sombras de los amores prematuros que otros seres gozaron antes que él: de su descenso al pasado nos trae unos poemas bellos, aun temblorosos del abrazo que le dió a la muerte.
La sorpresa que le produjo la continuidad vital de los seres y las cosas prende su vuelo en este retorno al laboratorio en que se opera la noción del cambio.
En la iniciación de su carrera poética Jules Supervielle cantó lo que habían visto sus ojos, lo que había conservado su memoria de la edad de su niñez, cuando sus sentidos almacenaron la soledad rojiza y entristecedora de las pampas de su tierra natal, el Uruguay, pues Por sus desembarcaderos liricos desfilan paisajes de todos los colores sobre el lomo de bestias de carga, grandes soledades que el viento curva, bajo el sol o la luna, hierba reseca humedecida por el mujido de novillos furiosos min que miden el el arco del horizonte con sus hocicos cuajados de espuma, y el desfile de las manadas de bueyes, grandes como árboles solitarios, robustos como el cielo, apacibles como el canto de la rra del gaucho, perdido en en la noche de América, una romántica en el fondo del alma. entonces, cuando el amor apacigua esta costra de inquietudes que son la dádiva de los sentidos abiertos al mundo, inicia, desde su casa de París, el viaje de sus ideas, de sus desintegraciones sentimentales.
de sus nostalgias, y nos relata el anverso y el reverso de una tierra construída para el uso personal: se burla de las leyes naturales: lo que es concreto en la realidad es falso para él: la abstracción humana es más real, por el contrario, de como la percibimos. Todo es un conjunto en marcha, una sucesión de misterios en un perenne desplazamiento: el poeta contempla su mundo desde la ventana de su vida, cuya misma contexpoesolamente tas a riores.
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