la brisa costeña. Cada zos.
compasión.
románica en pi Pedrón, nado; quedan mirando boso.
dian: eta afuera, Es vas hacer con él. el rumbo 342 REPERTORIO AMERICANO va, babosada, no seya que se me vaya Una noche, aflegido, lió sus trapos y. Qué mira, chetó?
la manol Por dos veces, su papa le bía se marchó pá nunca.
Luciano se dignó sacar la cao. za encumbrado el corvo. Allí se estuvo lloy mirar al corral.
rando, sin comer, sin dormir. Tenía. Puerca, mano, méi juido dialtiro hinchados los ojos, la boca pasmada, la. No veyo tantito, hombré, por la ese la cumbre! Miatracaba un pensar y. curana; pero se oye un cuchareyo como mente vacía.
un pensar.
rascádue cusuco.
Aquella atardecida, cuando ya las sombras estaban maduras y se desprenEL MISTIRICUCO Veya no lo joda una culebra, par baboso.
El antiguo tronco de la ceiba madre Luciano Pereira encendió un jojors, un alarido, las estrellas se des de la hacienda, se hundía, como inmensa y miró tieso. Luego que se hubo apapenicaban como florecillas sobre el papata de gallina, en el estercolero del co gado la llama, se volvió hacia Moncho tio del cielo, Pedrón surgió de la breña rral. Era verano. La ramazón escueta y le dijo, feliz: cayó sobre su hijo, como un jaguar se abría en el azul del cielo, como una Es un mistiricuco.
hambriento de amor. Le corría el llanto extralia fior de hierro. De las vainas re Desapareció en la cueva; y a poco volpor la cara y por la camisa. Se hundió ventadas, volaba el algodón: vellón de vió a mostrarse, trayendo en la camisa al hijo en el pecho, sofocando sus sollo nube, gracia de un envoltorio misterioso. Se montó en arruga del tronco era como un nervio la ojiva y, tirando de extremo de la. Mijo, mi lindo. Perdonáme, co Je montaña. En los nudos heclius por cuerda, ató el envoltorio y lo fue bajansita; taba como loco. los siglos, había cabezas de mostruos do con cautela. Moncho había soltado Le sobaba la crencha lacia, ebrio de terrorificos: pensativas gárgolas, no ex el balde a media leche y esperaba, con trañas en en aquella catedral de pájaros, los brazos en alto. No cuede ser, Crispito e mialma; el Toman tronco y bizantina en la No lo dejés dir, baboso.
no cuede ser, no cuedo vivir sin vos. copa. En el ábside roñoso tenía una. Estos diyas negros mián quitado la ventana oscura, ojival, a la cual ponía Desenvuelto con precaución, después vida! He sentido que tenía trabado al vitral de verdes y brillantes hojas, una de atada una pata, el mistiricuco qucdó corazón, el puñal que le dejé al dijunto; parásita prendida guindo abajo. parado en una piedra del corral. No inyo mesmo me bía hecho el maldiojo. Al Luciano Pereira quería trepar, a ver tentaba volarse, porque nada veían, en fin juimos con Tadeyo, y se lo quitamos; qué había allí dentro. Moncho, el corra la lumbre del día, sus ojos de bamba hora te siento mijo otra güelta.
lero, con el balde a media leche y el rejo ruja, abiertos y fijos como ojos de ve Despegándose del pecho de en el hombro, trataba de disuadirlo: désos que cayen del bejuco y se con un dolor que retorcía su cara como Te va joder una culebra, gran bael cielo, desde el potre un trapo, para estrujar las últimas gotas, 10, con un terror sin pispileyo. De vez el niño le miró fijo y, tras un esfuerzo Luciano subía ya, por la doble cuer en cuando un ligero tastaseyo venia inmenso, logró gotear: da de una persoga que había logrado en los cachetes y hablaba palabras sin Pa. pal.
trabar en un gancho.
sonido, girando la cabeza sobre los horn. Ai state; no te vayas, 0; guá en bros, como un títere de cordel.
