Mi amor es mi peso: el me arrastra donde quiera que voy.
La prisionera que YEV SU mano hierbas.
fos, la que criatura Compania la que concede escasa con El Dr. Sa calla, impresionado REPERTORIO AMERICANO 297 AMISTAD DESCONOCIDA Por MARIA ALICIA DOMINGUEZ La ocasión se ofrece casi novelesca para el interés del Dr. Heredia. Esa Ya hace una semana que la viajera Colaboración. Buenos Aires, Rep. Argentina.
tarde, la acompañante de viajera, io liegó al hotel serrano y aun no ha con busca y lo encuentra en el paseo de versado con nadie. Se la comenta con los álamos que rodea el hotel. Se le mucha curiosidad; le atribuyen indisaproxima con algún sigilo. Viene a bustintamente, orgullo y misterio. Despier carle como médico. La niña ha sufrido ta el interés de los hombres y la in un accidente esta mañana, cuando monquietud de las mujeres. Sin embargo, taba a los susurros se apagan cuando pasa caballo. Mientras lo conduce a las habitaciones, la mujer susurra al saluda. La impone un señorío precoz gunas recomendaciones: para los pocos años que representa. Su Seguramente, ella se va a enojar, cara es preciosa seria; la expresión porque le he llamado. Pero temo que la vez lejana y doliente, sugiere una pueda haber algún peligro.
idea de desamparo y de fuerza. Porquc Cuando entran, la niña está de pie los ojos parecen empañados por un vaante su tocador. Acaba de usar alcohol ho de aflicción, pero la boca breve y y deja el frasco de plata del necessai cnérgica los desmiente. El paso elásre para saludar sencillamente al visi tico, la figura delgada, la frente alta, tante: se desliza entre las mesas de la terraza. El médico? Ya me lo figuraba, abierta sobre el paisaje.
Ana. Usted es demasiada miedosa. se diría el vestido, casi siem Despide a la mujer con un gesto y pre blanco, y de una extraordinaria senofrece una butaca al doctor. Ella ocupa cillez, bate con un ala dispersa la otra, de frente. Sonríe. La luz alumbra hojarasca de los comentarios. Los hom unos ojos pardos extraordinarios, que bres callan para admirar y algunas se iucen reflejos de oro.
ñoras se refugian en la elocuencia de un. No tengo nada. Apenas unos tasgesto desdeñoso. Sin embargo, todos guños en la muñeca. Ya lo he prevareconocen desde el silencio, que ella ha nido todo, como usted ve.
pasado como una brisa que inclina las Enseña la vendada; continúa Su color dorado, sus ojos larsonriendo con una sonrisa difícil, dolola personalidad revelan todas Maria Alicia Dominguez rosa, que el visitante, cautivado, preten: sas cosas que usa o prefiere, y hasta esa de analizar, mientras intenta una fras: seriedad dolorosa incompatible con su juventud extremada, la definen como una. Me fué a buscar la señora que la de un clima espiritual La jazz estrepitosa difunde su ritsirve a usted.
lejano y raro.
mo térmico entre la juventud que ríe.
muchacha sonríe ahora con algía Está con ella, una mujer de edad in Mientras un perfil de indecible gracia desdén.
definible, tal vez la clásica señorita de se desliza al margen de la alegría rui ¿Que me sirve? No. Ni me sirve ni dosa. Nadie lo advierte, fuera de un caine acompaña.
Es evidente que la viajera ballero de mediana edad, alto y distin ¿Por qué no respeta su soledad?
prefiere la soledad. De noche, cuando guido, que fuma cerca de la ventana Es claro.
se organiza el baile, se refugia en la En seguida, rectifica con dulzura: El sí lo persigue con una admiración Discúlpeme. Es usted muy amable.
terraza, a esa hora, solitaria. baja, casi angustiosa. Cuando se sume en la Se ha molestado por mí.
para perderse en la sombra de los moiles. se queda mirando el cielo cor sombra de una escalera que lleva a otro dobés del estío, que se desangra en luz piso del Hotel, se vuelve hacia el amipor la voz que transparenta tina ries de soles. Al regresar, su ropaedia odavía no ha acompañante es. is firmeza extraña. Es tan frágil y herfo que le acompaña para preguntar: mosa la criatura que parece ajeno su Sunde la fragancia fría y deliciosa de 12 tono altivo y breve! El médico entien.
noche montañesa.
incorruptible. ella no puede ser más de hallarse frente a un espíritu singular. No se ha fijado Ud. Parece que oculta. Se desenvuelve con un olvido y no puede apartar sus ojos del rostro el roc rocío le ha caído en los ojos comen absoluto de nosotros.
adorable que se parece tanto al de su ta un joven, al oído de su flirt. una Baja la voz para insinuar: recuerdo. Para distraerse, observa el poetisa modernista que se encoge de Ud. le interesa mucho, doctor cuarto con disimulo. Es claro; tiene to hombros.
Heredia. das las ventanas abiertas a. la perspec. Es que pretende hacernos creer que El nombrado contesta, despacio: tiva lejana de los cerros. Algunos detaha resucitado la musa dolorosa y tras Mucho. Tiene una asombrosa se: lles, confirman en el médico la seguricendente.
mejanza con mi única hija, la que perdi dad de que la viajera es de categoría lo mejor. contesta el mucha de quince años; son los mismos ojos, sus frascos de esencias, las piezas de cho, con un acento bajo y casi entrañable un poco asombrados, la expresión, la marfil y. de plata que brillan sobre el que inquieta a su rubia compañera, la dulzura tocador, unas ropas de color y de corte cual echa la cabeza hacia atrás con un La voz varonil se rompe, emociona delicioso, el portalibros de tafilete y de gesto encantador y provocativo, mienda, mientras el otro hombre considera oro. Flota un perfume indefinible que tras se rodea del vaho gris de su ciga con lástima al caballero. Todos lo res parece desprenderse de todas las cosas rrillo que palidece el oro demasiado petan y admiran. Es un hombre de cien que le pertenecen. fuerte de su pelo.
El médico está algo confuso; para di. Se me oculta Ud. detrás de una nu viaja sin descanso. En él, resalta la iro simularlo dice francamente: he, como una diosa del cielo griego nía con que el destino suele burlerse No tiene usted que agradecérselo pronuncia galante el joven, atento al de los mejor dotados, vedándoles para todo a mi generosidad. También me ha tujo lacre de la boca femenina y al mo siempre la felicidad. Sabio, rico, todavía traído otro sentimiento.
hín con que apura su tabaco.
joven y muy gallardo, está solo en el La ve oscurecerse como un agua soYa no se nombra a la viajera. Su en mundo. persigue con implacable sed bre la que pasa una nube; sus ojos se canto, se suma olvidado al de la noche, un olvido que no llega: ni de los paisa hacen sombríos y él siente como si la que canta en el río y se mece sobre los es a los que se vuelve en demanda de atmósfera se enfriara en torno de ella; ájamos.
percibe que se defiende. Un resplan exótica, abierta, paz.