REPERTORIO AMERICANO Versiones inéditas de Heredia Envio del traductor. Panamá, de EL OLVIDO LOS CONQUISTADORES El templo todo en ruinas yace en el desolar. o Promontorio, y la Muerte confundió en la aspereza Diogas de mármol y Héroes de bronce; y la maleza Que crece solitaria, su gloria ha sepultado. beber van las aves do ceniza slovia, la lava, la sangre de la Tierra, ya fria Dejó en reposo el suelo, trocada en mola dura.
En tanto, rudo esfuerzo del incendio apagado, En el turde rugoso del cráter nunca enfriado, estallando en las cumbres, de enorme lontananza, Como un trueno en la calma de las rocas ingentes, entre el polvo de oro del polen que ella lanza Se abre la flor radiante de los cactus ar dientes.
Como halcones que parten de natal madriguera, contra su orgullosa miseria en rebeldía, Siervos y Capitanes desde Palos un dia Salieron, y su ensueño, brutal y heroicu era.
Sólo un pastor que lleva a beber su ganado, Su caracol tocando, con canto de tristeza Que llena el horizonte, donde la noche empieza, Alza su negra forma sobre el azul callado. la conquista iban, en turba aventurern Del metal fabuloso que en Cipango se cría. el viento alisio en tanto sus mástiles hacia Inclinar a las playas de occidental ribera.
Cada noche, esperando mañanas de victorio, La azul fosforescencia del Tropico encendida Encantaba su ensueño con miraje de gloria; La Tierra, dulce madre de los Dioses remotos, En cada primavera, vanamente elocuente, Pone, nuevos encantos en capiteles rotos: Pero el Hombre, en el fondo de las noches serenas, al ensueño de abuelos, tranquilo, indiferente, Oye el Mar que solloza, llorando las Sirenas.
Palique Envio del autor. Panamá, de o de las carabelas en la proa incinados Velan, a lo lejos, desde la mar dormida Subir nuevas estrellas cielos ignorados.
MEDALLA ANTIGUA EN EL LIBRO DE LOS AMORES de Pierre de Ronsard Más de un amante otrora con púdicos sonrojos, Grabó sobre los árboles de Bourgueil nombre amado, Y más de uno, del Louvre bajo el artesonado Tembló ante una sonrisa o el brillo de unos ojos.
La púrpura y el oro siempre el Etna madura Del vino con que Teocrito se vió embriagado ur. dia, Mas de aquellas que supo cantar, hoy buscaria Vanamente el poeta la gracia y la hermosura.
Qué importa? Nadie ha dicho su triunfo sus enojos; Hace tiempo que yacen en ataud sellado, bajo la alta hierba ninguno ha disputada Al olvido implacable sus fúnebres despojos.
De su perfil divino ya sin la forma pura, Favorite Aretusa o esclavizada, unia Entre las venas suyas de helénica ardentia, Al furor sarraceno la angevina dulzura.
Todo pasa; hasta el mármol al fin él Tienc. po hiende; Agrigento ya es sombra; Siracusa se tienda Bajo el azul sudario de su cielo profundo; Sólo el metal que dócil y blando el Amor lize En medallas de plata, guarda aún el hechizo Inmortal de las virgenes de Sicilia ante el mundo.
Todo muere. Maria, Casandra altiva, Elena, Sólo polvo aeriais del que las tumbas llena. Las rusas y los lirios son belleza ilusoriaSi Ronsard, en el Sena o en el Loira dormido, Sobre las frentes vuestras no hubiera entretejido Del Amor con los mirtos el laurel de la Gloria.
LA VIDA DE LOS MUERTOS Al poeta Armand Silvestre Cuando sobre nosotros la cruz domine alzada, nos brinde la tierra piadosa sepultura, Florecerá tu cuerpo del lirio en la blancura. brotará en mi carne la rosa ensangrentada.
Heredia, a pesar de que su obra poética fué escasa, pues no escribió sino ciento catorce sonetos en un lapso de casi cuarenta años de labor (como a tres sonetos por año. es un de los poetas más traducidos a nuestra lengua.
