REPERTORIO AMERICANO 813 Pavlov 1849 1936)
Por ROGER De La Presse Médicale. Paris, de abril de 1936 Traducción y envío de Pavlov Uno de los más grandes fisiólogos, si no el más grande fisiólogo moderno, Ivan Pavlov, acaba de morir a la edad de 87 años. Su larga carrera ha sido notable por numerosos descubrimientos, que todos han constituido progresos considerables y que han logrado elevar la psico fisiologia a la altura de una ciencia exacta. Asi Pavlov ha sido un verdadero creador que ha abierto un ancho camino a las investigaciones futuras.
Nacido en Riazan el 27 de setiembre de 1849, Ivan Petrovitch Pavlov hizo sus primeros estudios en la escuela eclesiástica y en el seminario de su ciudad natal. En 1870, ingresó en la Facultad de Ciencias Naturales de San Petersburgo y allí trabajó bajo la dirección del célebre fisiólogo Elie de Cyon. En 1874, obtuvo una medalla por sus primeras investigaciones cientificas, y el año siguiente fué admitido en la Academia militar de Medicina. Una nota sobre los efectos de la ligadura del canal pancreático en el conejo, publicada en 1878, parece haber sido el punto de partida de las investigaciones que habría de realizar más tarde sobre las glándulas digestivas. En 1879, terminó sus estudios, y en 1883, obtuvo el titulo de doctor en medicina, con una tesis inspirada por los descubrimientos de Cyon sobre los nervios centrífugos del corazón.
Nombrado agregado de la Academia militar de Medicina, en 1884, fué enviado al extranjero para completar su educación cientifica. Permaneció dos años en Alemania en el laboratorio de Ludwig y publicó un interesante trabajo sobre la presión de la sangre; había encontrado la manera de registrarla sin imponer ninguna contención al animal, evitándole todo dolor. En 1890, llegó a profesor de farmacologia en la Academia militar de San Petersburgo y, el año siguiente, obtuvo la cátedra de fisiología. Fue entonces que pudo darse libremente a las investigaciones experimentales y, en 1892, publicó un trabajo que causó una sensación profunda.
Un cirujano ruso, Eck, había tenido la idea de anastomosar la vena porta con la vena cava. Esperaba así hacer desaparecer la ascitis en enfermos de cirrosis. La experiencia fracasó constantemente y las tentativas de Stolnikow no tuvieron más éxito.
Pavlov, en colaboración con Massen, volvió sobre la cuestión y ganó donde los otros habían perdido. Sus éxitos se debían a su habilidad operatoria también a la organización perfecta de su laboratorio. Nos admirábamos comparando las instalaciones cientificas de Francia con las de Rusia. Tres salas estaban reservadas a la esterilización de los instrumentos, a la preparación del cirujano y de sus ayudantes, al lavado y a la limpieza minuciosa de los animales. Estos, después de una operación efectuada en las mejores condiciones de asepsia, eran llevados a un cuarto limpio y bien calentado, y encerrados en jaulas con paredes de porcelana, de fácil limpieza. Así, operando en condiciones perfectas, los experimentadores obtenían éxitos hasta entonces desconocidos.
Los animales, portadores de una fistula de Eck, sobrevivían largo tiempo, pero a menudo padecían de perturbaciones nerviosas curiosas, sobre todo frecuentes después de una ingestión de carne en cantidad. Los análisis químicos que Pavlov confió a Nencki permitieron darse cuenta del carbamato de amonio, cuya proporción aumentaba al mismo tiempo que disminuía la cantidad de urea.
De esta manera se completaban nuestros conocimientos de la función del hígado en las intoxicaciones endógenas.
Habiendo logrado la fístula de Eck, Pavlov pudo emprender otra operación no menos importante, la extirpación total del higado, La sobrevivencia varió de tres a seis horas, alcanzando a veces ocho horas. Se sabe que el método fué perfeccionado por Mann y Magath, que han mostrado que la muerte, después la extirpación del hígado, se debe a la supresión del gran receptáculo del azúcar. Pero ellos reconocieron al mismo tiempo, las profundas modificaciones del noctabolismo del azote, confirmando así, las constataciones del sabio ruso.
