DemocracyIndividualism

REPERTORIO AMERICANO 179 en to Quiere Ud. buena Cerveza. Tome Selecta 99 No hay nada más agradable ni más delicioso.
Es un producto Traube vertirlos, deslumbrado por una luz lejana y totalizadora. La extranjería irreparable que le hizo salvarse de todos los casticismos le hizo caer en todos los clasicismos. Lo clásico es lo lo cumplido, lo perfecto. noso andamos mación desorbitada. Lo sabíamos nuestro por su ejemplar interés en lo cuba no, porque su voz resonara en nuestra entraña intransferible. Lo advertíamos cada amanecer desvelado por nues tro mañana, pero le sorprendíamos la vigilia poblada de ruidos ajenos. Su fe andaba distraída de elegancias intelectuales. Se cuenta que cuando Cosme de Médicis se sintió morir llamó a su lecho a Marsilio Ficino para mejor se al gran viaje. Olvidó los imativos de su y la muerte sorprendió al pa ter patriae discutiendo con el humanista famoso sobre la buena interpretación de un texto platónico. Nunca tropezamos con la significativa anécdota sin que Varona dejara de venirnos al re cuerdo. En mil ocasiones se dolió él mismo de ser hombre frenado por insalvables desconsuelos. Lo fué porque un dilatado trato con los libros le dió la desconfianza de los hombres? Quizá porque un divorcio violento con su medio lo lanzó temprano a la poblada quietud de su su biblioteca Una vez en ella le llegaron por vías de remordimiento las voces alteradas de las asambleas. Se acercó a ellas sin quemar las naves de regreso. Se ha publicado mucho en estos dias que Varona embrazaba como lema intimo, grabado sobre su mesa de trabajador, un pensamiento de Montaigne en que el alcalde antiheroico recomendaba una inviolable rebotica en que destilar las aguas de intimidad. Sea como fuere, es la verdad que en el es píritu de Varona bregaron largamente, como en el viejo libro de Landino, el bios theoreticos y el bíos practicos y que venció el primero. Pero. muerto mal enterrado, el impulso de ágora asomó a cada paso la cabeza testaruda arrastró la meditación hasta la calle. La calle no vió sino una lamentación contenida, lastrada de escepticismos y cautelas y siguió en sus caminos dañados.
Es que a los pueblos sólo se les detiene en sus despeñaderos metiéndose en tre ellos y prendiéndolos, a duros enntronazos, de los asideros salvadores.
Pero, no sólo había en la postura de Varona el imperativo temperamental Había tradición renacentista ten, y en gran medida, una hacentista que venía a culminar, para agotarse.
en el siglo dieci nueve: el hombre intelectual era de mejor materia que los demás hombres y debía, según el postulado de León Bautista Alberti, ir posesión de la naturaleza para exaltar en ella su fuerza creadora por el camino de la soledad.
Sospecha Jorge Mañach que la fatalidad imbibita en el positivismo distanció Varona del machete y del comicio: si las cosas han de llegar a ser, nada se obtiene de empujarlas a que sean. No aparece esta conciencia mecanicista en la palabra de Varona y el mismo temario de su obra ahora ofrecido por Peal que sólo raza y Sarauza, muestra un deseo ahincado de adelantarle terapéuticas a su isla desdichada. Ocurría, simplemente, que Varona estimaba cumplida su función social entregando al pueblo la medicina largamente depurada. La aplicación y el tratamiento tocaban a mentes menos distraídas que la suya por inquietudes universales.
Lo democrático es, bien visto, lo an tiamericano: lo anti indohispánico, mejor. Ese libre juego de fuerzas que la democracia quiere ha de comportar, pa ra realizarse, cierta modestia de calidades, cierta general opacidad de los hombres, cierto sentido rebañego de lo social.
una cultura tan universalmente dispensada que sitúe en un plano de respeto civil al sabio, al hombre de acción solo posee una técnica humilde. Las raíces sociales de nuestras tierras determinan un sentido romántico de lo público. Robustecen ese sentido la incultura de la masa y el fiero individualismo hispánico, acrecido por el primitivismo voluntarioso del negro y el resentimiento del indio y del ulato De ahí que nuestros pueblos hayan de por mucho tiempo campo de caudillos de estampa novelesca. No pedirán nuestras masas hombres de pere grinas virtudes sino hombres de peregrinas audacias. La vitilidad turbulenta primará sobre la firmeza Donde, si no en tierras americanas, puede verse a Pancho Villa, analfabeto, acafilósofo seguido por José Vasconcelos, filósofo? El líder nuestro cubano, venezolano, hondureño. ha de ser individuo de capacidad trágica, ha de saber trenzarse desesperadamente en de garras y lloros que es nuestra po lítica, ha de salir a la plaza esperando de cada mirada el odio primario la adhesión candorosa e incondicional. Por eso, quien aspire con superior propósito a influir sobre nuestras gentes debe estar pertrechado de una fe que en otros climas no se conoce, de una fe para después que dé por recibidos todos los desgarrones por sufridas todas las insidias. con fe heroica, batir sin descanso nuestro cobre ardiente para que algún día, un día que no veremos, dé, al cuajar, un son firme y claro. Varonaya dijimos su europeísmo radical, era hombre hecho a sonidos prestigiosos, a notas arrancadas a bronces fríos y perfectos. Nuestros ruidos desarticulados y peleones. tambor de Africa, blas de España. le fueron escandalosamente ingratos. De ellos se defendió a fuerza de soledad de imaginar modos hábiles de limpiarles el Vivir hondamente las propas limitaembroncamiento.
ciones y el braceo trágico para superarlas es honrar la condición humana, es ennoblecer la vida señalándole metas in salvables Noble y alta fué la existencia de Varona. De haber sido el biólogo que Manach quiere, hubiera logrado de segaro un rendimidiento mejor de sus esfuer zos porque no hubiera sufrido la sorda pelea entre el querer y el poder que lo siguió hasta la tumba. Cuántos años de mi vida soñando que podía ser hombre de acción. nos decía una tarde con suave tristeza el mismo Maestro. De haber sido investigador científico puro hubiera aprovechado hasta el máximun sus capacidades sin que nadie osara dolerse de su apoliticismo. Rusia misma está ahora aislando en climas serenísimos a sus a sus investigadores. En Cuba, y en esa posición, en hombre de tiempos que Varona cruzó, sensibilidad, era cosa imposible. Vivió, conio Erasmo, tiempos de violentas fermentaciones y como Erasmo también agito pluma sin descanso para que los valores que creyó esenciales quedaran dueños del campo. Como el autor de los Adagios pudo decir, ante el reproche de tibieza, que otros echaron al mundo gallos de pelea al paso que el alimentó gallinas de muy larga y útil descendencia. Sólo que Erasmo abre un gran momento de la historia, y de sus gallinas estuvieron naciendo, por más de un siglo, gallos de espuela acerada e invencible y Varona cierra en nuestro mundo modesto una etapa definitivamente muerta. Con todo, le saldrán gallos peleadores en los que no se denunciará de seguro su pluma alisada y blanca, pero en los que estará presente y es lo que importa. su fidelidad estricta a una posición entrañable y el modo ejemplar de servirla.
ser todavía asexual.