120 REPERTORIO AMERICANO El centenario de Pereda Pereda nació en 1833: murió en 1905. Se ha cumplido en este año el centenario de su nacimiento. Digamos dos palabras acerca del más gran.
de novelista español contemporáneo: el más grande para nuestro gusto. Poco se ha hecho en honor de Pereda con motivo de esta solemnidad.
Apenas si en su patria chica, en la noble tierra santanderina, se han celebrado algunas solemnidades de carácter intimo. El Estado español, este Estado de ahora, que tanto se precia de culto, este Estado en que a todas horas se está repitiendo la palabra cultura. ha dejado pasar inadvertida la fecha, febrero, del centenario de Pereda Pero si re.
cientemente hemos visto que en el pueblo nativo del mayor prosista del siglo xvil se ha arrancado de una plaza el nombre de este ilustre español, y se ha hecho esto con befa y escarnio. cómo nos vamos a escandalizar de que una fecha tan memorable no sea notada por el Estado? Si despreciamos y vejamos la memoria del padre José Francisco de Isla, no hay razón para que veneremos y admiremos a José María de Pereda. así el centenario de su nacimiento, en un pueblo que se galardona, ahora más que nunca, con el vocablo cultura. en una nación que ahora dice que sí que es de veras culta, ya que antes no lo fuéno nos importa nada. lo dejamos pasar como si no se tratara de uno de los más potentes novelistas que ha tenido Europa en el siglo xix. Pues adelante que pase, Ya que lo que ha ya de pasar no nos parece que haya de ser muy bueno. Pereda tuvo una vida llena de fervor y de trabajo. Lo hemos leído en nuestra niñez. Lo hemos vuelleer en nuestra adolescencia. LO hemos leido también en la edad maduΓΑ.
a Pereda, no hemos podido librarnos de los prejuicios de que se le ha circuído. El prestigio de Galdós ha dañado en cierto modo Pereda. Veiamos en Galdós una cosa, considerábamos contraria en Pereda.
ve tenía tales o cuales condiciones, ansiábamos, sin remediar, que Pereda tuviera las mismas. como no las tenía, decíamos que Pereda era inferior a Galdós. Nos equivocábamos de medio medio dio. no te.
níamos, al hacer tales consideraciones, la ecuanimidad que debe tener un crítico. Ha pasado el tiempo: han trascurrido los años, Las luchas y pugnas que antes nos enturbiaban la visión exacta de la obra de Pereda, han desaparecido. Han desaparecido, por lo menos, para el autor de estas líneas De La Premsa. Buenos Aires.
esperanzas, de su férvida e intima concepción del mundo.
Pensemos o no pensemos como él, bicn podremos aprovechar su manera de proceder ante la vida. ante las cosas, ante el espectáculo del mundo. su estilo. qué poco, qué poquito tiene retórico, de arte imitativo lo antiguo! En esto también estábamos prisioneros de los prejuicios.
Se ha dicho en todos los tonos que Pereda era un retórico amplificador. solemne, engolado, artificioso, y ahora, con Pentas arriba entre las manos, nos encon tramos con un estilo que está a cien leguas de imitación de los clásicos. Se podría decir, con verosimilitud, que Pereda no ha frecuentado los clásicos. que si los ha leído, no le han servido, cual le sirvieran a otro montañés, Amós Escalante, para hacer se un estilo ficticio, sin na turalidad y sin espíritu. El estilo de Pereda es sencillo, recio, natural, claro, lógico.
Camina el novelista lentamente, con pausa; pero no hay José Maria de Pereda en su caminar nada que sea Madera de Amighetti artificioso y que recuerde la retórica clásica. Cuando se ahora, ya sin prejuicios, ya libre el áni han leido y tornado a leer escritores mo de apasionamientos, comenzamos la que pasan por estilistas y que no lo son.
lectura por cuarta o quinta vez de se leen con vivo placer estas páginas de las novelas del maestro.
Pereda, en que todo es sencillo, apaciA medida que vamos leyendo, expeble y claro. Peñas arriba es un morimentamos una viva sorpresa. No sadelo de estética en la literatura españobemos en estos momentos si éramos la contemporánea. qué es lo que tienosotros u otra persona quien leia an arriba.
y qué es lo que tiene tar las novelas Pereda. Puesto que La puchera. y qué es lo que tiesi éramos nosotros. cómo no habíamos ne Sotileza. Pues si lo miramos bien, notado lo que ahora vamos notando? Si no tienen más que la personalidad del leímos Peñas arriba. o La puchera. autor. esto es todo. El autor, con o El sabor de la tierruca. de qué mo.
toda sa alma, en la plenitud de su perdo no nos percatamos entonces de lo sonalidad Cuántos no saben poner en que al presente vamos, con satisfacción, lo que escriben ni un adarme de su percon intimo gozo, viendo? Dice Pascal sonalidad, ni un átomo de sus esperan que a veces un buen catador de literatu zas y sus decepciones! ra, al tomar un libro entre las manos, luego de algo acerca del se figura, por algo que no se puede preestilo de Pereda, digamos también algo cisar, que va a encontrarse con un au de otra cosa que igualmente sido, en el novelista, desconocida. Mucho se ha tor y que, de pronto, experimenta la discutido en España acerca de los orígratísima sorpresa de hallar un hombre. En tanto que otras veces, creyen genes del paisaje en literatura. mediados del siglo xix, un novelista de do hallar un hombre, se encuentra sim segundo orden, Enrique Gil, hizo una plemente con un autor. Autor, dueño novela histórica, El señor de Bembiperfecto de sus resortes, admirable en que era como una sucesión de paila técnica, es Galdós. hombre, un homsajes. El ejemplo quedó aislado. El pai bre que escribe con fe, con entusiasmo, saje de Castilla no se sentía. No existia con el fervor de un fray Luis de Grael paisaje de Levante todo sutiles grinada, es Pereda. Esa es la diferencia ses no había que hablar tampoco del que existe entre los dos grandes nove paisaje de Vasconia y de Galicia. Hoy listas de España en el siglo xix. Un todavía no se puede hablar del paisaje hombre, todo un hombre, es José María de tierra de Campos y de la Mancha.
de Pereda. Un hombre que, desde que sin embargo. iqué bellos son! Pues comenzamos a leer, nos tiene ya cautiel paisaje en la literatura no lo ha invos de su personalidad, de su fe, de sus (Pasa a la página 129)
ne Peñas y pase lo to con respecto notar porque Galdós teni poderlo bre