Carmen LyraDemocracy

12 REPERTORIO AMERICANO tienen en el convivio doméstico, han logrado poner notas de idealismo práctico en el pentagrama de la vida femenil, no hay el menor fundamento para barruntar que el voto de ellas siempre que sea dado por las más capacitadas y doctas resulte dañoso para el buen orden de la sociedad.
El filósofo Leibnitz creia que Dios nos había colocado en el mejor de los mundos y del mejor modo posible. Nosotros no podremos creer eso de una democracia donde, a pesar de sus muchas virtudes, nadie puede todavía pretender cuerdamente la presidencialización de ningún ciudadano, por muy idóneo que sea, sin que se haga de previo no el balance de sus méritos, sino el balance de su Caja, puesto que, tras un siglo de sufragio masculino aun precisa el argumentum pecuniaris para conmover a tantos térrabas. Que venga, en horabuena, el voto desinteresado y noble de la mujer, como una espada de Breno, a servir de contrapeso en la balanza electoral; y que el corazón beatífico de nuestras grandes ciudadanas sea iris de armonía en la vida de la república.
Muy agradecido de su deferencia, la saluda su cordial apreciador y amigo, Fernández Montúfar San Jose, de junio de 1934.
nica.
Carta a mi biógrafo. Viene de la página 8)
Manuel Aguilar anduvieron a la greña con los de don Nicolás Ulloa por atraerse el favor de los centros civilizados del país y de los hombres de pro; pero todo fué estéril porque a última hora los térrabas resolvieron nombrar un elector disidente que vino, con artes de magia, a darle la Presidencia a don José Rafae!
Gallegos, que no tenía partido. Desde entonces, hasta 1913, cuando los duranistas y fernandistas estaban pendientes de las mesas de Talamanca y Boruca pa ra poder determinar su situación; y hasta 1923, cuando los escrutinios de Guatuso parecían asunto de estado, siempre los térrabas han venido a tener en nuestra democracia un papel tan deicisivo como el del Gran Elector de Sajonia en la vieja Confederación GermaEl sabio naturalista Darwin hallaba un grado diferencial mucho mayor entre el gentleman londinense y el caníbal africano, que entre este caníbal y un orangután. Con la misma pauta, todos tendrán que estar concordes en que aqui existe un grado diferencial tan marcado entre una María de Tinoco, una Amparo de Zeledón, una Adela Gargollo, una María Alfaro de Mata, una Rosario de Cordero, una Angela de Chacón, una Corina Rodríguez, una María Isabel Carvajal, una María Feo, una Auristela de Jiménez, una Celina Tinoco de Jiménez, una Esther de Mezerville, una Lilia Ramos es tan extensa la nómina! y algunos de nuestros térrabas, como el que Darwin notara entre sus gentleman de Londres y el antropomorfo del Africa Y, sin embargo oh contrasentido inaudito. equí los térrabas pueden decidir la suerte del país, en tanta que a aquellas perilustres damas no se las permite dar el voto.
El sufragio, repito, para que llene su alta finalidad política debe ser la resultancia de un proceso espiritual que res ponsabilice al sufragante con su conciencia, y con su patria; y, en tal virtud, lo que precisa es que sea emitido por personas de espíritu muy solvente, bien sean hombres o mujeres, ya que el alma no tiene sexo.
Resulta paradójico que a nuestras mujeres se las autorice para levantar tribunas, dirigir periódicos, organizar directivas, arrear sufragantes e intervenir directamente en todas las actividades políticas y que, en cambio, se las prohiba la inmisión de sus papeletas en la caju electoral. Se las tolera lo de más trascendencia, como son esas rudas faenas de la propaganda y se las priva de lo menos, que es, en el caso, la entrega del voto. Los sacerdotes están inhibidos para hacer política y, empero, sí pueden votar.
Por otra parte, conviene observar que si los ajetreos políticos y las labores docentes y las funciones administrativas y los ejercicios profesionales, que han venido ocupando a la mayoría de nuestras mujeres de pro, lejos de haber descoyuntado al hogar costarricense, o siquiera de relajar los imperativos que ellas Lamento no satisfacer a mis amigos en su deseo de que yo le dé a usted órdenes en la administración de su libro.
No soy ni su socia, ni su directora. Usted quiere vender ese libro y hace para ello lo que puede.
Acuérdense ellos por azar de que la publicidad no ha de gustarle mucho a una que tiene cuatro libros suyos guardados sin que le falte editor. Acuérdense también de que la otra publicidad, la de mis viajes, me la acarrea la búsqueda del pan. Voy aquí y allá a dar clasec (nadie vive de trecientas pesetas de una jubilación) y debo aceptar que los pueblos dispongan de mí como de persona llegada a ellos para servirlos. Mis banquetes son, de parte de las gentes, generosidad loca y de la mía agradecimiento cortés. En eso se resuelve mi fama.
No confundo yo, mujer con la palabra por oficio, fama con gloria ni siquiera con reputación. Popularidad tengo, feisima ganancia, y ella yo me lo sé ensucia y mata la gloria pura. Multitudes nunca me buscaron y nunca las busqué; las tengo gratuitas y no las uso como los políticos para ninguna senaturia ni par su propio engaño. Pueblos tengo también, que es cosa mejor, y los quiero y los sirvo. Populista fuí siempre que no multitudista: Charles Peguy sabía lo que va de lo uno a lo otro. Mis amigos se lo averigüen por su cuenta. Errantismo vivo también y eso se llama veleidad mejor que vanidad. Es be la la tierra y el mar no se tiene en las costas.
País de costas es el mío y el apoltronado que ni trepó su montaña ni causa su mar, será chino o liberio, chileno no es.
Usted, biógrafo de profesión, tenía entre ceja y ceja la decisión de hacer un libro sobre un chileno ajetrcado; me eligió a mí como pudo coger, por llevado y traido, al general Ibáñez o al coronel Grove. No se me enoje; para el caso del nombre divulgado en los periódicos es lo mismo. Déjeme que haga algunas bromas: he despachado hoy legalizaciones y poderes y tengo la ironía fácil, y la ironía de mí, que me es gustosa y que usted no me conoce.
Soportese usted la corrida de vaqueConmigo se la dan y usted puede consolarse sabiendo que yo tengo menos razón de hallarme en la manteadura, Cariñoso saludo de su paisana y amiga que le quiere.
Gabriela Mistral ta JOHN KEITH Co. Inc.
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