Civil War

REPERTORIO AMERICANO 11911 rarse del fuerte de San León, lo cual realizó asf: Fortificaba el castellano la fortaleza y hacia conducir maderas alli. Los conjurados esperaron que unas grussas vigas impidieran levantar el puente y entonces se lanzaron al puente y al castillo. Apenas sabida aquella presa, se rebeló todo el país y llamó a su antiguo duque, esperando no tanto en la toma de la fortaleza cuanto en la dieta de Magione, mediante la cual esperaba auxilio. no queriendo desaprovechar los conjurados ocasión tan propicia como era la rebelión de Urbino, reunieron gente y avanzaron para apoderarse de cuantos pur. tos aun ocupaban en el país los del duque, y de nuevo enviaror.
mensajeros a Florencia para solicitar su apoyo, explicando la rebelión y lo excelente de la coyuntura. Pero los florentinos, por el odio que sentían contra Vitelli y Orsini por diversos motivos, no sólo no acudieron sino que enviaron a Nicolás Maquiavelo, su secretario, a ofrecer al duque auxilio y amparo contra sus nuevos enemigos. Estaba el duque on Imola, temeroso y amilanado, porque de repente y contra cuanto pensaba sus soldados se le retelaban, y en el momento de estallar la guerra se hallaba desarmado.
Animado al ver el apoyo que le prometían los florentinos, decidió emprender la lucha con los pocos recursos de que disponia y preparar alianzas y fuerzas. De dos maneras las procuro: enviando a Francia por gente y tomando a sueldo algunos hombres de armas y a cuantos pudo haliar que fueran buenos jinetes, y a todos daba dinero. Pero entretanto avanzaba el enemigo y llegó a Fosombro.
ne, donde algunos de los del duque oponían resistencia, pero Vitelli y Orsini les derrotaron. Lo cual hizo que el duque procurase atajar la tempestad empleando medios de persuasión. siendo hom. bre muy astuto no perdonó medio para hacerles comprender que andaban equivocados acerca de sus intenciones; que no queria despojarles de sus bienes que le bastaba con el título de principe; pero que el principado era para ellos en realidad. tanto dijo y tan persuasivo estuvo, que enviaron al señor de Pagolo a tratar con el duque, y depusieron las armas.
Pero el duque no cesaba en sus preparativos y de continuo re.
cibia infantes y caballos; pero no queriendo que supiera nadie los tales preparativos, enviaba a su gente, por grupos, a todos los pueblos de la Romana. Hablan acudido quinientas lanzas francesas, y aun cuando tenie bastantes fuerzas para poder vencer en guerra abierta a sus enemigos, penso que era más seguro y útil engañarles y no romper aún el acuerdo a que habían llegado. tan bien salieron los planes del duque, que se llegó a una paz, por la cual se otorgaba a los conjurados todos sus antiguos derechos; les dio cuatro mil ducados de regalo; prometió no ofender a los Bentivoglii y emparentó con Juan; acordando, además, que no pudiese obligar a los firmantes a comparecer ante su presencia sin que de buena gana. consinticran en ello. Por su parte, le prometieron ellos restituirle el ducado de Urbino y las demás plazas ocupadas, servirle en cualquier empresa que intentara y no aliarse na hacer la guerra civil sin su permiso. Una vez tomado este acuerdo, Guido Ubaldo, duque de Urbinc, huyo de nuevo a Venecia, habiendo hecho desmantelar antes todas las fortalezas de su ducado, porque confiaba en el pueblo y no queria que el enemigo las ocupase y mediante ellas sujetara mejor a sus partidarios.
El duque de Valentinois, después de firmar aquella convención y habiendo marchado sus tropas a diversos puntos de la Romana, a fines de noviembre marcho con frances de Imola a Cesena, a imaginar, con el beneplácito Vitelli y Orsini, que se hallaban con sus tropas en el ducado de Urbino, nuevas empresas. no decidiendo nada, Oliverotto de Fermo se le presentó para dscirle que si queria entrer en Toscana estaban prontos a prestarle apoyo, y que de o contrario, atacarían Sinigallia. lo cual contesto el duque que no queria atacar Toscana porque era amigo de los florentinos; pero que le parecia bien que atacasen Sinigallia. al cabo de unos días llegó un aviso de que la población se habia rendido, pero no el fuerte, porque el castillo había dicho que sólo se rendiria al duque y no a otros; por lo cual le rogaban que acudiese. Parecióle la ocasión propicia al duque, ya que no despertaria recelos su llegada siendo llamado por los otros y no acudiendo por propio impulso. para mejor asegurar el buen éxito licenció a los franceses, que marcharon a Lombardia, exceptuando las cien lanzas que mandaba el señor de Cindales, su cuñado. marchando a mediados de diciembre de Cesena se fue a Fano, donde con toda sagacidad y astucia persuadió a Vitelli y a los Orsini que le aguardasen en Sinigallia, demostrándoles que tal esquivez no podia nacer su alianza ni fiel ri duradera y que era hombre que deseaba poder valerse de las armas y del consejo de los amigos. aun cuando vitelli se mostrara un tanto reacto, porque la muerte de su hermana. le enseñó que no se debe ofender a un principe y confiar luego en el, persuadido de Pablo Orsini, que había sido ganado por el duque con promesas y regalos, consintió, sin embargo, en esperarlo. Suceció que el duque, el dia antes (que fue el dia xxx diciembre de MDII, que debía marchar de Fano. comunicó su designio a ocho de sus más fieles amigos, entre los cuales se contaban don Miguel y monseñor de Enna, que luego fué cardenal; y les ordenó que tar.
pronto como Vitellozzo, Pablo Orsini, duque de Gravina y Oliverotta de Fermo acudiesen a su encuentro, les pusieran a cada uno entre dos de ellos asegurándose así por medio de gentes fieles de sus enemigos y que les acompañasen hasta Sinigallia, y que no los soltasen hasta haber llegado al alojamiento del duque, donde se les detendría presos. Ordenó después que todas sus tropas, infantes y jinetes, que eran dos mil de éstos y diez mil de aquéllos, le aguardasen al día siguiente por la mañana, a orillas del Metauro (rio que está a cinco millas de Fano. Estando, pues, el último de diciembre junto al Metauro con toda su gente, hizo adelantar a unos dos cientos jinetes; luego movió la infanteria y por fin avanzó en persona con el resto de su gente de armas.
