334 REPERTORIO AMERICANO La nueva guerra Colaboración llora. Sus lágrimas se transforman en astros. Sefior, Sefior!
Satan rie.
Ves dice al Inmenso: todavia hay alguien que cree en tu Grandeza.
La necesarla guerra. DARIO Los hombres se preparan para la nueva guerra.
Se oye un ruido tempestuoso de metales.
de tus santuarios.
Otra vez se pueblan las noches encantadas de fulgurantes y effmeras estrellas; no las de tu cielo perenne sino las del odio y furor cie los guerreros.
Vuela una llama cerca de los nidos.
Cuando regrese la madre pájaro ya no encontrará a sus hijos.
En el dolor somos hermanasse dicen la mujer y el ave.
Los hombres afilan sus puñales, simpian sus cascos de Acrro, Yonderan la firmeza de sus lanzas, martillan sus espuelas, afirman los frenos de sus caballos.
Hay una orquestación de hierro universal, mientras en los jardines ingenuamente juegan los niños de las nuevas edades.
Las manos de Satan se alargan; se extienden sobre el Universo inmenso y rie.
Como racimos de de uvas frescas agita entre sus dedos coágulos de sangre. Señor. dice con piedad fingida. Cómo se desperdician en la tierra los dones de la vida!
Oigo, dice el poeta, una música inaravillosa e inquietante.
ruge el abismo que vió el Dante poblado de odios infernales.
La batalla es ruidosa, La sangre fluye como un lagar el jugo de la uva.
Son toneles de vida roja los que derraman sobre la tierra fecunda.
Es una fiesta de gigantes.
Las balas rojas de los cañones corren por el campo ardiente como lobos de fuego. a metralla derrama una peste de insectos mortales.
Por la trinchera oscura se deslizan los gases asfixianter como en una pesadilla de serpientes. Has visto a mi Hijo en el campo de batalla?
Pregunta Dios. Satan se humilla.
En la fraguas, la llama divina se pone roja. En la oscuridad de la fragua se abre una herida encendida Se dijera que la luz sangra en torrentes: son los preludios de la nueva guerra.
Jesús se arrodilla cerca del soldado moribundo. Herman dice éste. Jesús recoge su alma atormentada, y la inicia paternalmente cn la alegría Infinita de la eterna mansedumbre.
Jesús llena el campo cscuro y sangrante con la mística lumbre de su misericordia.
La mujer va a parir en abril.
Sus manos, puras y blancas tejen los albos encajes de lino para adornar la cuna del nifio. Oh! dulce esperanza de la vida.
Su corazón palpita de misteriosa alegría.
Su entraña ruge en la perspectiva del gran día.
Cuando canten los pájaros en las arboledas florecidas, una nueva vida conmoverá las almas como una canción de primavera. en la montaña dormida resonará un trueno diabólico!
Es el cañón que anuncia la hora fatal de la nueva guerra.
Hay una lamparita encendida en el hogar.
La vieja madre interroga. Ha vuelto mi hijo. No le dicen. Ha muerto. la vieja. Que Dios lo perdono!
Vibran los cristales de las bellas mansiones.
En el piano la niña, indiferente, ejecuta una melodia.
Quince años. El poema de la vida espléndida y triunfadora.
El baile; el traje de la altima moda. la oferta de los hombros regios como en un mercado de frutas.
y el auto, que vuela como un pájaro de oro hacia la fronda oculta devorado por placeres ignorados.
Un enorme pájaro de hierro cruza el vasto cielo: se oye una harmonia extraña como si un violoncelo, grande como una montaña, cantara un salmo hebreo.
Se oye a lo lejos una explosión.
Suenan las campanas de alarma y las sirenas.
El aire se innunda de ruidog.
Los aviones son como arcángeles de fuego.
La melodia se ha roto en una tormenta sin fin.
INDICE Setor, Señor! Detén esta guerra impla. dice Satan burlesco Los hombres están locos.
Mira, pisotean las margaritas y matan a los niños, ENTERESE ESCOJA: Gabor: Espias y saboteadores. El proceso de los ingenieros de Moscú. 50 Roberto Giusti: Enrique Federico Amiel en su diario intimo 00 Luis Franco: Los trabajos y los dias. 00 Ralph Waldo Emerson: Diez nuevos ensayos. 29 Joaquin Edwards Bello: Crónicas. 00 Joaquin Edwards Bello: La muerte de Vanderbilt. 00 Hermann Kesten: José busca la libertad. 50 Luis Jiménez de Ásua: Al servicio de la nueva generación 50 Hernández Catá, José Frances, Concha Espina, Alberto insúa: La diosa o Novela. 50 Solicitelos al Admr. del Rep. Am. Dios pregunta. Has visto a mi Hijo en el campo de batalla. Veo a la Caperucita ir por el bosque tranquila hacia el amor de la abuelita.
Es como una fina margarita quie adorna la selva.
El alba enciende en su alma una luz de oro.
Fl vientecillo canta un coro pueril.
Los incensarios llenan de escencias las frondas de abril.
Pasa rugiendo un sol rojo: el bosque se incendia, cae muerto el lobo del cuento, y el alma de la Caperucita huye hacia el azul eterno como una blanca mariposita.
Oh! Dios, ha comenzado la guerra entre los hombres.
Satán llega entusiasmado.
Viste, para dar rencor al Grande, traje moderno de soldado.
Se pone desconyuntado de risa perversa, ante el Impasible. Oyes? le dire al Magnifico; oyes. Otra vez la metralla, el canón, el incendio, el tumulto de la batalla.
Otra vez convierten en polvo 188 piedras sagradas y bellas Satan se humilla.
Rómulo Tovar San José, Costa Rica, mayo de 1984.
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