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62 REPERTORIO AMERICANO.
nimiento de la Sociedad de las Nacio EN Habana consigue el Repertorio con nes, asegura que no habrá concordia en Cultural Libreria Cervantes. Av.
de Italia 62. el globo mientras el hábito pacifista no se incorpore a la contextura moral de los individuos, demuestra cómo el com el ciclo de la organización nacional con mercio y el librecambio son los mejores el triunfo de la causa que tuvo en Alberdi su mayor abanderado.
agentes de paz y de unidad internacional, Los viejos resentimientos, sin embar clama porque los neutrales des empeñen un papel activo en la prevengo, no desaparecen. Se renuevan con motivo de su anunciado nombramiento ción y represión de las contiendas ar de plenipotenciario en Europa. Alberdi madas. La guerra de todos contra uno ya había perdido sus energías polémiafirma, es el único medio de prevenir la cas, y como después de cuarenta años guerra de uno contra otro, sea que se trate de Estados o de individuos. Alde ausencia encontrara desconocida a la berdi se anticipa en medio siglo a WilRepública, gana de nuevo su silencioso retiro francés. Faltóle a él paciencia y son y propone un plan más completo para evitar los choques bélicos. Algún calma a sus adversarios.
día se erigirá su estatua en la Liga de ¿Era Alberdi hombre de acción? De las Naciones, y nuestro egregio compa contestar afirmativamente. por qué se triota será ciudadano de todos los paícondenó a ostracismo tan prolongado?
ses de la tierra.
Merced a su pluma acerada, es verdad, Alberdi, cabe aseverarlo, se adelanta no transcurrió un día sin hallarse espia Spencer en algunos conceptos socio ritualmente presente en el país, breganlógicos; la teoría del economismo hisdo por sus ideales. El hombre que aspitórico, además, lo cuenta entre sus prerara durante los años mozos a ser hécursores: a ella llega transitando por un roe del pensamiento, apreciaba en los camino independiente. La aplica a la semejantes, ante todo, la capacidad de interpretación de nuestro pasado. Insis acción. Por eso asevera paradojalmente te particularmente en que la cruenta que la actitud predominante de Juan oposición entre la capital y las provinMaría Gutiérrez era la del estadista. Con cias se debió al puerto de Buenos Aires mayor razón se considera un gobernante y a las rentas de su aduana. La teoría malogrado. Existen ciertos hombres, habrá de completarse y atender a otros confesábale en París al joven Ernesto factores económicos, psicológicos y mo Quesada para los cuales el escribir es tales, también muy significativos, pero sólo un depurativo; ambicionan la acno se podrá prescindir del anotado. Hay ción y languidecen lejos de ella. Sentambién en Alberdi un filósofo de mi tíase colorosamente mutilado, como si le ras predominantemente sociales y polí faltaran los brazos y las piernas.
ticas. De inclinaciones algo espiritualisEnfocada desde ese mirador, su vida tas en diversas etapas de la existencia, semeja un espantoso calvario. Echaba toma finalmente un recio cuño positivo.
la culpa por entero sobre los hombros Alberdi es el economista, el sociólogo y de sus enemigos. Juicio excesivo: ellos el filósofo de nuestra formación.
también conocieron las amargas tribulaciones de la emigración y supieron EL ENINGMA PSICOLOGICO DE AL conquistar desde abajo las posiciones BERDI más prominentes. Nada le impedía repetir la hazaña. Su equivocación, su fuElecto diputado nacional por su pro nesta equivocación consistió en no revincia nativa, Alberdi retorna a la Ar tornar a la República y desechar cargos gentina en 1879. Se le tributa una re importantes, como la cartera que le cepción cordialísima. El primer saludo brindara el gobierno de la Confederaque recibe a bordo viene enviado por su ción. Aquí, en su patria, habría dispuestemible adversario Sarmiento, ministro to de tribuna propia y de un pueblo sadel Interior. Alberdi acude a la casa de no, dispuesto a sostenerlo y estimular gobierno a retribuirlo. Sarmiento le rele. Ubicado en la oposición o en el pocibe con las siguientes palabras: Teder, hubiera dado cima a una magnífica nemos usted y yo una alta magistratuobra.
