REPERTORIO AMERICANO Comentario a la obra de Antonio Llanos Por SALVADOR MOLINA ANDRADE Envio del autor. Quito, Ecuador, 1934 La poesía de Antonio Llanos es la interpretación mistica del universo. Es un poeta místico como Francis Jammes porque ha sido solicitado profundamente por las cosas bellas que integran la vida. Ha penetrado en el oculto sentido de la naturaleza y alli ha leído en el misterio. Es místico y no religioso. Esta misma razón excluye de su poesia la sensualidad.
Francis Jammus tiene para nosotros una singular manera de enfocar el universo. La mañanita azul, las legumbres, las grullas, el aguador que va arrastrando por los caminos su fresca mercancía, todas esas cosas humildes, dichas en versos ásperos, han dado a esa poesía un sabor dulce de oración. Es ese el sentido mistico de la vida. En el poeta colombiano ocurre lo mismo, pero realizado en otra forma de expresión. Tal vez complica demasiado el sentimiento, mas al fondo de él existe, igualmente, la voz mistica profun.
da y sincera.
Viene su obra, al menos entre el medio poético de nuestra América, a humanizar el misticismo. La significación más trascen.
dental de ella es esta misma humanización, que degrada la visión iluminada y extática de los místicos a términos de razón y al ni vel del dolor universal humano. Antonio Llanos no se pierde en las cumbres, creadas por el sol increado, donde sólo se oye la respiración de Dios; camina por las veredas tor.
tuosas de lo terrenal, mientras su espiritu se consume en una constante aspiración de dia cha. De ahí resulta aquel raro equilibrio de Carrera Andrade, podrán tacharlo de poeta de ritmo antiguo y sin Wasticidad. Todas las metáforas suyas responden al pensamiento de Ortega y Gasset: son el álgebra superior de la poesia.
Varios matices preponderantes hemos desLubierto en su obra. Sobre todo la falta de elocuencia, la adversión al patetismo. El grito ha sido reemplazado por un tono melancólico que rebasa las fuentes de la más recóndita vague.
dad. Esta falta de precisión en sus ideas poéti.
cas, que la consideramos nacida en su tempe.
ramento, le da a su poesia cierto aire de dis tinción y de encanto. Por eso diluye en disgre.
siones intimas la imagen.
Hemos dicho que permanece anclado en las viejas formas literarias. No ha roto, como lo hicieron otros ilusamente, la antigua es.
tructura verbal. Sin embargo, hay novedad y gusto ritmico en sus versos, que es lo esencial.
Otras faces de significación artística relam.
paguean en su obra. Quizá la más subida es su conciencia estética. En consonancia con ella su soneto desecha toda rima barroca, de relleno y solamente ajusta su temática emocional a la verdad lirica. En esa jerarquia de pureza intelectual se conserva su verso y obtiene la limpidez y la sobriedad exquisitas, dones inapreciables de su poesía. Sanin Cano, comentador de letras hispanas, nos ha dado una visión exacta de este poeta, amigo nuestro y, sin duda alguna, uno de los más nuevos poetas de Colombia.
Antonio Llanos Cabeza de Jesus Maria Espinosa prendente en Llanos es la facultad de transfiguración lírica, su capacidad para desenvolver dentro de las formas clásicas del verso la imagen, audaz, coloreada, moderna. Ni los más avanzados capitanes de la poesia mo.
derna, entre los cuales contamos a nuestro su obra, tan sorprendente por su compleji. Nuevos sonetos de Antonio Llanos Envio del autor. Call, Colombla.
Era en el mar de Grecia sutil y dulce el sistro del otoño derrama sobre el valle de ónix apagado beleño. Dario Para sus flautas cortan los niños el ramaje que asombra la ribera del verso. La armonia del mar canta en las olas su azul epifanía y el Angelus asciende de la mies al paisaje.
Süave mirto en torno de las sienes, risueño, el temblor de ceniza de tus cui sinflama; los estaños solares en la muerta retama de tu baculo fulgen. Nada arruga tu ceño.
En tu flauta de ébano, rumora oculto el dia quemado por el fuego de tu canción nocturna.
Leve cantar de mástiles saluda la bahia.
dad y por el ritmo sereno con que las opuestas tendencias se conjugan y armonizan en ella, Algunos de sus sonetos, publicados en El Comercio. nos han parecido de una gracia suprema en la expresión literaria. Escoge las palabras, las cincela, las pulimenta, las aco.
pla, las hincha de sentido, las ordenary da gracia, con el dominio y responsabilidad con que el pintor escoge los colores para determi.
nar su pensamiento. Naturalmente que esta responsabilidad de trabajo no le resta fuerza a la misma emoción poética. Antes la me.
jora y embellece.
Todos sus versos están encauzados y animados dentro de una atmósfera fuertemente lirica. Pero su lirismo no es aquel sentimien.
to que confia a pasajeras angustias, la angustia inconmovible del poeta. Trátase de un sentimiento desgarrador, metido en su co.
razón que al desbordarse en la poesia se serena y repliega para que en el cantar sólo asomen las hondas melancolías de la existencia.
Ha logrado una dura perfección del verso, es decir, un acuerdo entre la intención inmediata del poema y los vocablos escogidos para la representación de las ideas. lo sorDiscurre entre las velas, fugitivo, el crlaje y hondo hervor de topacios fulge en la lejania; arde el sol en el limpio metal de la bahía y enciende de las jarcias el móvil varillaje.
Solo, bajo la noche, los luceros por toca.
el Florentino erige la frente taciturna adivinando el alba sobre el haz de tu roca.
En el cristal del éter la gaviota dibuja albos signos, y el oro moribundo del monte bana de las palmeras la cimbradora aguja.
Vienes del mar de Grecia, sereno, joven, fuerte, mas al pasar tu nave se nubla el horizonte porque viaja en la proa, taciturna, la Muerte.
Ruego a Francis Jammes Oh señor, Francis Jammes, mi corazón vacila en medio de la urbe confiada y turbulenta, el latir de la sangre mi mocedad violenta y humedece el profundo cristal de mi pupila.
Dame tu paz geórgica y en la noche tranquila con su vasto silencio mi espíritu alimenta, con la flauta apacible de tu voz apacienta mis canciones que ignoran el gemir de la esquila. Pase a la pag. 11 Canto a Virgilio Alfonso Reyes Como lámpara nue de marfil tu diseño trasluce los fulgores de recondita llama;