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ma Al recordar a: Delmira Agustini De La Nación. Buenos Aires, de jo mira Agustini, como principalquiera de estos tres paseos llo, ha contribuido al embellecimiento mente cuyos tupidos boscajes son propicioaREPERTORIO AMERICANO En tres líneas, semiperdidas en el fárrago de las informaciones administradesborda de la lindera playa de Ramirez. Próximo al Parque Rodó está el tivas de la prensa diaria, se ha publica de los Aliados. todavía en formación, do hace poco la noticia de que la Muniamplio, casi enorme, que en las tardes cipalidad montevideana ha resuelto dar de foot ball del estadio Centenario a una calle de los suburbios de esta carebosa de una multitud abigarrada, mienpital el nombre de Delmira Agustini.
tras en las noches de entresemana da La lectura de ese escueto suelto de refugio en sus avenidas silenciosas gacetilla ha traído a mi memoria un trágico recuerdo de mi vida periodístiđanai raido parejas que huyen del mun ca: el del huraño anochecer del de En lio de 1914, en que, a manos del espo podria hallar apropiada ubiso, halló la muerte aquella extraordinacación un pequeño monumento a Del ria mujer. través de los diez y nue.
un monumentos sencillo ve años transcurridos desde la luctuosa fecha, he vuelto a revivir una vez más que en El Prado nos recuerda.
al am el inenarrable instante en que, al llegar también poetisa María Eugenia Vaz Fe amparo de lujuriantes frondas, a la a la casa del drama en el preciso morreira, espíritu selecto que consagró al mento en que penetraba en ella el juez arte de las rimas todo el tesoro de su de instrucción, vi tendido en el piso alma inquieta y soñadora. allí, en de una modesta pieza, ensangrentado y mismo paseo, igualmente rodeado de de la flores y boscajes, surge otro pequeño autora de Los cálices vacios. a quien Delmira Agustini monumento: el tantas veces, en teatros y paseos, viera radores del pintor nacional Carlos Mayo sonreír con la fresca sonrisa de su Dibujo de Deluchi ría Herrera consagraron a la memoria encendida, voluptuosa boca, y con el de tan destacado artista a través del cindulce y profundo mirar de sus enormes mera vez que en lengua castellana apa cel del escultor compatriota José Bes ojos glaucos. Aquella tarde trágica vol rece un alma femenina en el orgullo Sloni. Otro buen escultor, Juan Anievi a ver por última vez esos ojos: esta ban desmesuradamente abiertos por el de la verdad, de su inocencia y de su amor, a no ser Santa Teresa en su exaldel aristocrático sitio con un terror del instante supremo, clavados en hermoso tación divina.
grupo marmoreo de regulares dimensiola sombra infinita para interrogar el in sondable misterio de la vida y de la Nunca pudo imaginar el bardo de nes en que campea la serena venerada muerte, conservando aún su divina trans Prosas profanas que aquella mujer efigie de doña María Stagnero de Murosa y a la vez mujer lirio iba a empur nar, aquella otra mujer de extraordinaparencia. Para qué recordar aquí purarse con el rojo de su propia sanria inteligencia y de luminoso consejo detalles. gre juvenil.
que consagró su fecunda vida a la enseHa tardado algo el homenaje de la Volviendo ahora al homenaje edilicio nanza mereciendo de sus conciudadanos Junta Deliberante a la memoria de una a la memoria de Delmira, paréceme que el envidiable título de Maestra de de las más preclaras hijas de la tierra no basta con que una calle de su ciudad uruguaya, a la de aquella excelsa mon natal lleve su nombre. Creo que es ne Corta es la lista de los escritores, ar tevideana en cuyo cerebro y en cuyo co cesario completarlo en una forma ver tistas, pensadores u hombres de ciencia razón vibraron al unísono, en versos ad daderamente digna de tan excepcional que en los sitios públicos de esta capital mirables, los más bellos conceptos y los mujer. Es preciso que la autora de El cisplatina tienen ya su monumento, tramás apasionados sentimientos. Ya era rosaris de Eros (el libro póstumo que ducido éste ya en una modesta estatua, tiempo de que nuestra capital demostra ella no intituló) tenga también, en uno ya en un sencillo busto.
ra en alguna forma su gratitud hacia de los principales paseos de esta urbe, En el Parque Rodó, el gran periodisesa mujer luz, no sólo como un recono su consagración en el mármol o o en el ta, crítico, autor dramático que se llamó cimiento de sus altos méritos literarios, bronce, como ya la tienen, en grande, Samuel Blixen (el inolvidable Suplensino también como un homenaje a la in algunos próceres, y, en pequeño, varios te. preside, desde su busto de bronce telectualidad femenina uruguaya, que escritores o o artistas que se destacaron (un trabajo que no hace honor, por cierto, al talento del escultor Oliva. la tuvo en Delmira Agustini a una de sus por su talento en nuestro ambiente y más altas cumbres. La poetisa del san como debieran tenerla, igualmente, otras serena quietud de las tardes otoñales griento destino fué la primera mujer de figuras que han dejado honda huella en la estrepitosa alegría de los crepúsculo.
América latina que, rompiendo valiente ja historia, en el periodismo, en veraniegos.
atrevidamente con los prejuicios de tica, en la poesía y en el arte uruguayos.
Más lejos, en la plazoleta Trouville.
la época (de, entonces acá ¡cómo han Dentro de la enorme extensión alcan. en Pocitos, a la vera del mar, otro bus cambiado los tiempos. hizo cantar en zada ya por nuestra capital, son muy to, de Luis Sambuccetti, realizado con sus estrofas todo acierto por el joven escultor Josu una voz completamente pocos los paseos públicos. Apenas si en la lírica continental y aun nueva en a tres, descartando, por supuesto, Luis Zorrilla de San Martín, recuerda a abriendo así el camino las playas. En primer término, el viejo a los paseantes de la rambla costanera por donde luego habrían de marchar, con y aristocrático Prado, sitio maravillosala romántica figura de aquel virtuoso seguro y victorioso paso, otras mujeres poético, cuyos añosos árboles y del violin que, en su tiempo, tanto con de alma divinamente canora.
tribuyó al fomento del arte musical en dense las palabras del gran Rubén al sa la ensoñación y a los gorjeos de Montevideo, la aparición de las primeras poeel Par En los jardines de la Facultad de Me sías de la autora de Cantos de la mael paseo popular por dicina, en otro grupo de mármol y bronñana. De todas cuantas mujeres hoy en cuyos jardines y avenidas se dan ce, debido al antes citado escultor escriben en verso, ninguna ha impresio cita, pulcramente endomingados, mo Aniello, la generación actual ve revivir nado mi ánimo como Delmira Agusti distillas y horteras, y que en la estación los rasgos del doctor Juan Carlos Dig ni por su alma sin velos y su corazón veraniega acoge bajo sus sauces y eu: hiero, el médico desaparecido en plena de flor. veces rosa por lo rosado, a caliptus, o refleja en sus lagos de es juventud y que era una de las más ga veces lirio por lo blanco. es la pri tancadas aguas, la alegría sobrante que (Pasa a la página 46. tras.
la polí hispana ludar la ros y niños cia, en que Rudo, si bien segundo lugar, en pája excelen