REPERTORIO AMERICANO 115 Quiere Ud. buena Cerveza. Tome Selecta paseo en automóvil con un amigo y, al volver, lo había invitado a que entrara a tomar té en su casa. Lo hacía con toda naturalidad, con su corrección proverbial, que le permitió decir, sabiendo toda la ciudad que era cierto, en su estupendo verso, que es como un testa99 mento: he de volver a ti, tierra propicia, con la ofrenda vital inmaculada.
Llegaron. Ella abrió la puerta invi.
No hay nada más agradable tándolo a entrar. El sacó dinero para ni más delicioso.
pagar, preguntó el precio del viaje; luego, quizá porque le parecía excesivo, se inclinó para mirar cuánto marcaba el Es un producto Traube taxímetro. Y, al incorporarse, ya la poetisa le tendía la Pero ¿cómo. No me había invitado usted a entrar en su casa. Ah!
Sí: pero ahora no; ya no; he cambiado la voluntad incierta se deshace de un lago azul en la nocturna onda.
de idea. le endió la mano y le ceparg torna la fan Tirar boca muda entre los cálices rró la puerta, porque la conversación de con luz y sombra, con silencio y canto, cuyo ferviente aroma sin destino un hombre que habia cometido esa peel miraje interior dora sus prismas: disipa el viento en sus alas flotants.
queñez, que había tenido esa actitud tan mientras que siento desgranarse afuera Darle el último adios con lanto musical los surtidores, al insondable enigma del deseo, poco gallarda, ya no le interesaba.
siento crujir los extendidos brazos cerrar el pensamiento atormentado que hacia el materno tronco se repliegan, y dejarlo dormir un largo sueño Así era, personalmente extraordina. temor, fatiga, solitaria angustia, sin clave y sin fulgor de redenciones.
ria, esta mujer que fué, en el tiempo, la. y en un perpetuo afán contradictorio Alguna vez me llamarás de nuevo mis pasos van por la salvaje selva.
primera gran poetisa que tuvo el Uruy he de volver a ti, tierra propicia. Ah, si pudiera desatar un dia con la ofrenda vital inmaculada, guay. Su obra, que siguió el curso con la unidad integral que me aprisiona!
en su sayal mortuorio toda envuelta tradictorio de toda su vida, tuvo tam Tirar los ojos con los astros quietos como en una bandera libertaria.
bién este detalle singular: permaneció casi inédita; mientras ella vivió, nunca, a pesar de que no murió mayormente Ultimas lamentaciones de Abel Martín joven, se decidió a a publicar un libro, no obstante la vehemencia con que la insEnvio de u. Buenos Aires. Qué maravilla. nos dice, taban a hacerlo sus amistades y sus adHoy, con la primavera, Soñé la galeria miradores. Sólo se publicaron poesías soñe que un fino cuerpo me seguía al huerto de ciprés y limonero; dispersas, y muy espaciadamente, en dia cual dócil sombra. Era tiblas palomas en la piedra fria, rios y revistas. Cuando la muerte la mi cuerpo juvenil, el que subia en el cielo de añil rojo pandero, sorprendió, lo estaba preparando; y apa. detres en tres peldaños la escalera.
y en la mágica angustia de la infancia reció luego, compilado por la solicitud Hola, galgo de ayer. Su luz de acuario la vigilia del ángel más austero.
fraternal de Carlos Vaz Ferreira, otra trocaba el hondo espejo La ausencia y la distancia figura extraordinaria en su talento y ex.
por agria luz sobre un rincón de osario. volví a soñar con túnicas de aurora, traña en su intimidad, el filósofo que. Tu conmigo, rapaz?
firme en el arco tenso la saeta todos los argentinos cultos conocéis. El Contigo, viejo.
del mañana, la vista aterradora de la llama prendida en la espoleta libro se titula La isla de los cánticos y de su granada.
es un poco desigual, como tiene que ser¡Oh Tiempo, oh Todavia lo conteniendo poesías separadas, en su Cansancio mental preñado de inminencias!
inspiración y en su corte, por más de Tú me acompañas en la senda fria, veinte años. Pero contiene algunos verNeurastenia tejedor de esperanzas e impaciencias!
sos de jerarquía, destinados a perdurar, entre los que extraigo el ¡El tiempo y sus banderas desplegadas!
que transcribo a continuación, titulado (Yo cupitán! Mas yo no voy contigo. El regreso. como su aliento más po¡Hacia lejanas torres soleadas Fatiga general deroso, como su muestra más suntuosa: el perdurable asalto por castigo!
He de volver a ti, propicia tierra, son las dolencias que se Hoy, como un día, en la ancha mar violeta como una vez surgi de tus entrañas, hunde el sueño su pétrea escalinata, con un sacro dolor de carne viva curan rápidamente con y hace camino la infantil goleta, y la pasividad de las estatuas.
y le salta el delfin de bronce y plata.
He de volver a ti gloriosamente, La hazaña y la aventura triste de orgullos arduos e infecundos, cercando un corazón entelerido.
con la ofrenda vital inmaculada.
Montes de piedra dura No sé, cuando labraste el signo mio. eco y eco mi voz han repetido.
el crisol armonioso de tus gestas el medicamento del cual dice donde estaba. Oh, descansar en el azul del dia donde la proporción de tus desiguios. el distinguido Doctor Peña como descansa el águila en el viento, Tú me brotaste fantásticamente sobre la sierra fria, Murrieta, que con la quietud de la serena sombra segura de sus alas y su aliento!
y el trágico fulgor de las borrascas.
La augusta confianza Tú me brotaste caprichosamente presta grandes servicios a traa tl. Naturaleza, y paz te pido; alguna vez en que se confundieron mi tregria de temor y de esperanza, tus potencias en una sola ráfaga.
tamientos dirigidos severa y un grano de alegria, un mar de olvido. no tengo camino.
cient. ficamente Mis pasos van por la salvaje selva Antonio Machado en un perpetuo afáa contradictorio. De Mediodia, revista sevillann)
excepcional Surmenage KINOCOLA