BAYER Para todo dolor.
AFIASPIRINA el producto de confianza la yunta ron cayó finado no quisieron sacar el cuchillo: REPERTORIO AMERICANO 341 po. La isla verdegueaba, y la fragancia de la mañana venía mera cargada.
De pronto, se vió una estela que fle chaba hacia la orilla. Todos quedaron en suspenso. Un perro negro llegaba jadeante, aclarando el misterio de la tra gedia. Salió de un último pechazo a la orilla; meneó el rabo; se sacudió brus camente la gloria del sol, y no dijo nada.
HASTA EL CACHO Los nubarrones ensuciaban las tres de la tarde, como dedazos de lápiz. lo lejos, en las aradas que iban bajando BAYER de los cerros pelones, se miraban las tierras como pintadas con yeso. En aquel paisaje, dibujado sobre pizarra de es.
cuela, la montaña era como una resque bradura. Venía lloviendo por todos lados.
El viento balanceaba su regadera sobre aquellos plantíos de tristeza. El poivo. Ojalá no te vaya a repetir el palu espada diaire le había pasado de óido a despertado bruscamente, se despereza dís.
oido, al tiempo que un tenamaste le caiba y se echaba a volar, como un fantas. Primero Dios.
ba en el estómago. Se puso cherche, ma. En la lejana azulidad de la costa, Cruzaron el campo raso, hundiendo cherche. El enfermo clavó sus lágrimas en el barro pegajoso los pies oscuros. en aquel rumbo, y pidió perdón. No obPedrón drón y su hijo, dejando el arado y En aquel golfo de tierra negra, eran coa merced de la lluvia, alcanza mo dos agüegüechos heridos.
tuvo respuesta; sólo un silencio puntu do, que le dió un frío violento. El pecallegar bajo un amate. Las primedo, rodando de la garganta al pecho.
ras gotas palmeaban la tierra, precipi El shashaco Tadeyo llegó apriesa onde atravesó sus dos puntas, haciendo sentadamente y a tientas, como un ciego Pedrón.
tarse de golpe al maishtro, Dió un gruque ha perdido algo en el suelo. El te. Pedión le dijo. Don Juan José ñido; buscó tientas el borde de la vida, rrón desflorado sonaba como un cuero, y tiene mercé de verte: sestá muriendo y y en brazos de sus familiares que olía como flor de tierra. Las hojas se en te quiere hablar.
ilegaron corriendo.
mantecaron de ya, agobiadas con el rauPedrón aún estaba mudo, apoyado en dal cristalino. Los truenos pasaban, ro Andá, hombré, el deseyo de los mu la vista como en un bordón. De la gran dando como piedrencas en la barranca rientes hay que cumplirlo. Ya casi no escurana llegaban a su corazón aquellas de la quebrada. De cuando en cuando pispileya, y sólo a vos te aguarda. palabras de alambre espigado: Ei Cris el rayo encendía, de un fosforazo, su. Achís. qué me querrá el pín es mijo. Sobre la cama descan puro escandaloso.
maishtro?
saba ya muerto el morigundo. Le habían. Qué aguacero, hijó. Antojos. No mestás tirando, hombre. cerrado los ojos con los dedos, y la boca. Mire. tata, cómo sihacen los cocon un pañuelo azul. Al rededor de la cos. allá. Agüen. Por estas. cama empezaron las mujeres a verter Pedrón se pegó más al tronco del Fueron apriesa por el caminito. La no rezos y lágrimas. Con ojos como botoamate; con su brazo amplio protegía al che era oscura y los pies iban al tanteyo nes, los hombres le miraban la boca tras cipote; una que otra gota, llena de com por el pedregal. En una vuelta, apare lapada. Naide supo exactamente lo lores, venía meciéndose de hoja en ho çió la puerta, en luz de la casa de don allí pasó: un gritar destemplado, un emja, hasta caer en el oro viejo del som Juan José, el maestro albañil. Entraron, pujar, un Jesus, Jesús. un crujir de brero. Las ramas, bajeras y anchas, diagachándose.
cama, un puñal de cruz ensartado hasta bujábanse en seco, sobre el terreno. HaDesde allí se alvertía el ronquido del el cacho en el corazón del muerto. El bía en aquel refugio una suavidad hoga moribundo. Los familiares rodeaban la muerto bía sido asesinado. Dijeron que reña.
cama, Pedrón se acercó, con el sombre Pedrón se había trasjuiciado. El Comi. Cuando vos naciste taba lloviendo ro en la mano. Se paró agarrado de la sionado no arrestó: en primer lugar, cabecera, Miró, tímido, los ojos pelados porque el muerto yastaba dijunto cuan ¿Eeee?
del enfermo.
do el asesinato; y en segundo, porque Si le puedo ser de servicio. el autor del sacrilegio taba loco. Meramente como hoy. Tu nana Que me dejen solo con Pedro. Sera iel cadábere del tenía friyo; jué como a las diez de la pidió, con temblorosa voz, el viejo.
no le noche. Pobrecita mi nana. Arrimate, hermano; bime tantito, antes se fué al sepulcro como tapón de odio: de dirme. Si pué, pobrecita.
ensamblado hasta el cacho, como crucita Salieron todos. Pedrón se sentó, ja de maldición. Tierra prieta le cubrió Había ido decayendo la lluvia; aflo un taburete. El viejo empezó a amorosa; sobre el suelo se enterró la jando, languideciendo, agonizando. Una sobre su estertor.
cruz grandota, la cruz de bendición, con brisa de tarde dorada sacudía el agua de. Perdonáme, hermano. su Descanse en Paz.
los matorrales. lo lejos, los eucalip Agüén. yo de qué. No tos negros y secos se adentraban en el siazarcye, que liace daño.
El Crispín, el hijo del muerto y de la cielo gris, como rayos negativos. Como Tengo un pecado feyo, que no quie muerta, andaba echado e la casa hacía espuma lambía la neblina las lomas ol ro dirme sin confesar.
tres días. Su propio llorar lo había llevidadas.
Rojas de barro, iban los re. Si quiere, le llamo al padre. vado al borde de la quebrada: allí silen gueritos buscando su salida por los sur No. Es con vos, Pedro; porque a cos. Los bueyes, pintados allí por la cioso, allí sombrío; allí, donde lloraba el vos te se frescura, rumiaban recordando. Al te se jué hecha la ofensa.
Sentado en el hojerío, debajo de log charrales, se quería morir diambre.
haz de la piedra de la tormenta, nacía Chica se metió conmigo. Nos el crepúsculo, como una florcita, Un sol Sentía que se ahogaba, en un dolor amomieludo untaba los cerros, que se aga.
véyamos descondidas tuyas. El Crispin roso que le llegaba a la coronilla. Su chaban desnudos y en grupo.
es mijo.
amado papa lo bía sacado diarrastradas, Fué tan rudo el golpe åsestado en el Amonós, vos; ya se calmó.
aquella tarde maldita; lo bía ido empu pecho de Pedrón, que éste no se movió; jando parajuera. Váyase, desgraciado. Mempapé el lomo.
abrió un poco la boca. Sentía que una váyase; usté nues mijo, váyase; no güeltieso.
lando llorar sobre.
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