Alfredo Arvelo Larriva que le consei que las justicias póstumas 376 REPERTORIO AMERICANO Por JOSE RAFAEL POCATERRA Colaboración. Montreal, Canada, mayo 28 de 1984 Montreal. 81 de Mayo de 1934.
Mi querido Garcia Monge:. El gran poeta venezolano, Alfredo Arvelo Larriva, murió en Barcelona. Van esas lineas o son el cobarde o la negación vil cuando uno de los nuestros cae. Va también ese retrato y algunos versos por si Repertorio» les da acogida.
Desile 1913 Arvelo Larriva fué, virtualmente, un enemigo del régimen éste que ni menciono.
Creia el posible facilitar la caída del despota.
interesando en ella a los propios sostenedores.
Este concepto suyo en el cual se inspiraba de buena fe nos tuvo alejados. Ha inuerto en destierro. Estaba, pues, equivocado.
Le hago esta clase de justicia porque nadie se la hará; y el la merece: la merece porque sufrio y luchó y se agito, a veces incansable, cuando otros estaban o agazapados Arrasados. como decimos los venezolanos expresando ese eras de seguridad, o «rasero salvo con ue se amparan, a veces hasta viejos, mis compatriotas, sacando de pronto, cuando creen el mango ya maduro, una cabeza melenuda y rebelde cundida de piojos ideológicos.
José Rafael Pocatorra Dos veces lo encontré en mi vida.
1907. Venía yo en un lote de presos Alfredo Arvelo Larriva políticos que trasladaban del Castillo de Puerto Cabello a la Fortaleza de San Carlos: el joven de perfil satánico y Lisandro Alvarado espejuelos que se asoma a mirarnos pasar. anoté en algún libro mío.
Tras las formalidades del desvalijo Maestro! No lo digo por discípulo vuestro.
El serlo es clara honra, que ojalá fuera mía que allí le llaman requisa. seguimos a Lo digo en testimonio de homenaje al maestro, nuestro destino. El foso 12. Calor, hiesabio no sólo en ciencia sino en sahyluria.
rro, moscas. Piedra y sol.
Años; penal; acontecimientos históEn latin lapidario lapidais, justo y diostro ricos? No: una traición sucia y fea de malignas torceduras, doctor de in ironía; un bandolero para quedarse; tras los gozdis en griego antiguo el pindárico eatro; con Zaida, moza árabe, pariais en arabia.
nueve años de Cipriano Castro el gangster que lleva ya veintiséis. Más lenguas? Por la gracia de las contraEn 1922, mañana del 31 de diciembre.
dictiones, De la Rotunda de Caracas salía yo entodas las del Espiritu son critre vuestros dones; tre otro lote de presos políticos libertados por una incongruencia del régiy sonreis, escéptico, de los doces divinos!
men. Alguien grito mi nombre entre la Naturalista uno con la Naturaleza, zalagarda de la poblada que a las pueramais como filósofo su verdad, su belleza.
tas de la cárce! saludaba nuestra liberY 03 vais, cual Paracelso, a pie por los ca ininos.
tad. porque ya estábamos libertados, II Volvíme mirar, Habían pasado quince años. Le reconocí al instante: San CarFauna y flora de América, para vos anulares, los, el patio salitroso, la teoría de prios tornan familiares las de la patria historia: sioneros en marcha al ras de la muralla por dondequiera zorros, zamuros y jaguares, blanca contra el añil del cielo y el ocre los espinos rastreros y la fruta ilusoria.
del terrón. Arvelo Larriva, libertado Vuestros años remozanse al Cantar de Cantambién poco antes del Castillo de Puertares to Cabello: que evoca al rey magnífico de placer y de gloria. Bien ¿y tú?
Gustáis, copas diversas, dos vinos similares. Saluil, oh fiel Dionisos y Venus transitoria. Los ojos, de un verde báltico se ennegrecieron de odio profundo; la boca se Vanos, rencos rencores, grey de plumas y lá.
le estiró de cólera. pices. Bueno. estamos vivos!
a vuestra paz irónica no le roen ni ápices: La sobriedad de expresión que sole que en tal escudo firme se quiebra el dardo mos tener algunos después que hemos inmundo.
visto vivir a tantos. morir. en los cuatro o cinco azarosos mePor esa paz irónica, tan jovial y tan recia, bien sois un anacronico filosofo de Grecia ses que pasé en Caracas, juntos intentaperdido en estas bárbaras tierras del Nuevo Mundo.
Diaz Barneond, en San Salvador, puede darle Alfredo Arvelo Larriva una suscrición al Repertorio.
Caracas, marzo, 1992.
mos aquel movimiento. La Lectura Semaval. reorganizar un grupo, constituir un centro, unificar, soldar. Reco menzar. Al tener ya el camino trazado el amigo íntimo que sabe. y llega en la noche: Vete! ahora mismo; como puedas. Vas otra vez para la la cárce. La fuga; el barco; el norte remoto; los inviernos inacabables; adversos el clima, los hombres, la suerte ¡todo! Elogios y denuestos; picardias de propios y de extraños: despojos ignobles; aprovechainientos tristes merced a la lejanía. negaciones que son el bochorno máximo de los intelectuales de esta época; y con la mano tendida y leal y los tobillos macerados por el hierro de Castro y por el hierro de Gómez, sentirse lamido o mordido. Corpúsculos que reptan por nuestros calcañares desde los urinarios de la literatura y de la política.
Un día, de México, a los cuatro años una carta me llega, dos, tres. Luego otras, de París. No nos encontramos en Europa el año 29 (Arvelo Larriva y yo; había salido en una misión para Colombia horas antes.
Bien. Después: el vencimiento; ei iracaso; las fanfarrias de la derrota soplada por el enemigo. Pero por todos los trombones de la inconsecuencia y de la indecencia también: un negrito viejo cierra el desfile con su tambora. la claque de los enanos cobardes, trepados a las palizadas más altas de dad lanzando silbidos, pelotas de barro ennegrecidas con el cosmético de sus melenas cesteñidas y de sus bigotes de hoNín, entre un reguero de salivas patrióticas.
Cinco años más. El número estrujado de un diario caraqueño: Ha muerto en Barcelona de España el poeta Alfredo Arvelo Larriva. Menos mal; lo dice.
Es todo. Ha muerto como ya otros a quienes. acaso sin saberlo. no se les pueda rendir un mejor tributo que ese mismo silencio en el cual se envuelven para morir como en la toga antigua. Un día irán los descastados, los desleales y los farsantes a llamarlos clamando, para vestirse ellos de justicieros con el inarapo de sus danzas de títeres. puede que en cajones floridos regrese a la patria un poco de polvo.
Pero la antorcha es la llama y es su luz: no no el trozo carbonizado de la resina estuvo ardiendo en claridad y en perfume y la apagaron a salivazos cuaCompañero: no volveremos ya a encontrarnos en los patios de las cárceles ni en las puertas de las rotundas ni en los caminos torvos del destierro.
Yo no creo en otros encuentros. Tú tampoco creías. Así, adiós.
EN BUENOS AIRES, Rep. Argentina, pues de ud. solicitar el Repertorio Americano, al editor Manuel Santa Fe 1983. oportunia Qué tal?
que tro miserables.