ra que desempeñar, consagrada por ¿Se nos permitirá avanzar una sosnuestras canas, y es es el respeto a nues pecha? La personalidad de nuestro protros servicios. Doctor Alberdi, en mis hombre oculta un enigma psicológico: brazos! Se estrecharon emocionados aquel potente cerebro asistido por reanudaron sus relaciones: Alberdi vi una voluntad curiosamente desdoblada; sitó a Sarmiento tres veces en su domi se nota como un hiato entre pensamiencilio particular. to y acción, en cuya virtud tan inmenSobrevienen los acontecimientos del sa fuerza volitiva se volcaba más en es 80. Alberdi, inconsecuente con la pré critos que en hechos. Escritos, por fordica de toda su vida, se une a los di tuna, animados por un dinamismo arre putados destituidos, adversos a la polí batador, equivalentes a preclaras accio tica del presidente Avellaneda. Reaccio nes. Acaso ese modo de ser se vincule na contra el error y lanza su última pro a su delicada complexión, a su débil naducción de aliento, La República turaleza. Ni el amor de su vida fué un gentina consolidada en 1880. Su antiguo sueño, el mismo de Rivadavia, de EN BUENOS AIRES, de Suaresolicitares capitalizar a Buenos Aires, acababa de Repertorio Americano, al editor Manuel Gleizer, cumplirse. Clausurábase de esa manera Santa Fe 1983. amor logrado. Quién sabe cuántas veces encontró en el extranjero rostros que en suave melancolía traíanle a la memoria la imagen de la niña de Mon tevideo!
Algún secreto resorte falla en tan privilegiada organización. Domina, en ella un complejo en el cual la timidez, hábilmente enmascarada a los propios ojos, desempeña un papel importante.
Triunfar sobre la áspera realidad habría sido su desiderátum; pero los frenos in hibitorios, por una disposición congénita o adquirida en la edad pueril, detienen y reprimen, inexorables, la energía impulsora. Bajo el peso de la desgracia gime y protesta; luego se consuela car gando el fardo a los enemigos. Esta peregrina idiosincrasia seca en el árbol excelso las ramas fundamentales de la acción, sin dar frutos, siquiera serondos. Alberdi, a despecho de su eminencia, despierta la impresión del hombre que no se ha realizado por completo, en to das las direcciones que apuntan en su carácter Muy penosos sus postreros años, Sus recursos se habían agotado. Tuvo que aceptar el cargo de comisario argentino de inmigración en París. Lo renunció más tarde por razones de salud. Desig nado representante argentino en Chile, la enfermedad impidióle cruzar el océano. fines de mayo de 1884 el parlamento nacional le votó una pensión vitalicia: no llegó a enterarse de este acuerdo. Excelentes corazones femeninos de Francia le cuidaron con bondad y afecto. Por desdicha abandonó un día la granja de la villa de Saint André, don de durante años se albergara muy a su gusto. Pasó a un triste hotelito parisien se; allí le robaron y dejaron casi sin ropas. Poco después expiraba en una sordida casa de sanidad de Neuilly. Tarde acudió en su busca, impulsada por un sentimiento altruista, su antigua amiga, la señorita Dauje. Se halló con el cadáver de Alberdi, cerrado bajo llave en una lóbrega y estrecha piecita, envuelto en sábanas sucias. El dolor y la sofocación que experimenté cuenta esta mujer fueron tales que me desvanecí.
Apenas repuesta preguntó por los últimos días del noble anciano. Se le res pondió displicentemente que comió 48 horas, siendo sus noches espantosas. En fin termina su conmovedor rela to, nuestro pobre amigo ha sufrido mucho y se la atendido malísimamente.
En ese estado de postración y de las timoso abandono pereció uno de los pen sadores políticos más grandes del mur.
do en la última centuria: valoración crí tica rigurosa y no mero ditirambo; alli está su obra para confirmarlo. Si no la ratifican los círculos cultos del crbesalvo algunas altas excepciones indivr duales es porque miran con sistemático desdén cuanto atañe a la intelec tualidad de ciertas latitudes y porque, encima, los hispanoamericanos nos en.
peñamos demasiado en desconocernos y en negarnos unos a otros.
estaba Par