LA BRASA cender un jójoro y te guá decir qué. Pobrecito, oyó.
Devolverlo al En la cumbre más cumbre del volcan, Sin soltar el balde, entreabierta la bo Devolverlo vos, si tanta gana tenés; allá dende la tierra deja de subir busca y arrugada la frente por el claror del yo no me incaramo otra vuelta.
cando a Dios; allá donde las nubes sc.
manecer, Moncho lo miraba trepar sin. qué vas hacer con él. detienen a descansar, Pablo Melara ha gran csfuerzo y sonreiba al carcular la. Ai que se quede.
bía parado su rancho de carbonero. Me travesura.
falia dio rancho, medio cueva, en. Trayen la suerte, hombré; lleva Llegó Luciano al juraco; en ura mecitelo.
da alcanzó el borde, donde agarró con Lo guá descabezar diún machetazo.
agazapaba. De la puerta para su pie de barro valiente; y en un mo No empezaban las laderas a seya bárbaro, compañero; adémento estaba acondicionado, ispiando melo a mí.
terribles, precipitadas; en deslizones bruscos; abismándose, rodando, agarránpabajo, curioso y cabeceante como un oso colmenero.
es cosa miya: adéjemelo.
dose aflegidas. Los pinos, enormes, Cuando Luciano Pereira se hubo aleeran nubes oscuras entre las nubes; jado, cantando, por el ixcanalar que da humazos negros entre la niebla. Mecían Cansancio mental al río, Moncho se quedó mirando el misal viento, lentamente, sus enormes ca tiricuco, mientras se rascaba la crencha.
bezos, como si oyeran una música dulTomó una resolución. Tanteó una per ce, salida de lo gris y de Neurastenia soga al chiflaban tristemente, llevando en logró trabarla; y después de envolver ritmos nasales una melodía de inmensiSurmenage el ave agorera con su camisa, como hadad. Era la cumbre una isla en el ciebía hecho el otro, empezó a subir, lle.
lo; y el cielo, un mar de viento. En las noches tranquilas, como por alta mar, Fatiga general vándola en los dientes.
Por fin pudo llegar al hoyo; desató pasaba silenciosa la barca de la luna Ilío y dejó el pájaro en el fondo. Cuan nueva. veces el horizonte fosforecía.
son las dolencias que se do iba a descender, oyó el ΕΙ iba apilando los leños, curan rápidamente con gico del mistiricuco; y recordó al moen pantes enormes. De cruz en cruz, mento que cuando el tecolote canta el formaba una torre; como un faro que, indio niuere. Empezó a bajar con mieen las noches largas, llenas de ausencia, do. Se dio cuenta de lo mal que había ardía, ardía rojo y palpitante, señalando enganchado la persoga. Cerró los ojos.
los barcos de silencio con sus grandes velámenes de sombra.
el medicamento del cual dice Abrió, por última vez, los párparos y negro en la altura, el carbone mansos, y miró las caras inclinadas soro iba viviendo como en un sueño. Te el distinguido Doctor Peña bre él.
nía un perro mudo y una gran tristeza.
Murrieta, que Quedó paradito el pobrecito, en su Acurrucado y friolento, encendido siem; nido. dijo sonriendo, y cerró los pre el puro y el corazón, se estaba alli ojos.
mirando el abismo, sin remedio. presta grandes servicios traEntuavía alcanzó la voz de ño Maca Como a los pantes de leña oscura, la tamientos dirigidos severa y rio, que decía: brasa del corazón le iba devorando las científicamente Traye la suerte y traye la muerte.
entrañas; y aquel resplandor de miste Tal vez la suerte es una muerte; tal vez rio se le iba subiendo a la concencia.
la muerte es una suerte, veyo.
hoyo.
frío. Las carbonero KINOCOLA Cayó.