Puede decirse que no ha habido poeta, o aspirante a tal, que no haya ocupada sus ocios en trasladar a rima castellana alguno o algunos de los sonetos de Los Trofeos. Han venido a ser como piedra de toque, o solaz espiritual, en el arte de traducir. El que más ha atraido la latención para el traslado es, sin duda, Le récif de corail. vertido admirablemente por Guillermo Valencia, Enrique González Martínez y Ernesto o.
Palacio, muerto prematuramente para las letras colombianas.
Max Henriquez Ureña, critico emi nente e inspirado poeta dominicano, se ocupaba, según carta de él para el au.
tor de estas lineas, en traducir todos Les Trophées. No sé si le habrá dado remate a su esfuerzo, que cuando se publique le será agradecido efusivamente por los admiradores del gran poeta cu.
bano francés.
Ha leido, con estupor, una traduccion integra de Los Trofeos hecha por el señor Antonio de Zayas, Duque de Amalfi, autor de buenos versos originales. Mejor habría sido, para su buen nombre de poeta, que no hubiera intentado tal versión, que resultó deplorable. Base decir que en un soneto, el llamado Tar.
de de batalla. escribió soldados difuntos. para rimar con juntos. en pos de la misma consonancia habló de blarruntos de muerte. y tradujo ébrecher por afilar en el bello soneto un triunfador. desacierto con el que desvirtuó la idea fundamental de esa poesia.
Amonconó en su versión casi todos los prosaismos de nuestra lengua. de poetas escandinavos si hizo algunas buenas. versiones. Pero se enredo en las mallas de Heredia.
Un soneto, talvez el más bello de Heredia, es el intitulado Les Conquérants. Sin duda la versión que se lleva ia palma es la sintética que hizo don Miguel Antonio Caro, en. endecasílabos.
Desgraciadamente esa versión, que es una joya, tiene el lunar de que el Insig.
ne humanista, poeta y traductor, puso a los conquistadores en a popa de los barcos, para rimar con Europa. y en la popa, de espaldas, era imposible que (Pese a la página 46)
LA FUENTE DE JUVENCIO Juan Ponce de León viendo ya emblanquecida Su cabeza, de antiguos estudios fatigado, sintiéndose viejo, por el Diablo tentado Se cio al mar, tras la Fuente que prolonga la vida.
En su Armada, y el alma por un sueño impelida, Exploró por tres afios el mar ilimitado, de pronto, rompiendo bajo un cielo encantado Su bruma las Bermudas, vio surgir la Florida la Muerte divina, que fue por ti cantada, En su tranquilo vuelo de silencio y dulzura, Habrá un día de hacernos en la celeste altura, Por entre nuevos astros, una ruta encantada.
Hasta el sol ascendiendo, su vivida aureola Fundire nuestras almas; y serán una soia De la dicha suprema entre la clerna pira: Errante, y bendiciendo cansado su locura, Plantó con mano débil, tras afanoso empeño, Su pene ón en la tierra que fue su sepultura.
Anciano! La esperanza no fué ante ti lusoria; La Muerte, a pesar tuyo, más bello hizo tu ensueño, Pues Juventud eterna te dio por fin 18 Gloria.
Mientras que consagrando al bardo y ai emigo, Viviremos por siempre de la Gloria al abrigo Entre las mudas Sombras que hizo hermanas la lira.
LA FLAUTA FLORES DE FUEGO Un vuelo de palomas va en la tarde serena.
Cabrero, nada calma la pasión amorosa Como el són de una flauta, con música quejosa, Al rumor de una fuente que entre juncales suena Siglos después de siglos del Caos, roja y pura De ese cráter la luma brotó en torrente al dia, el fúlgido pepacho que bacia el cielo ascendia crguidos Chimborazos soprepasó en altura.
Yacemos bajo un plátano, después de la faena.
La yerba es blanda. Deja la cabra caprichosa Saltar, corda al cabrito que bala en la fragosa Roca, de frescos tallos y de botones llena.
Ningún ruido despierta la áspera cima oscura.
Yo, con siete carrizos desiguales que he unldo