Fano y Sinigallia son dos ciudades de la Marca colocadas a una distancia de quince millaa una de otra, a la orilla del Adriático, y en tal disposición que el que va a Sinigallia tiene a mano derecha unas montañas, las cuales corren en algunos puntos tan cer.
canas al agua, que dejan breve espacio entre ellas y el mar: donde más se apartan, no llega la distancia a dos millas. La ciudad de Sinigallia está a tiro de ballesta de las estribaciones del monte y a una milla escasa del mar. Junto a la población corre un riachuelo que baña sus murallas por el lado opuesto de Fano, según la dis.
posición del camino. Por lo tanto el que llega a Sinigallia pasa largo trecho junto a los montes y llegando al riachuelo que baña la ciudad vuelve a mano izquierda a lo largo de la orilla, y andando un trecho llega a un puente echado sobre el río y está casi a la puerta de Sinigallia, no en línea recta sino transversalmente.
Ante la puerta hay un barrio de casas con una plaza, de la que el dique del rio forma uno de los lados. Habiendo, pues, dado los Vitelli y los Orsini orden de esperar al duque y honrarlo personalmente, habian retirado sus tropas, para dejar espacio a las ducales, a un castillo apartado seis millas de Sinigallia, y sólo dejaron en la ciudad a Oliverotto con su partido, unos mil infantes y ciento cincuenta caballos, los cuales estaban alojados en el barrio que hemos dicho. Ordenadas así las cosas, el duque de Valentinos lué hacia Sinigallia, y cuando llegaron los primeros caballos a puente no lo pasaron, sino que volviendo grupas formaron una doole fila de jinetes que miraban unos al río y otros al campo; y por el centro pasaba la infanteria, que sin detenerse penetraba en la ciudad. Vitellozzo, Pagolo y el duque de Gravina, cabalgandu en mulas, salieron al encuentro del duque; y Vitellozzo, desarmado, con una capa forrada de verde, triste como si presintiera la proxina muerte, insiparaba cierta admiración a los que conocian su entereza y su pasada fortuna. se dice que cuando dejo a sus cropas para ir a Sinigalla al encuentro del duque, se despidió conio si ias abandonara para siempre. los jefes recomendó su casa y au fortuna; a sus sobrinos que se acordasen, no de la fortuna de su casa sino de las virtudes de sus padres.
Llegados, pues, los tres, a presencia del duque, saludaronle con afecto y fueron por el bien acogidos, y en seguida fueron puestos entre aquellos a quienes se confiara tal encargo. Pero viendo ei Juque que faltaba Oliverotto, el cual quedaba en Sinigalha o esperaba con su gerte en la plaza donde estaban alojadas sus tropas, poniéndolas ec orden y adiestrándolas, indicó con una mirada don Miguel, quien encargara la guarda de Oliveroíto, que cuidara de que no escapase. Don Miguel avanzó a caballo, y en llegando junto a Oliverotto le dijo que no era conveniente que tuviese a sus tropas fuera de sus alojamientos, pues corrian riesgo de que se los quitaran las del duque; le aconsejo, pues, que las alojara y que fuese con él a ver al duque. habiendo Oliverotto cumplido tales ordenes llegó el duque y le llamó. saludo Oliverotto y siguió a los demás. Una vez entrados en Sinigallia y puesto pie a tierra justo al alojamiento del duque y penetrado con el en una estancia secreta, quedaron presos por orden del duque. El cual monto en seguida a caballo y mando que fuesen dispersadas las tropas de Oliverotto y de los Orsini. Las de Oliverotto fueron todas desarmadas y despojadas por estar rerca; pero las de Vitelli y Orsini, estando lejos y adivinando la ruina de sus jefes, tuvieron tiempo de reunirse, y recordando el valor y la disciplina de las casas de Or.
sini y Vitelli, todos unidos se salvaron a pesar de la enemiga del páis y de las tropas del duque. Pero las tropas ducales, no contentas con haber saqueado a las de Oliverotto, empezaron el saqueo de Sinigallia, y to ser porque el duque, castigando de muerte muchos, reprimio su Insolencia, hubieran saqueado la ciudad entera.
Llegada la noche y aquietados los tumultos, el duque dio orden de ma.
tar a Vitellozzo y Oliverotto, y llevados juntos a un mismo sitio ios hizo estrangular. Ninguno mostró la entereza que podia esperarse de su pasada vida; porque Vitelluzzo rogó que se suplicase al Papa que concediera indulgencia plenaria a sus pecados; Oliverotto, liorando, achacaba a Vitellozzo toda la culpa de las injurias hechas al duque. Pagolo y al duque de Gravina Orsini se les dejó la vida, para esperar el duque la noticia de que el Papa hubiese preso en Roma al Cardenal Orsini, al arzobispo de Florencia y a micer Jacobo de Santa Croce. Después de tal noticia, dia xviu de enero, en Cagi de la Pieve, fueron igualmente estrangulados,