34 REPERTORIO AMERICANO siempre oficialmadres yo me he situađo en católico, pero padre Dios tranjero en en salario. Para ella sólo había: el baño, el arreglo de las flores, bordar y recibir visitas. Fué aquella una vida holgada. ROGELIO SOTELA que mi madre nunca olvidó en circuns tancias, más estrechas, posteriores.
ABOGADO Su primer marido fué un comerciante norteamericano, establecido en Manila, NOTARIO sexto hijo de Nathaniel Russel Sturgis, de Boston (1779 1856. Los tres hijos de Oficina: Pasaje Dent este primer matrimonio tenían en Boston TELEFONO No. 3090 numerosas relaciones y una pequeña pro piedad, en la cual ella había ofrecido al padre que criaría los niños, en caso de Casa de habitación, Teléfono No. 2208 que él muriera.
Cuando sucedió esto.
en 1857, mi madre se estableció consecuentemente en Boston y vino a ser es año de preparatorio, volví a España pate hecho, por una especie de destino ra ver a mi padre. No sólo entonces, prenatal o preestablecido, la causa de sino en varias vacaciones subsiguientes mi eniace con la familia Sturgis, con que pasé con él, hubimos de discutir naBoston y con América.
turalmente las diversas carreras entre Fué en Madrid, el año 1862 y con las que yo podia elegir. Ambos hubié ocasión de haber hecho ahí mi madre ramos preferido el ejército español o la una estancia, que suponia temporal, carrera diplomática, pero para la primecuando casó con mi padre. Mi ra yo tenía ya demasiada edad y para la era antiguo amigo de ella y de su mari segunda carecíamos de medios y de re do había aprobado el plan de educar laciones suficientes. Además, a esas fe en América a a los hijos, reconociendo lo chas yo ya sentía mi condición de exacertado de tal acuerdo Fueron disEspaña, y más vivamente cutidos varios proyectos y combinaciotodavia que América, aunque fuese nes. Pero, de momento, se llegó a una por razones más triviales, resultaban separación amistosa que quizá no fuera exéticos mis ademanes america del todo agradable para ellos. Mi ma no podía dominar con lucimiento el idiodre regresó con sus hijos Sturgis a vivir ma No me sentía con ánimos para en los Estdos Unidos, en tanto que mi vencer esta dificultad, aunque con un padre y yo quedamos en España. Bien pequeño esfuerzo, en rigor, lo hubiera pronto se vió que este arreglo no era No había nada, ni en satisfactorio. La educación y el porve vida, ni en la literatura española. que nir que mi padre, su modesto retrai me sedujera especialmente por miento, me podía ofrecer en España, es entonces. El inglés había llegado a ser taban leios de ser brillantes. y en 1872 mi único instrumento posible, y yo delidecidió llevarme a Boston. donde esturberadamente aparté todo pudie vimos durante un frío invierno, después ra crearme confusión en ese medio amdel cual mi padre regresó a España, de biente. Tanto el idioma, toda la jándome al cuidado de mi madre. tradición anglo sajona en literatura y en Tenía yo entonces ocho años, puesto filosofia, han sido para mí un ámbito que había nacido el 16 de diciembre de que una fuente. Mis 1863. No sabía una sola palabra de in des naturales estaban en otras partes; la glés todavía. No podía aprender el idiodisciplina escolar y la enseñanza, de ma en casa, ya que mi familia continuacualquier género que fuesen, se me an ba hablando preferentemente el español. tolab tojaban medios no fines. Odié desde más o menos puro. Pero tuvieron la siempre ser un profesor. El latín y el feliz idea de llevarme, durante aquel pri griego, el italiano, el francés y el alemer invierno mío de Boston, a un kin mán fueron dergarten donde había muchos niños der leerlos, nunca aprendi bien. El he más pequeños que yo donde no había cho de que las materias que me interelibros, de modo que aprendi el saban llegasen a mi envueltas en la reviva voz. sin saber cómo se escribía. tórica de uno u otro de esos países, circunstancia a la cual debo el el hablai constituía para mí un simple accidente.
este idioma sin un marcado acento exNo carecía yo de un temperamento re tranjero.
