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REPERTORIO AMERICANO 373 Para todo dolor FIASPIRINA el producto de confianza no de la simpatía de BAYER. BAYER mosa su invectiva contra los Pares de la Prensa. Un poder dijo sin responsabilidad, prerrogativa de las rameras a través de las edades. se lo perdonaron tan pronto, que Baldwin llego a ser y sigue siendo entre los periodistas el más popular de los políticos conservadores.
Yo debería llamarle Valdovinos. Valdovinos, como el caballero aquel a quien nuestro Don Quijote veneraba. En su traducción del libro de Cervantes, Watts da a ese nombre la forma inglesa, que es Baldwin. Baldwin fué uno de los doce pares de Francia, a quien Carloto, el hijo de Carlomagno, hirió de muerte. El conde de Valdovinos, o de Baldwin, fué vengado por su tío, el marqués de Mantua. iOh, noble marqués de Mantua! Mi tío señor carnal. Descenderá acaso de este Valdovinos de las leyendas carolingias el honest. simple y canny Stanley que dirige ahora la vida política de la Gran Bretaña?
crisis. Baldwin tenia bierno nacional. Creo ta, por fin habló.
bres de torpeza farfullando letanías como un peregrino por las ciudades de Inglateerra cantando a la democracia Inglaterra cantando a la democracia. Creo es su leit motiv en la cooperación entre los hombres de diferentes clases y condiciones. Creo en un Gola libertad democracia. Pero no creo en la revoluconciencia y de expresión. Creo en la ción de derechas de izquierdas. No creo en un partido nacional. No creo cn la dictadura. Creo en la tradición Nuestra democracia es nuestra, y prestado. en ella están todos los medios. Baldwin, tiene la todo el país. Hasta los socialistas respetan su patriotismo y honradez, su parsimonia de de gesto, de palabra y de pensamiento.
Esta parsimonia le elevó al cargo de primer ministro cuando los ingleses se cansaron de la agilidad, de la in quietud, ingenio y viveza de Lloyd George. Se cuenta que en 1925 un tory llevó al Parlamento una moción contra los Trade Unions. Los extremistas del partido se apercibían a dar la batalla contra el laborismo. Baldwin, primer ministro, defendía a los Trade Unions.
Iba a sobrevivir una escisión y acaso una tenía que hablar. No podía Lenvacilantemente, escogiendo las palabras más hermosas y rematanfamilia y de las gloriosas tradiciones de la merrie England. Habló de los viejos esquires. y gentileshombres. De los días en que no había huelgas ni lock outs. ni fuego malsano en las miradas, ni plebeyez en los sentimientos. habló tan sugestivamente, con una voz tan tierna y delicada, que el Parlamento, en pie, coronó de hurrahs su testa humilde de franciscano. Otra vez, en 1922, le embarcaron con rumbo a los Estados Unidos para arreglar lo de las deudas. Baldwin se vino a casa con los bolsillos exhaustos. Los yanquis habían engañado al viejo hidalgo y sometido orgullo de los mercaderes de la City.
El mismo Roosevelt lo recordaba hace poco y decía a un periodista inglés. En aquella ocasión, Baldwin dió a su país la peor tajada. lo de Ottawa? Aun le bullen de terror las carnes cuando los periódicos le recuerdan lo que allí se dejó de granjería, en lugar de traerse un nuevo Dorado, como hubiera hecho Drake. es que Baldwin no sirve pata esas cosas de cambalache. Incorpora la me jor mitad de su raza: peregrinos de Chaucer, imaginerias de los poetas isajocundidad de Samuel Johnson, ternura y de Goldsmith, enjamincongruentes a a la vida solitaria y libre.
Todo esto esponja de ternura a los ingleen homenaje a todo eso un hombre como Baldwin fracasa, la indignación da en seguida paso a la veneración. Baldwin tiene otro rasgo que entusiasma a sus compatriotas: las súbitas honcstas indiscreciones y brusquedades de lenguaje. De estas últimas es faNocturno de los tejedores De Caras y Caretas. Buenos Aires Se acabaron los días divinos de la danza delante del mar y pasaron las siestas del viento con aroma de polen y sal o las otras en trigos dormidas en nidal de paloma torcaz.
Tan lejanos se encuentran los años de los panes de harina candeal disfrutados con todos los hombres, que negamos su dulce verdad, y decimos que siempre estuvieron nuestras vidas lo mismo que estin y vendemos la blanca memoria que dejamos tendida al umbral.
Han venido los dias ceñidos como el puño de Salmanazar.
Llueve tanta ceniza nutrida que en cabellos y manos esta.
Retiraron los mazos de lino y se escarda, sin nunca acabar, un esparto que no es de los valles porque es hebra de hilado metal.
Nos callamos las horas y el dia sin querer la faena nombrar cual se callan remeros muy pálidos los tifones, y el boga el caimán porque el nombre no nutra al destino y sin nombre se puede matar.
Pero cuando la frente endereza. se de la prueba de fatalidad, al mirarnos, los ojos se truecan la palabra en el iris leal, y bajamos los ojos de nuevo como el jarro desciende al brocal mas amargos de haber aprendido con el nombre la cifra letal.
Los precitos contemplan la llama que hace dalias y fucsias girar; los forzados, como una cometa, baja. y alzan su viejo cantar.
Mas nosotros tan sólo tenemos, para juego de nuestro mirar, grecas lentas que dan nuestras manos, golondrinas, al muro de cal, remos negros que siempre jadean y que nunca rematan el mar.
Prodigiosas las dulces espaldas que se olvidan del se enderezar, que obedientas cargaron los linos y obedientes la leña mortal, porque nunca han sabido de dónde fueron hechas ya que volverán.
Pobre cuerpo que todo ha aprendido de sus padres José e Isaac, y fantásticas manos leales las que tejen sin ver contar ni medir pafio y patio cumplido, preguntando si basta o si es más.
Levantando la blanca cabeza ensayamos tal vez preguntar de qué ofensa callada ofendimos a un demiurgo que se ha de aplacar, como leños de hoguera que odiasen el arder sin saberse apagar.
Humildad de tejer esta túnica de un dios negro sin nombre y sin faz, y paciencia que espera el que un dia los demás se vendrán a sentar recibiendo el telar que es de piedra y la casa que es de eternidad.
Gabriela Mistral belinos, ses.
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