REPERTORIO AMERICANO 341 menos a mercado: con las flores, en el pri.
delos. dije a Rosalino. Pero él se retiró, gor de un profundo, de un profundísimo murmurando un No quiero. odio.
Este hombre será un estúpido, pensé. Toda la tarde permaneció sentado, Seguramente creerá sin movimiento alguno, en su banca, no es digno de él, o quizá tenga miedo anegado en ese aletargamiento y tris: de romper los muebles. Dejémosle, pues.
teza y profundo odio de los indios. Al Ya instalados, Rosalino parecía gue anochecer, se animó un poco y dijo que tar de hacer toda clase de cosas para posiblemente se quedaría, por nosotros, de servirnos. Indudablemente hasta la Semana Santa.
deseaba aprender los secretos de los Martes por la mañana. Más aletargamonos blancos. desde que comenza miento y tristeza y odio. Quería partir mos a alimentarle con nuestras propias inmediatamente para su pueblo. Perfeccomidas, y él a probar por primera vez tamente! Nadie pensaba detenerle conen su vida verdaderas sopas, buenos tra su voluntad. Además, no sería dificil guisados, o huevos fritos, parecía en encontrar otro mozo inmediatamente.
cantado de hacer todo y hasta de ayu Se puso imposible en ese estúpido aledar en la cocina. Llegaba a nosotros con targamiento de tristeza y odio un odio ojos gozosos: Gracias por la sopa, se tan formidable que llegaba hasta causar nor y soltaba una rara y nerviosa rináuseas silla.
Maites por la tarde, y ya pensaba en Nos acompañó el día que fuimos a quedarse.
Huayapa, un domingo, y estuvo muy Miércoles por la mañana, y quería irse.
contento. Pero de regreso, en la noche, Muy bien. Se hacían investigaciones; permaneció mudo en su banca y no era un nuevo mozo vendría el viernes por que cstuviese realmente cansado. La la mañana Todo estaba arreglado.
tristeza del indio, que cae sobre ellos co El jueves era día de fiesta. Podríamo negra niebla de ciénaga, había caído ros, entretanto, ir al la Niña sobre él. No me llevó el agua y dejó. es decir, la señora yo, y Rosalino que yo la llevara.
la canasta. Le gustaba ir al mercado El lunes por la mañana, la misma triscon sus patrones. Le daríamos dinero teza, negra, de reptil, y un no sé qué y le encomendaríamos la compra y rede odio. Ese día nos odiaba. Esto era gateo de las naranjas, de las pitahayas, para dejar a uno perplejo, sobre todo de los huevos, hasta de un pollo, o cosas por su alegría del día anterior. Era sin por el estilo. Esto sencillamente le enduda la reacción, el contraste. No se cantaba. Se desesperaba vernos comperdonaba el haberse sentido libre y feprar sin regatear, y pagar precios exorliz en medio de nosotros. Había comido bitantes.
de lo nuestro, al igual que nosotros, lue Le veíamtos regatear desde lejos, casi vos cocidos, sandwiches de sardina y en silencio, murmurando oscuros voca queso: había bebido en la taza de la cás bles. Se tardaba algo, pero lograba más cara de naranja, que tanto le gustaba. cosas que la misma Natividad, la cocineAdemás, le compramos una Cimonada ra. regresaba a nosotros triunfante, gaszosa, de regreso, en San Felipe. lleno de provisiones y poco dinero gasY ahora, la reacción. El cuchillo de tado.
obsidiana. Había estado feliz, por lo tan Con esto, por la tarde, decidía queestábamos planeando algo contra él. darse nuevamente con nosotros. La tenSeguramente teníamos un pérfido pro sión parecía comenzar a decrecer.
yecto intrigas de monos blancos con Es un hecho que cuando los indios se tra él; queríamos, sin duda, llegar hasencuentran, por cualquier motivo, en las ta su alma, y atormentarle con el mar ondulaciones de un terreno, de una siedel mono blanco. Queríamos llegar has rra, les invade de pronto una especie ta su corazón. no era verdad? Pero su de irresistible atracción, nostalgia por corazón era de obsidiana.