Luego vinieron: Brimmer tórico capaz de refundir todo cuanto School la Latin School y asimilase. Renunciando, pues, a todo. Harvard College. Excepto mi extremada afición a la poesía inglesa, que yo debía a nuestro excelente profesor de inglés, Mr. Byron Groce, las influencias La Agencia de Repertorio Amemás decisivas que se ejercían en mi men ricano en Manizales. a cargo del mi adolescencia, seguían Sr. Benigno Cuesta (hijo. acepta procediendo de mi familia, donde, entre vor y mis hermanas, yo agencias y representaciones de toda era el único mozalbete.
clase de publicaciones y negocios en Yo no no jugaba: pasaba sentado en ca general.
sa toda la tarde leyendo o dibujando, de Referencias a solicitud.
vorando muy especialmente todo aquello que lograba descubrir relativo a reliMANIZALES, Colombia gión, geografia o arquitectura. Duran te el verano de 1883, y después de mi aquel en pro de la literatura inglesa, no puedo acusarme sino de la no intencionada culpa que puede haber en esta leve estratagema: haber dicho en inglés el mayor número de cosas, no inglesas, que he podido.
Esto me conduce a hablar de la religión, principio de todas las cosas. ΑΙ igual que mis esto por cuestión únicamente de simpa tía y de lealtad tradicional, no por cues tión filosófica. La religión, tanto en su aspecto doctrinal como emotivo, me interesaba en mi adolescencia mucho más que ahora. Era yo entonces más des graciado, más inquieto: pero no tuve jamás fe indudable en ningún dogma, ni he sido nunca lo que se dice un católico practicante En rigor, era muy difícil que así sucediese. Mi madre, y su par dre antes que ella, era deísta. Estaba segura de la existencia de un Dios, pues ¿quien sino El hubiera sido capaz de crear el mundo? Pero era demasiado grande para prestar especial atención al hombre. Rezos, sacrificios, iglesias y patrañas de la inmortlidad eran otros tantos inventos de sacerdotes falsarios con objeto de dominar a los ne cios. Mi padre compartía la misma opinión, excepto en lo que se refiere al deísmo.
Asi, aunque yo aprendí mis oraciones y el catecismo rutinariamente, como no podia menos de suceder en España, supe que mis padres consideraban toda religión puro engendro de la imaginación humana. Estaba yo entonces, y sigo estándolo, de acuerdo con ellos en esto. Sin embargo, ello implicaba en sus cerebros un algo contra el cual yo me rebelaba instintivamemnte: el que todo producto de la imaginación humana había de ser malo. No, me decía yo a mí mismo.
aun siendo todavía un chico, son buenos, sólo esos engendros de la imaginación tienen algún valor, y el resto, la totalidad del mundo, no pasa de ser sino cenizas en la boca. Mis simpatías iban por entero hacia aquellos otros miembros de mi familia creyentes devotos. Amaba el cristianismo y todas doctrinas y aquellos ritos que se interesaban en la vida cotidiana. Penaba yo en la de haber podido ser un fraile dominico predicando con elocuencia ese contenido épico, y solventando de nuevo los más intrincados y subli sublimes misterios de la teologia Cualquier cosa me deleita ba Is Life Worth Living. de Mallock, por ejemplo, sólo con me pa reciera que refutaba la fatuidad de aquella época, es decir, de 1880. Por mi par te estaba convencido de que la vida no merecía la pena de ser vivida, pues una de dos: si la la religión era falsa, todo era en vano, y si era cierta, continuaba siendo en vano casi todo.
Ese pesimismo juvenil no me hacía más tonto que cualquier aficionado medievalista o que cualquier esteta mistico de mi generación.
Veia la misma alternativa entre el catolicismo y la de silusión absoluta. Mas nunca me espany ahora cuanto como más bien afinida con idiomas que, a pesar de poapico aquellas inglés de la gloria Boston