REPERTORIO AMERICANO 229 GRANJA SAN ISIDRO MAX JIMÉNEZ CORONADO COSTA RICA Hijo del campeón de Kentucky, Sir Inca May, y una vaca importada, hija de la campeona de Estado de New York.
Inmune a la fiebre de garrapatas.
PRECIO: 100 (U. TRIUNE VALENTINE INKA MAY to anterior. Pasteur anuncia dijo la Comisión en su informe. que dada la naturaleza del virus rábico empleado, los conejos no serán atacados sino en un intervalo de doce a quince días, que lo mismo pasará cou los dos perros de la prueba y que los refractarios no serán atacados ni ahora ni después, sea cual fuere el tiempo en que los comisionados los tengan en observación. La previsión de Pasteur se realizó al pie de in letra. Otras experiencias muy numerosas la confirmaron. Cómo vivía entonces el gran sabio podemos verlo por una carta de la señora Pasteur a sus hijos: Vuestro padre siempre muy preccupado, me habla poco, duerme poco, se levanta en la madrugada, en una palabra, continúa la vida que comencé con el hoy hace treinta y cinco años.
Se podían, pues, emplear las médulas de.
secados como vacuna preventiva contra la rabia y también como tratamiento a un animal mordido. Pero, escribía Pasteur al emperador del Brasil. aun cuando he multipli.
cado los ejemplos de la profilaxis de la rabia en los perros, me parece que me temblaria la mano cuando hubiera que pasar a la especie humana. Su bondad lo forzó a ello. El de julio de 1885, un lunes por la mafana, Pasteur vio llegar a su laboratorio de la Escuela Normal un alsacianito de nueve años de edad, José Meister, mordido la antevispera por un perro rabioso. Lo acompañaba su madre. Ella contó que su hijo iba solo por un sendero para la escuela de Meissengot, cerca de Schlettstad, cuando un perro se había arrojado sobre él. Echado por tierra, incapaz de defenderse, el niño no ha.
bia pensado sino en taparse la cara con las manos. Mataron al perro y lo abrieron. El estómago estaba lleno de heno, paja, pedazos de madera, signos inequívocos del furor rábico. Doce horas después del accidente, ei niño fue conducido al doctor Weber, quien había cauterizado las llagas con ácido fenico y aconsejado que llevaran enseguida el nifio a Paris. la vista de las catorce heridas del pequeño Meister, a quien el dolor hacia marchar con dificultad, la emoción de Pasteur fue profunda. Qué iba a hacer el por el Difio. Podia arriesgar el tratamiento preventivo, oue siempre había tenido éxito en los perros? Pasteur se repartia entre sus esperanzas y sus esrúpulos que tocaban con la angustia. Consultó a Vulpian, decano de la Facultad de Medicina, espiritu prudente, hombre recto y al doctor Grancher, carácter enérgico, alta inteligencia que trabajaba en el laboratorio. Estuvieron de acuerdo en que la inoculación era un deber.
La cauterización hecha doce horas después de las mordeduras y el ácido fénico, no garantizaban la vida del niño. El pequeño Meister fué inoculado dos veces. Durante el tratamiento, Pasteur pasaba de las infinitas esperanzas a la zozobra y a la angustia, poseido de la idea fija de arrancar a la muerte este niño. No podia trabajar: todas las noches tenía fiebre. Una brusca visión, en insomnios invencibles le representaba al pequeno Meister a quien él había visto jugar en el jardin, ahogéndose de la rabia, como en ocasión pagada el enfermito del hospital Trousseau. El peyucho Meister fué salvado.
Otro suceso le obligó a apresurar la organización de un pervicio para el tratamiento preventivo de la rabia después de una mordedura. El alcalde del distrito de Villers Farlal, en el Jura, le escribió que el 14 de octubre, un pastor había sido mordido por un perro rabioso. Seis pastorultos guardaban sus reba.
