ImperialismVíctor Raúl Haya de la Torre

REPERTORIO AMERICANO Carta a Haya de la Torre Envio del autor. Bogotá, diciembre 17 de 1953.
Compañero: No puedo reprimir el deseq, de cruzarme con usted unas palabras, precisamente cuando se acerca una hora que resolverá la suerte de nuestras dos Repúblicas. Nuestra vieja amistad ha perma necido inalterable a pesar del conflicto provocado por la toma de Leticia. Pero esta amistad no está hecha a base de mutuas reservas, y por eso quiero confiar a usted mis temores. Es cvidente de toda evidencia que tanto el Perú como Colombia atraviesan ahora la zona de una tregua artificial, mientras se arman hasta los dientes. Na.
da parece indicar que nos preparemos a un cordial apretón de manos. Estamos en vísperas de un encuentro bélico, y juzgo que el Perú estará tan decidido como Colombia para salir a la defensa de Haya de la Torre lo que se considera como su honor nacio nal. Los jóvenes como usted y como yo Me induce a escribir estas líneas difícilmente podemos comprender estas el deseo de que no se oscurezca el alto cosas. El origen de esta lucha es senci pensamiento de Haya de la Torre; como pudiera ocurrir en quienes no estén al llamente absurdo. Ténganse las ideas que tanto de sus doctrinas, se tuvieren con respecto al tratado que El gran pensador y gran polemista pe. firmaron el señor Salomón y el señor ruano sigue el camino de todos los innovadores. Señala un punto luminoso, peLozano, el incidente del de setiembre ro aún distante, y recomienda ir hacia en Leticia se sale del marco de los proce ese término espléndido; por etapas sucedimientos que puede aceptar el menos sivas. Ciego será, voluntaria o involunexigente de los derechos, internacionatariamente, quien no vea que nuestra civilización está en crisis. Grave efirles. Nosotros pensamos que derrocado mación desde luego, pero ¿quién se sienel coronel Sánchez Cerro, entraría a te conforme. quién no advierte que toorientar al gobierno del Perú un criterio dos los principios de que se nutrió la conciencia del hombre occidental han más ponderado y más ecuánime. Y, sin sido puestos en tela de juicio?
embargo, parece que el general Benavi No presumo de señalar derroteros, des acepta como un hecho irremediable Señalo un hecho de gravedad suma; y la pendiente que le preparó su antecesor, sostengo que la aspiración que nos mueve es la de buscar nuevas vias para realiy rueda por ella, como quizás nosotros zar más por completo la vida colectiva.
también rodemos, para el encuentro que Haya de la Torre, y esto es lo que se juzga inevitable.
realza su posición de innovador, nos muestra la que debe seguir nuestra ¿Pero ve usted, Haya de la Torre, haAmérica, Que su lección de vidente no cia dónde vamos? Es obvio y clarísimo se pierda, este es y debe ser el anhelo de los que la aman.
que esta guerra no la ganan ni Colom bia, ni el Perú. Nosotros no vamos a de Selbre. 1932.
ella con arcos y flechas de macana, sino (De las últimas cuartillas que dejó escon los créditos que nos abren las gran critas el Dr. Enrique José Varona. des naciones para vendernos toda suerte de armamentos. Es muy posible que la victoria, o lo que nosotros llamamos la químicamente puro en sus manejos y victoria, se ponga del lado de quien espero que usted pueda hacerme idéntica aproveche mejor una amistad extranjera afirmación con respecto al general BenaEn estos precisos instantes, Colombia y vides. Pero usted sabe tanto como yo el Perú están luchando por gravarse con en qué forma las compañías extranjeras, una servidumbre que, pasado el conflicto así sean ellas saxoamericanas, inglesas, o de la guerra fraternal, haga de cada una de cualquiera otro cuño imperialista, de las naciones deudoras eso que en la aprovechan emergencias como la actual economía moderna se llama un grupo se para imponer condiciones que se perpe micolonial. Nosotros podemos tener la túan en la paz.
más absoluta confianza en la honradez Es en la guerra cuando se firman tode los actuales gobernantes del Perú y da suerte de convenios. No hay holgura de Colombia. Del lado de acá puedo para pensar, ni libertad para disponer, ni decirle que el doctor Olaya Herrera es amplitud para discutir. Aquí al amparo de la primera parte del conflicto, por ejemplo, obtuvo concesiones excesivas una compañía de aviación extranjera, en perjuicio de las nacionales. Ahora nues tros amigos, que pueden ser los mismos de ustedes, insinuarán modificaciones en nuestra política económica, y nosotros al negociar con ellos no perderemos el punto de vista de su valiosa ayuda para someter al Perú. Son los arbitrios comunes de tiempo de guerra. Pero po demos estar ciertos de que con ello la braremos la ruina de América. Nuestros pueblos están acostumbrados a mirar las victorias del primer término. Con ellas se satisface la muchedumbre. Pero ahondando en las últimas consecuencias que pudiera traer, por ejemplo, el nuevo encuentro bélico entre Colombia y el Perú esta vez si en grande y especta cular escala se ve muy claro que con ese encuentro no haremos sino afirmar el predominio de fuerzas extrañas den tro de nuestros propios países.
Muchas de estas reflexiones, en que todo espíritu sereno incurre en nuestras Repúblicas, aun en momentos de exaltación patriótica, suelen no confiarse al papel para evitar los comentarios desagradables del chauvinismo. Pero yo he querido reflexionar esta vez en voz alta, y aun romper la intimidad en que hemos solido correspondernos, porque deseo que si vamos a la guerra, como me pare ce que es muy posible que ocurra, lo hagan los pueblos a sabiendas de todo lo que ella puede desencadenar. Yo querría, amigo mío, que usted lo dijera así en el Perú, como yo vengo a decirlo ahora en Colombia. Nosotros, las nuevas gene raciones, que vamos a recibir antes de pocos años el tesoro que representan estos pueblos, y que hemos soñado en poderlos unir para que hagan vida pro pia y alcancen toda su grandeza, esta mos obligados a medir mejor que otros el alcance de la guerra. Detrás de un absurdo hemos corrido, y es preciso que se vea hasta qué punto el absurdo man da sobre nuestra voluntad, Una vez más le manifiesto la inmensa alegría que me produjo el saber que us ted había sido puesto fuera de la cárcel.
Sus amigos de aquí creo que no los per derá nunca: Quienes anudaron su amistad con ideales que no han desaparecido, no pueden quebrarla ahora sobre el filo de un minuto de engaño. Ojalá que usted y nosotros pudiéramos hacer algo por la paz.
Le estrecha la mano fraternalmente, Germán Arciniegas