30 REPERTORIO AMERICANO Miradme. siembro mi cruz calda en la fuga postrera de mi carne!
y negros. Cuando ya estén maduros los caminos, no podrán estos hombres recogerlos. La muerte no los siembre sino para el hambre de los niños. Ya veis: mis sienes están rotas.
Ya veis: mis huesos están blandos. Ha caído una voz en mi sepulcro. No es la voz de mi hijo. Es la voz de mi hijo que está hundiendo sus lágrimas en el vientre de las tormentas. Impulso lastimado, júbllo herido junto a la ráfaga guerrera. Quién puede guerrear como ellos. Quién puede como ellos, abrir las sementeras de las nubes. Cansancio sin orillas, arteria derramada sobre la corriente de la cruz: espalda florecida de gusanos; alborozo negro de la noche. Esta luz, ya no es de mis ojos. ya no es de mi. sed este liquido claro. Ya no es de mis oídos, ni este silencio, ni este canto. Manuel Navarro Luna La muerte madruga. para sembrar caminos. Cuántos retoños claros, y rojos, Más de la envidia hispana De Ahora. Madrid La Biblioteca catalana autors in: dependents acaba de publicar una obra de mi buen amigo Juan Estelrich titulada Fénix o esperit de Renaixenca.
En otras veces cuento con volver a ella, pues ofrece ancho margen a comentarios; por ahora me voy a limitar a tras cribir aqui, traducido del catalán, un pasaje en que, por cierto, se me alude. que dice así. Dos hombres bien diferentemente representativos Cambó y Unamuno han coincidido en reconocer la envidia como la gran enfermedad psicológica de los hispánicos. En esto todos los peninsula.
res son idénticos; la unidad hispánica se comprueba, sobre todo, en los aspectos negativos, en los defectos. Quienquiera que haya resaltado en la cosa más modesta habrá recibido los pinchazos de la envidia. Existe, pues, la envidia entre nosotros y existe en cantidades enormes.
La hemos padecido, y de ello nos quejamos. Pero hemos de reconocer que no podemos extirparla. Es un rasgo hondo del carácter hispánico. También le tenían los griegos y bien agudizado. los pedagogos antiguos no pensaron en extirparlo. Sabían que un carácter no es bueno ni malo; que es fuerte o débil, y que la maldad o la bondad dependen no tanto del carácter como de su utilización. si de la envidia nativa inextirpable hiciésemos, por la educación, el principio del querer ambicioso? La envidia débil, la envidia triste, la envidia de los impotentes es la envidia nefasta; el pobre envidioso se consume de pena. la envidia fuerte. No podría transfor marse en una virtud impulsadora? Las sociedades cultas utilizan el egoísmo individual haciéndole derivar hacia finalidades sociales. Semejante operación pue de cumplirse con la envidia fuerte, depurándola de toda bajeza, haciéndola confesable. Entonces la envidia se volveria voluntad de vencer, goce de brillar.
Los triunfos individuales serían entonces ofrecidos a la ciudad; las propias coronas, a la Patria. La gloria hace genero sos a los egoístas más aferrados.
Así Estelrich, Salvador de Madaria ga, por su parte, hablando de ingleses, franceses y españoles, dijo que sus sen dos vicios específicos eran la hipocresía, la avaricia y la envidia. Aquí, en Salamanca, me dijo una vez Cambó que la envidia había nacido en Cataluña. Otro recuerdo: Hace más de cuarenta y cinco años asistí en Madrid a una conferencia que daba Pi y Margall sobre don José María Orense a la misma hora que, en otro local, hablaba el jefe de otro partido republicano. jamás me olvidar el gesto y tono con que Pi y Margall, alzando el índice de su diestra, dijo, con su clara vocecita: Orense no conoció la envidia. luego me contaba un repu blicano cómo en 1873 Roque Barcia le decía a Castelar, señalando a otro cau dillo republicano: No te fíes de él, milio, que te tiene envidia. hace poco hemos oído a un prohombre de esta re pública acusar a otro de envidioso.
Pero ¿para que vamos a ir señalando anécdotas? El que quiera saber de psicologia de la envidia hispánica, que acuda al arsenal de nuestro gran Que vedo. hay, además de las envidias individuales, las colectivas, Regiones que se envidian mutuamente. Que no pueden verse; que esto, no verse invidere es envidiarse. castas que envidian. El anti semitismo de los presuntos, supues tos y sedicentes arios ¿qué es sino envidia, envidia tapada por un fingido or gullo que oculta la conciencia de un complejo de inferioridad? en el fondo de esa salvajería de ir a quemar iglesiasandar a tiros con imágenes, como hace poco ¿qué hay sino envidia, envidia al sosiego de los creyentes, a su conformidad, a su resignación? Al opio que les consuela.
Sí, tiene razón Estelrich: los griegos cran envidiosos. eran envidiosos los dioses que se forjaron a su imagen y se mejanza. Basta leer a Heredoto para enterarse del phthonos. de la envidia de la zelotipia con que los inmortales per seguían a los mortales. Sólo que los griegos, los del ostracismo, hicieron de la envidia una de las principales virtu des democráticas. La envidia es acaso la virtud democrática fundamental, la que no se harta de exigir responsabilidades.
El pueblo judío, por su parte, pueblo de pastores, inicia su leyenda histórica por el asesinato de Abel, el pastor, por su hermano Caín, el labrador, de cuya sangre surgieron los ciudadanos. Pero los que conocemos pueblos de abelitas, de ganaderos, sabemos que éstos han perseguido, y por envidia, a los hortelanos. Tal aquí, en España, se hizo con los moriscos. la expulsión de ju díos, que habían dejado ya de ser pastores de ganado para ser pastores de ganancias monedadas. no fué obra tam bién de envidia? no digo de envidia Teñimos en 28 colores. Además en Negro y Blanco.
Zapatillas, Carrieles, Etc. puede ud. levarlos en el color que armonice con su vestido. Trabajamos a base del SISTEMA GADI de la casa norteamericana The Gadi Co.
TELEFONO No. 3736 VICTOR CORDERO Cía. SAN JOSE, RO