ños en un prado. De pronto, en el camino ven un gran perro que pasaba, con el hocico lleno de baba. Un perro loco! gritan, la palabra loco es para ellos sinónimo de rabioso. Al verlos, el animal deja el camino para precipitarse sobre ellos. La banda de chiquillos se pone en salvo dando gritos. El mayor, de quince afios, Jupille, quiso proteger la huida de sus camaradas. Armado de su fuete, se adelanta a encontrar el animal. De un salto el perro se arroja sobre Jupille y le muerde la mano izquierda. La lucha se entabla y Jupille domina el animal.
Luego, con la mano derecha le abre el hocico para libertad la izquierda, siempre asegurada como por unas tenazas. Lo consigue, pero la mano derecha recibe a su vez graves mordiscos. Lucha aún. Agarra al pcrro por el cuello. Durante el combate se le había caído el fuete. Llama a su hermanito, que vuelve sobre sus pasos y recoge y trae el fuete. Con la correa, Jupille amarra el hocico del perro. Coge entonces uno de los zuecos y a golper mata el animal. Al fir, para asegurarse de que el animal no morders más, lo arrastra hasta el arroyo que corre a lo largo del prado. Lo mantiene algunos minutos con la cabeza bajo el agua.
El perro está bien muerto. Así, pues, ya no hay peligro para los otros niños. Jupille regresa a Villers Farlay.
La autopsia del perro probó que estaba rabioso. El Alcalde, que había visto a Pasteur durante las vacaciones, le escribió que este niño seria victima de su valor, a me.
nos de que interviniese el nuevo tratamiento. Pasteur inoculó a Jupille seis días después de la mordedura y el resultado fue el mismo que para Meister.
Los rabiosos efluyen al laboratorio de la Escuela Normal. Un dia, el de noviembre de 1885, llevaron una muchachita de diez años, gravemente mordida, hacia treinta y siete días, en la cabeza, por un perro montañés: la herida supuraba todavia. Pasteur se decía: He aqui un caso desesperado. La explosión de la rabia está sin duda en visperas de producirse: es demasiado tarde para que el método preventivo tenga la menor probabilidad de eficacia. Acaso no deheria yo, por el interés científico del método, rehusar el tratamiento de esta nita? No pu.
do resistir ante un padre y una madre que venían a pedirle salvara su hija. Luisa Pelletier sucumbio. Cuando se perdió toda esperanza y Pasteur dejó la cabecera del iecho de la pequeña agonizante, dijo a los pa.
dres: Deseaba tanto salvar a vuestra pobre niña! en la escalera estalló en so llozos.
El amaba a los niños. Cuando me acerco a un niño decia. me invaden dos sentimientos: el de ternura por el presente, el de respeto por lo que puede legar a ser algún dia. En medio de las más vivas preocupaciones, y en tanto que el mundo estaba lleno de sus trabajos, hallaba la ocasión de dar cor. sejos a los nifios que había tratado.
Cansancio mental Neurastenia Surmenage Fatiga general son las dolencias que se.
curan rápidamente con KINOCOLA el medicamento del cual dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que Una carta de Pasteur a Jupille: Mi querido Jupille, he recibido todas tus cartas. Las noticias que me dag de tu buena salud me complacen mucho. La sefiora Pagteur te da las gracias por tus recuerdos.
Ella desea, como yo y todo el mundo en el laboratorio, que hagas el mayor progreso posible en lectura, escritura y cálculo. Tu escritura es mucho mejor que antes. Pero haz bastantes esfuerzos para aprender orlografia. Por dónde vas en clase. Quien te da lecciones. Trabajas en tu casa todo lo que puedes? Tú sabes que José Meister, el primer vacunado, me escribe a menudo. encuentro que aun cuando no tiene sino diez años, hace progresos más rápidos que tú.
Aplicate, pues, lo más que puedas. Pierde poco tiempo con tus camaradas y sigue en todo las opiniones de tus maestros y los con sejos de tu padre y de tu madre. presta grandes servicios a tra.
tamientos dirigidos severa y científicamente