Nos odiaba, y parecía despedir un nesus pueblos: Rosalino no había salido de la ciudad desde hacía dos años. Así, gre vapor de odio que inundaba todo el pues, encontrándose de repente en Huapatio, y nos asfixiaba. No vino a la co yapa, en una verdadera aldea india en cina, vi trajo otra vez el agua. Había plena sierra, la tristeza del indio, esa que dejarle solo tétrica nostalgia, seguramente hubo de El lunes, a la hora del almuerzo, nos caer sobre su espíritu Mas cosa extradijo que había decidido separarse. Por ña: estuvo todo el día de magnífico huqué? Dió el pretexto de que quería re mor, como nunca, hasta que llegamos a gresar a su pueblo la casa. Muy bien! Mas tendría que esperar Además, la Señorita había tomado unos días hasta que encontráramos un una fotografía de él. Estos indios se sustituto, otro mozo.
vuelven locos porque se les retrate. Le Sus ojos negros despidieron un ful di un sobre y una estampilla para que dos más, posiblemente hasta entonces podrá leer o escribir cinco o seis frases inteligibles: aunque en español, idioina tan extraño para él como el indostán para un niño campesino de Inglaterra. cuando haya aprendido realmente ese tanto de español, y ya pueda leerlo y escribirlo de corrido, si así pudiéramos llamarlo, regresará a su aldea dos dias de jornada a pie entre las ondulaciones de la sierra y, a su debido tiempo, nada difícil será que llegue a alcalde, o cacique de su pueblo, responsable del gobierno. Si logra lo primero, recibirá apenas un salario insignificante: pero lo importante es la gloria: ser capaz de mandar.
Tiene un paisano, un hombre de su mismo pueblo, con el que duerme en e: zaguán, para guardar la casa. Quienquiera que pretenda entrar ésta o al patio, forzosamente tiene que pasar por las enormes puertas. No hay otra entrada, ni siquiera del tamaño del ojo de una aguja. Las ventanas a la calle están fuertemente abarrotadas. Cada casa es en realidad una pequeña fortaleza, La nuestra consiste en dos bloques, de dos cuadros, con un patis cada uno. Los árboles mer bloque, así como las dos alas de las habitaciones. en el segundo patio, las gallinas, las palomas, los conejillos de Indias, y una cazuela o bandeja enorme de bario, llanıada apaxtle, en donde los criados pueden bañarse, como gallinas en un Pasadas las nueve y media de la noche, Rosalino ya se encuentra acostado en la banca, muy acurrucado y envuelto en su sarape, con su par de sandaliashuaraches en el suelo, al pie de su improvisada cama. Casi siempre se quita sus huaraches antes de acostarse. Esa es toda su preparación. En otro rincón, envuelto todo, la cabeza inclusive, comu una momia, en su delgado y viejo sarape, el paisanc un muchacho de veinte años se encuentra profundamente dormido sobre las frías piedras. a una altura de más de mil quinientos metros. no es raro que las noches sean frías.
Generalmente a esta misma hora, todos los moradores de la casa ya se encuentran recogidos. Si alguno llega tar de, tiene casi que derrumbar la puerta a golpes. Es difícil despertar a Rosalino.
Hay necesidad de acercársele, y hablarle. Sólo así despertará. Pero mucho cuidado con tocarle; se espantaría terriblemente. nadie se le toca desprevenido, si no es para robarle o asesinarle. Rosalino, Rosalino, están tocando!
Al fin se agita y levanta un extraño, un aturdido y completamente extraviado Rosalino. como sonámbulo, apenas recuerda levantar el travesaño. Difícil de adivinar dónde estaba, y qué hacía, en su sueño, viéndole levantarse tan extraño, tan salvaje y extraviado La primera vez que tuvo que hacer algo por mí, fue cuando llegó el carro que traía parte de mis muebles.
ban Aurelio, el mozo enano de nuestros amigos, y Rosalino, y el hombre que conducía el carro. Hubo, sin embargo, necesidad de traer un cargador. Ayúplato to LA COLOMBIANA Le ofrece Vestidos de Casimir de primera clase 1. 25 2. 50 10. 00 ABONOS SEMANALES MENSUALES y al contado. Precio y trabajo que no admiten competencia. Acabamos de recibir un surtido de casimires en estilos modernos. Atendido por su propietario que es lo más competente en el ramo.
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