La instalación de Pavlov le permitió de emprender, con medios nuevos, todo el estudio de las secreciones digestivas. El indicó los procedimientos, precisos y simples, para verificar fistulas permanentes y pudo asi estudiar, mucho mejor que como se había hecho antes, los caracteres y las propiedades de los líquidos secretados. Constato, con su alumno Chepovalnikow, la existencia en el intestino de una substancia, la enteroquinasa, sobre todo abundante en el duodeno, que refuerza considerablemente la acción de la tripsina pancreática.
El descubrimiento de Pavlov ha tomado todavía más importancia desde las investigaciones de Deleznne y Frouin. Si se recoge el jugo pancreático absolutamente puro, se constata que no ejerce ninguna acción sobre las materias proteicas. El fermento está al estado de zimogeno la enteroquinasa no es, como lo había creido Pavlov; una substancia reforzadora de una acción preexistente: su papel, más considerable, es el de transformar el profermento en fermento.
Para estudiar el jugo gástrico, y obtenerlo en el estado puro, Pavlov renovó un procedimiento utilizado por Heidenhain: separó una porción del estómago y la abrió al exterior.
Pero lo que constituye la originalidad de su método, es que las incisiones respetan la inervación de la parte aislada.
Esto es capital, pues es el único medio de obtener un pequeño estómago cuya secreción reproduce exactamente lo que se pasa en el estómago normal.
Pavlov reconoció asi que la calidad del jugo gástrico varia con la alimentación. El jugo provocado por la ingestión de pan, contiene cuatro veces más de fermento que el jugo consecutivo a la ingestión de leche.
Continuando el estudio de la secreción gástrica, hizo una comprobación todavía más importante. Reconoció que bastaba mostrar la carne al animal o hacérsela oler, para provocar una secreción del jugo gástrico. Practico sobre perros una fistula esofágica dispuesta de tal manera, que toda la carne ingerida salía afuera; esta comida ficticia provocaba una secreción gástrica abundante. secreción psíquica. de una importancia capital pues ella ataca los alimentos desde su llegada al estómago; separa de ellos productos que aseguran la continuación regular de la digestión gástrica. Si se introduce directamente la carne en el estómago, sin que el animal se aperciba, la secreción comienza con retardo y la digestión se hace mal.
El descubrimiento de la secreción psíquica confirma el viejo adagio: se digiere bien lo que se come con gusto. Su insuficiencia explica un gran número de perturbaciones dispépticas.
Trabajos recientes, debidos siempre a la escuela rusa, han completado nuestros conocimientos sobre este importante asunto.
Babkin, hoy en Montreal, ha mostrado que los alimentos provocan el desarrollo de una hormona secretante, la gastrina, en la región pilórica, gástrica y duodenal. Esta hormona pasa en la circulación: Vorobioy he demosConviene recordar. Envio de la autora. Costa Rica y abril del 36. propósito de la muerte del eminente sabio ruso Iván Petrovitch Pavlov, hay que recordar algunas cosas interesantes: 1) Bajo el gobierno Zarista, Pavlov vivía pobremente y tenía que mantener en su casa los perros que le servian para sus experiencias. En una oportunidad se presentó en la Universidad de San Petersburgo para obtener una cátedra por oposición y fué rechazado, a pesar de su fama mundial. En otra ocasión, le negaron la cátedra de Fisiología en la Universidad de Tomsk, por cuanto un ministro del Zar la quería para un amigo.
2) La Rusia Soviética daba a Pavlov: alimento, vestido, casa, laboratorio y dinero, a pesar de haber sido su enemigo durante unos años.
3) El 27 de setiembre de 1934, Pavlov cumplió 85 años. El Consejo de Comisarios del Pueblo le envió un mensaje de felicitación acompañado de un decreto que establecía un premio anual, el Premio Pavlov. para el mejor trabajo en el campo de la Fisiología. Desde entonces se dan 500 rublos mensuales a los mejores estudiantes en ese ramo.
4) En una oportunidad, el Consejo de Comisarios del Pueblo dió un millón de rublos al Centro de Investigaciones biológicas de Pavlov en Koltushi.
Guiomar Hahn,